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¿Regreso a la Luna? Por qué Trump puede devolver (por fin) el esplendor a la NASA
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¿Regreso a la Luna? Por qué Trump puede devolver (por fin) el esplendor a la NASA

El presidente electo asumirá el despacho Oval este viernes, 20 de enero, y sus asesores ya han esbozado las líneas maestras de su plan espacial: "Exploración y ciencia"

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Los asesores de Donald Trump tienen un plan para que Estados Unidos vuelva a ser el motor que impulse la exploración espacial. El presidente electo, que jurará el cargo este viernes, tiene entre manos una idea de lo que debería hacer la NASA, y el gobierno federal, en lo relativo al espacio exterior. Y sí, todo indica que la agencia va a volver a cambiar de prioridades en cuestión de meses.

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"Nuestras inversiones pasadas en exploración espacial han producido brillantes retornos para nuestra economía, seguridad y la percepción de nuestro destino como nación. Hoy, el programa espacial estadounidense necesita una nueva visión". La cita es de Robert S. Walker y Peter Navarro, dos de los asesores en materia espacial de Trump, en una columna publicada en SpaceNews el pasado mes de octubre. En ella, ambos detallaban las líneas maestras de lo que sería una NASA bajo el mandato del magnate: apuesta por la exploración del espacio exterior, mucha colaboración con la iniciativa privada y delegación de algunas tareas actuales a otras agencias.

"Las misiones principales deben estar ligadas a la exploración y la ciencia ¡e inspirar a la gente!", aseguraban los asesores del presidente electo a la hora de señalar los pilares del programa espacial de Trump. Tanto las prioridades en exploración como en ciencia van a cambiar, si nos atenemos tanto a las píldoras que han soltado los asesores como a algunas decisiones que ya ha tomado el republicano, como el nombramiento del equipo de transición de la NASA.

En la hoja de ruta del presidente está la exploración del sistema solar como el gran reto que deberá afrontar la agencia a lo largo del siglo, lo que obligará a ceder protagonismo para misiones en la órbita terrestre, que pueden ejecutar compañías privadas. Otros programas científicos centrados en el estudio de la Tierra o del cambio climático pasarían a ortas agencias, como la NOAA, encagarda del estudio de la atmósfera y los océanos.

La Estación Espacial Internacional entra dentro de esa categoría de vehículos alojados en la baja órbita terrestre y, por ello, el equipo de Trump lo tiene claro. Alargar su vida, sí (ya se ha hablado en los últimos años de una posible extensión de las operaciones hasta 2028) pero a costa de un aumento en el peso específico de la iniciativa privada. Ni siquiera se descarta la entrada de China en la gestión de la estación.

La unión de la iniciativa pública y privada es uno de los aspectos más importantes de esta nueva política espacial. En su columna, Walker y Navarro hacían referencia explícita a SpaceX ("destaca como una compañía comprometida a exportar la marca de Estados Unidos") pero también a ULA, Blue Origin, Sierra Nevada, Orbital ATK, Virgin Galactic, Paragon o Xcor. "No tiene mucho sentido desarrollar varios lanzadores a costa del dinero del contribuyente cuando su tecnología y capacidades de carga son prácticamente similares". El dardo iba dirigido al SLS, futuro lanzador de la NASA con el que la agencia espera llegar a Marte, y que se ha encontrado con el rechazo frontal de algunos nombres cercanos a Trump.

"Es un vehículo que no innova y carece de sentido", ha expresado Greg Autry, uno de los miembros del equipo de transición que también ha abogado en público por el apoyo expreso a la industria privada espacial. "Si la NASA continúa el desarrollo de una nave para viajar al espacio exterior, lanzadores como el Falcon Heavy de SpaceX puede llegar hasta Marte por un coche mucho menor que el de un cohete financiado por el gobierno". No está de más señalar que la estrecha relación entre Peter Thiel, asesor tecnológico de Trump, y Elon Musk viene de lejos, de cuando ambos lanzaron Paypal, lo que permitirá que la firma tenga una relación todavía más estrecha con la Casa Blanca.

Marte o la Luna

Cuando Barack Obama aterrizó en la Casa Blanca, en 2008, el hoy presidente saliente tomó una rápida decisión: cancelar el programa Constellation, impulsado por George W. Bush, que pretendía regresar a la Luna. Bajo el mando de Charles Bolden, la agencia ha redirigido sus esfuerzos hacia Marte con el desarrollo de la Orion y el SLS. Esos son los puntos más visibles pero se han puesto otras piedras en el camino como el desarrollo de hábitats para viajar por el espacio profundo o el desarrollo del programa comercial por el que Boeing y SpaceX enviarán astronautas a la Estación Espacial Internacional.

De nuevo, el bagaje del equipo de Trump puede dar algunas pistas de por dónde van a ir los tiros cuando el presidente ostente el poder. Charles Miller, uno de los últimos en llegar al equipo, tiene una consultora llamada NextGen Space LLC y ha trabajado con la ESA, Blue Origin y Virgin Galactic. Miller dirigió una investigación en la que se afirmaba que regresar a la Luna costaría diez veces menos de lo que supuso el programa Apolo. ¿Cómo se podría hacer? Con ayuda del sector privado para erigir la primera colonia permanente en el satélite y que sirva de paso intermedio hacia Marte.

Lo que sí parece claro es que la nueva administración resucitará el National Space Council, un comité dirigido por el vicepresidente que se encarga de supervisar toda la política espacial estadounidense y que había desaparecido bajo el mando de Obama. Aunque Pence no ha destacado a lo largo de su carrera política por abogar por temas espaciales (a diferencia de Ted Cruz, un republicano muy activo en estas lides), es probable que se encuentre con un freno si pretende anteponer la Luna a Marte.

El Senado aprobó a principios del mes de diciembre un texto en el que se incluye una referencia específica a que la exploración humana de Marte sea una de las prioridades de la NASA. Este punto, pactado entre republicanos y demócratas, pretende aportar la estabilidad necesaria para que la administración no vuelva a cambiar las prioridades de la agencia, tal y como sucedió hace ocho años con la llegada de Obama.

Aunque Trump podría modificar las prioridades de la agencia, como bien indica este texto, parece probable que las prioridades de la NASA no se van a alejar en exceso de lo que han sido hasta la fecha. Marte parece la frontera final pero la Luna y la iniciativa privada aparecen en el horizonte como la parada intermedia y el vehículo para lograr esas metas. La respuesta a todos esos interrogantes comenzará a despejarse a partir de la próxima semana.

Los asesores de Donald Trump tienen un plan para que Estados Unidos vuelva a ser el motor que impulse la exploración espacial. El presidente electo, que jurará el cargo este viernes, tiene entre manos una idea de lo que debería hacer la NASA, y el gobierno federal, en lo relativo al espacio exterior. Y sí, todo indica que la agencia va a volver a cambiar de prioridades en cuestión de meses.

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