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Una semana en la vida de un vago moderno
  1. Tecnología
'tuppers', flores y camisas planchadas

Una semana en la vida de un vago moderno

Decenas de 'startups' se afanan en ahorrarnos tiempo... a cambio de un precio. He pasado una semana sin dar palo al agua gracias a algunas de ellas

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He querido ser vago desde bien pequeño. Tanto, que estudié para ir a la universidad y poder dedicarme a ello a tiempo completo. Pero la independencia me golpeó en la cara como un pescado frío: hay un montón de tareas incompatibles con la práctica de la pereza a nivel profesional. Lavar la ropa, limpiar la casa, ir de compras... Hasta los 10 minutos que se tarda en comer requieren un esfuerzo previo titánico. ¿Era este el fin de mis sueños de juventud? Me negaba a aceptarlo y decidí usar las nuevas tecnologías para solucionar mis problemas. Esta es mi experiencia tras una semana viviendo como un holgazán moderno.

Foto: el-auge-de-las-apps-asistente-y-como-quieren-facilitarle-la-vida-a-toda-una-generacion

Los 'smartphones' organizan nuestra semana en el tiempo que cuesta ir al baño. La vida es más cómoda, sí, pero también es un arma de doble filo que nos invita al consumismo. A mí nunca me ha pasado, pero conozco gente que gasta una pasta semanal en chorraditas de Amazon. A veces esa gente incluso soy yo. Existen 'apps' que hacen aún más fácil lo que antes solucionaba por teléfono, como pedir un taxi: mis viajes, por ejemplo, se han multiplicado desde que llegó MyTaxi. Otras son más novedosas y nos dejan visitar la consulta del médico sin salir de la cama. Parece un sueño hecho realidad.

Lunes: viene la compra

Cuento las horas que quedan para el viernes mientras espero el tren en Atocha y aprovecho para hacer la compra de la semana desde el móvil. Las opciones han surgido como setas en los últimos tiempos: yo suelo utilizar Comprea, aunque mi compañero Jaume prefiere Amazon Prime, para gustos los colores. Escogí esta 'app' porque te llaman si no encuentran algo para que puedas cambiarlo por un producto similar si quieres y porque tiene una buena variedad de productos.

El reparto se hace desde las nueve de la mañana hasta las 10 de la noche, de lunes a sábado, por un precio de 4,90 euros, aunque existen franjas 'oferta' de hasta 2,90 euros. En caso de necesitar algo urgente, te lo traen en una hora por 6,90 euros. Como siempre, pido que me lo traigan a las nueve de la noche para asegurar al cien por cien que estaré en casa. A mediodía, gracias a que puedo hacer hasta tres cambios, añado sal para el lavavajillas, que había olvidado. Mientras vuelvo a casa en el tren, me llaman: no queda yogur griego (¡maldición!). Me ofrecen un reemplazo pero lo rechazo con amabilidad. Cuando pasan ocho minutos de las nueve, llaman a la puerta. Total: 28,44 euros y una hora libre para jugar a la Play.

Martes: flores a domicilio

Hoy es San Valentín y había pensado en apoyar el consumismo de este día dedicado a los centros comerciales con unas rosas. No conozco ninguna floristería y en su día suspendí Botánica, así que tiro de Glovo, a la que llamo "la 'app' de las emergencias" porque solo la uso en esos casos. Un regalo de última hora, unos medicamentos de la farmacia, una botella de whisky el sábado por la noche... Esta aplicación de mensajería permite pedir cualquier cosa —que sea legal— con unos gastos de envío que comienzan en 1,90 euros. Hasta puedes hacer que recojan algo de tu casa y lo envíen a otra parte.

Aunque la aplicación da una opción para pedir 'lo que sea', yo voy a la categoría de 'regalos' para solicitar un ramo de rosas y especificar la hora y la dirección de entrega. Total: 19,90 euros y una preocupación menos al salir del trabajo.

Miércoles: benditos 'tuppers'

El lunes pedí comida del supermercado, pero la semana que viene no pienso cocinar. Wetaca es una empresa que te trae la comida a domicilio... ya cocinada. Los 'tuppers' de tu madre de toda la vida, vamos. Desde que mi compañera Rocío me la descubrió en verano, no hay mes que no haga un pedido. Tengo hasta el miércoles a medianoche para seleccionar varios 'tuppers' —cinco en mi caso— para pasar la semana siguiente. Estos llegan a tu casa el domingo por la tarde, aunque desde hace un tiempo se pueden pedir para el lunes, martes o incluso recogerlos en persona. Duran 10 días, se pueden congelar y permiten llevar una dieta equilibrada con verdura, legumbres, pescado y carne. Total: 30,94 euros, una dieta sana y horas y horas ahorradas en la cocina al llegar del curro.

¿Está bueno? Por mi experiencia en los últimos meses, sí. Es más, algunos platos están sorprendentemente ricos. Lo único que no suelo pedir es arroz por deformación levantina. La idea no es mala: hasta les ha salido un competidor con un nombre genial, Tupperdición. En este caso el precio es 'fijo': 35 euros por los cinco platos de la semana y una paella muy rica. Como puntos negativos está el reparto, que es los lunes y no llega fuera de la M-30, y la mayor dificultad a la hora de abrir los 'tuppers'. Además, que la pasta venga cruda (para asegurar que no se estropea) es una enorme molestia en un servicio cuyo objetivo es, precisamente, que dejemos de cocinar. De momento me quedo con Wetaca, aunque habrá que estar muy atentos a esta 'startup'.

Jueves: camisas limpias

El martes ya vi que me iba a quedar sin camisas limpias, así que hice un pedido a la lavandería 'online' Washrocks (también hubiera valido su homólogo Mr. Jeff). Esta es la única 'app' de las mencionadas en el texto que pruebo por primera vez. El motivo es doble: no me importa demasiado hacer la colada y, además, los precios son prohibitivos para el día a día: 15,50 euros por una bolsa de cinco kilogramos de ropa, 11,50 euros por dos camisas planchadas. Me animo por esta última opción.

Las horas de recogida y entrega van desde las siete de la mañana hasta las 11 de la noche y ofrecen todo tipo de servicios, desde alfombras hasta trajes. Esta vez las camisas se adelantan media hora, pero por suerte ya estaba en casa. Huelen bien y están bien planchadas. Total: 11,50 euros y la sensación de que tampoco he ahorrado tanto tiempo por este dinero. La tintorería virtual, como la física, no es apta para todos los bolsillos.

Viernes y sábado: cerrado por descanso

El fin de semana es el día de hacer cosas por mí mismo. Ser vago también agota: toca salir de casa y hablar con gente y hacer cosas antes de volver a la gandulería habitual. Como mucho, me permito el lujo de pedir un Uber para volver por la noche a casa.

Domingo: noche de pizza

El domingo por la noche está consagrado a la pizza. Tras un breve idilio con Deliveroo, me he pasado a JustEat por los continuos retrasos del primero —también porque mi pizzería favorita, la mejor de Madrid, ojo, trabaja con los segundos—. En las últimas semanas también he probado UberEats, pero los retrasos y el servicio al cliente no me han convencido. Mi pizzería permite componer la pizza con los ingredientes que tú quieras: antes, eso implicaba llamar por teléfono y decirlos todos uno a uno, doble pesadilla en caso de pedir más de una. Con JustEat los selecciono con la 'app' y, como guarda el pedido y siempre ordeno la misma, el proceso ha pasado de cinco minutos a cinco segundos.

Mientras espero, recuerdo otro caso real de holgazanería dominguera que me contaba esta semana mi compañero Jaume, quien también ha superado la ociosidad normal para salir por el otro extremo: "Me apetecía una tarrina de helado de Häagen-Dazs y eran las ocho de la tarde. Lo pedí con Prime Now y a las 11 lo tenía en casa. Me lo comí con fresas, que está más rico".

Antes que la pizza llegan los 'tuppers' de Wetaca para la semana siguiente, que procedo a almacenar en la nevera. Minutos después llega la cena y, mientras la devoro, pienso en el balance entre dinero gastado y tiempo ahorrado. Siempre digo que la gran broma en esta vida es que cuando eres joven tienes tiempo pero no tienes dinero, y cuando eres adulto tienes dinero pero no tienes tiempo. Recibir comida preparada para toda la semana son muchas horas de Netflix, consola y cómics como para despreciarlas. Eso sí, tengo que dejar de comprar libros en Amazon.

Actualización 22/03/17: Hemos añadido la prueba del servicio de tuppers a domicilio Tupperdición.

He querido ser vago desde bien pequeño. Tanto, que estudié para ir a la universidad y poder dedicarme a ello a tiempo completo. Pero la independencia me golpeó en la cara como un pescado frío: hay un montón de tareas incompatibles con la práctica de la pereza a nivel profesional. Lavar la ropa, limpiar la casa, ir de compras... Hasta los 10 minutos que se tarda en comer requieren un esfuerzo previo titánico. ¿Era este el fin de mis sueños de juventud? Me negaba a aceptarlo y decidí usar las nuevas tecnologías para solucionar mis problemas. Esta es mi experiencia tras una semana viviendo como un holgazán moderno.

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