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44 toneladas de TNT: el 'padre de todas las bombas' que Rusia guarda en su arsenal
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Es un 400% más potente que la MOAB de EEUU

44 toneladas de TNT: el 'padre de todas las bombas' que Rusia guarda en su arsenal

EEUU hizo una demostración de fuerza con el lanzamiento de su bomba no-nuclear más potente, pero Rusia guarda algo aún más letal: FOAB, el 'padre de todas las bombas'

Foto: Imagen de la explosión del 'Padre de todas las bombas' en una prueba realizada por Rusia en el 2007.
Imagen de la explosión del 'Padre de todas las bombas' en una prueba realizada por Rusia en el 2007.

Estados Unidos tomó hace una semana un decisión totalmente inesperada: usar por primera vez su bomba no-nuclear más potente, la GBU-43, conocida como Madre de Todas las Bombas. Si ellos hicieron un pueril juego de palabras con su MOAB ('massive ordnance air burst', munición masiva de explosión aérea) transformándolo en 'Mother Of All Bombs' (madre de todas las bombas), Rusia no iba a ser menos. Ni en capacidad explosiva, que de hecho supera su oferta, ni en ingenio de corto alcance. Y así nació el apodo de ‘Padre de Todas las Bombas’ (FOAB en sus siglas en inglés).

Foto: Una imagen de la bomba y un mapa de dónde ha sido lanzada.

El término designa la oficialmente denominada Авиационная вакуумная бомба повышенной мощности (АВБПМ), o 'Bomba Termobárica de Aviación de Potencia Aumentada (ATBIP en sus siglas en inglés), la bomba convencional más potente en el arsenal ruso. Y de cualquier otro país: según sus creadores su potencia supera en un 400% al proyectil estadounidense y su radio de devastación es de más del doble que su ‘pareja’. Sin duda un padre severo para una familia muy disfuncional.

La principal diferencia entre las versiones estadounidense y rusa es que esta última es del tipo termobárico, una clase de explosivos que las fuerzas armadas rusas utilizan con bastante profusión. La diferencia fundamental entre un explosivo termobárico y uno convencional es que estos últimos son una mezcla de dos componentes: combustible y oxidante, cuya combinación produce la explosión. En los termobáricos el oxidante es el propio oxígeno del aire que rodea a la bomba, por lo que el contenido es 100% combustible y el rendimiento de la explosión es mucho mayor a igualdad de peso.

La FOAB alcanza un rendimiento equivalente a 44 toneladas de TNT con un peso de poco más de 7 toneladas

Por eso la MOAB estadounidense tiene un rendimiento explosivo similar a 11 toneladas de TNT con un peso de poco más de 10 toneladas, mientras que FOAB alcanza un rendimiento equivalente a 44 toneladas de TNT con un peso de poco más de 7 toneladas. La idea de este tipo de municiones se derivó de explosiones accidentales de polvo combustible ocurridas en almacenes de harina o silos de grano o carbón. El primer despliegue militar del concepto fue en uno de los tipos de munición del sistema lanzacohetes Nebelwerfer empleado por ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial que usaba tanques de propano.

Para conseguir este tipo de rendimiento la munición termobárica dispersa el combustible en forma de vapor o aerosol en el aire antes de detonar, normalmente mediante una pequeña explosión inicial. Junto a los llamados explosivos de combustible-aire (Fuel-Air Explosive, FAE), forman una familia conocida como explosivos volumétricos.

La explosión se produce en un enorme volumen de aire, lo que crea una temperatura muy elevada (puede superar los 3.000 grados) y genera una gran onda de presión que además dura mucho más que la de un explosivo convencional. La onda de presión destruye estructuras y revienta estancias cerradas y además es seguida por un vacío que succiona las partículas de combustible no estalladas provocando su entrada en cualquier rincón no hermético y el consecuente incendio; a veces se las conoce también como ‘bombas de vacío’.

Las personas situadas dentro del radio de la explosión, al menos 300 metros en la FOAB, quedan destrozadas por el trauma de presión positiva/negativa e incineradas incluso cuando están en trincheras o búnkeres, a menudo con horrorosas heridas que incluyen estallidos pulmonares e intestinales, embolias gaseosas y daños traumáticos en el sistema nervioso central. Los edificios o vehículos son aplastados. El combustible remanente que no ha estallado, con frecuencia óxido de etileno, es en sí mismo tóxico. La efectividad letal es considerable, en especial en recintos cerrados.

Al depender del oxígeno del aire, las municiones termobáricas son vulnerables a las condiciones atmosféricas

En el sistema lanzacohetes ruso TOS-1 Buratino las cabezas de los cohetes están optimizadas para que la temperatura del área de blanco sea máxima, por lo que se consideran como grandes lanzallamas capaces de incinerar enormes espacios de terreno. Otro de los usos típicos de los explosivos de combustible-aire, los más extendidos entre los termobáricos, es la limpieza de minas: la potente y lenta onda expansiva de este tipo de explosiones es ideal para provocar la detonación de minas enterradas. También existen granadas de mano o lanzadas por cohete que usa la infantería para la limpieza de posiciones fortificadas, búnkeres y redes de túneles como el RPO-A Schmel ruso o el M202A1 FLASH estadounidense, además de numerosos tipos de bombas incluyendo las de racimo y cabezas de combate de misiles como el Hellfire.

EE UU utilizó munición termobárica en las guerras de Vietnam y Afganistán (incluyendo las variantes de la BLU-118/B) y se dice que Rusia usó granadas de este tipo en el asalto a la escuela de Beslán y extensamente en las dos guerras de Chechenia. Terroristas como el estadounidense Timothy McVeigh en su ataque en Oklahoma en 1995 o los perpetradores del atentado de Bali en 2002 han añadido depósitos de gas o polvo combustible a sus bombas con el fin de aumentar su potencia destructiva usando una tosca versión del mismo principio.

En el caso de la FOAB, se trata de una gran bomba termobárica que es lanzada desde un avión; aunque en el vídeo mostrado en la televisión rusa de una prueba no está claro el tipo de aparato. De hecho aparece un Tu-160 Blackjack pero no se ve la bomba saliendo de su bodega y el lanzamiento real parece ocurrir desde la rampa trasera de un avión de carga con ayuda de un paracaídas. Según la información oficial rusa el arma usa nanotecnología para ayudar en la dispersión del combustible, lo que maximiza la potencia de la detonación. Que es, en efecto, considerable en las imágenes. Propaganda, al fin y al cabo.

La potencia y efectividad de estas armas las hacen por tanto deseables, y sin embargo no todos los ejércitos las utilizan de forma habitual. Y eso tiene su explicación: al depender del oxígeno del aire las municiones termobáricas son vulnerables a las condiciones atmosféricas. No funcionan bajo el agua y funcionan mal a grandes altitudes (menor densidad del aire) o con meteorología adversa (viento, lluvia, niebla). La explosión correcta depende de la exacta dispersión del combustible, y esta no es fácil de conseguir de modo sistemático. Pero su efectividad, sobre todo en entornos como complejos de túneles o en combate urbano, garantizan que se seguirán utilizando en el futuro a pesar de su elevada propensión a crear víctimas entre los civiles. FOAB o armas equivalentes forman, desgraciadamente, parte del futuro de la guerra.

Estados Unidos tomó hace una semana un decisión totalmente inesperada: usar por primera vez su bomba no-nuclear más potente, la GBU-43, conocida como Madre de Todas las Bombas. Si ellos hicieron un pueril juego de palabras con su MOAB ('massive ordnance air burst', munición masiva de explosión aérea) transformándolo en 'Mother Of All Bombs' (madre de todas las bombas), Rusia no iba a ser menos. Ni en capacidad explosiva, que de hecho supera su oferta, ni en ingenio de corto alcance. Y así nació el apodo de ‘Padre de Todas las Bombas’ (FOAB en sus siglas en inglés).

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