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No es solo Madrid: otras ciudades españolas que sufren y combaten la contaminación
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por el tráfico, la industria o su situación geográfica

No es solo Madrid: otras ciudades españolas que sufren y combaten la contaminación

Ninguna iguala los niveles de la capital, pero localidades como Barcelona, Granada o Avilés también han sido noticia recientemente por su lucha contra la contaminación

Cuando se habla de ciudades contaminadas en España, Madrid se convierte en protagonista indiscutible. La gran densidad del tráfico, los periodos de estabilidad climática y la falta de corrientes de aire constantes forman sobre la capital esa ya tristemente conocida boina gris y obligan de vez en cuando al ayuntamiento a tomar medidas de emergencia como limitar la velocidad del tráfico o el número de coches que pueden acceder al centro de la ciudad.

Pero Madrid no es la única ciudad que sufre y combate la contaminación del aire en nuestro país. Aunque en la mayoría de los casos el problema no se acerca en cuanto a gravedad al que sufre la capital, hay otras ciudades que lidian con él con mediciones continuas, planes de emergencia y estrategias a medio y largo plazo.

Barcelona

Barcelona, igual que Madrid y que otras grandes áreas metropolitanas europeas supera habitualmente los límites establecidos por la UE en cuanto a contaminación del aire. El contaminante más abundante es el dióxido de nitrógeno, procedente en su mayoría de los vehículos diésel.

Esa es la principal fuente de contaminación atmosférica de Barcelona: el tráfico rodado, especialmente los coches con motor diésel y los más antiguos. También contribuyen, aunque en menor medida, las actividades industriales (especialmente las obras) y las nubes de polvo subsahariano que llegan periódicamente a través del Mediterráneo. La orografía en la que se enclava Barcelona, entre la cordillera de Collserola, el puerto, Montjuïc y el río Besòs, provoca que la contaminación se acumule durante días, especialmente en periodos anticiclónicos.

Según recoge la web del ayuntamiento barcelonés, la ciudad sufre entre tres y cinco episodios de contaminación especialmente agudos al año. Es la Generalitat la que los declara y la que pone en marcha las medidas pertinentes: se reduce la velocidad máxima permitida en los accesos a Barcelona, se establecen límites en las emisiones de las grandes industrias y se establecen campañas de comunicación en paneles de tráfico y otros soportes.

A finales de 2016, Barcelona anunciaba algunos planes que pensaba poner en marcha para atajar el problema de la contaminación a medio y largo plazo. A partir de abril de este año, los coches de gasolina matriculados antes del año 2000 y los diésel anteriores al 2006 no podrán circular durante los episodios de contaminación, y a partir de 2020 la prohibición podría ser permanente. Además, una particular versión del 'plan renove' incentivaría la sustitución de los vehículos contaminantes con abonos de transporte público gratuitos familiares durante un año.

Avilés

Los habitantes de Avilés también padecen a causa de la contaminación. La ciudad obtuvo malos resultados en la evaluación de 2016 de la calidad del aire que recoge la web del Observatorio de Salud en Asturias. Además, el ayuntamiento se veía obligado a decretar la prealerta por contaminación el pasado mes de noviembre después de que se superasen los límites diarios de partículas en suspensión en varias estaciones de la red de mediciones de contaminación atmosférica durante tres días seguidos.

En concreto, varios medidores registraron niveles de partículas superiores a los límites establecidos. La acumulación y persistencia de contaminación se debió a la estabilidad meteorológica. Normalmente, el aire tanto en horizontal por la acción del viento como en vertical por las diferencias de temperatura. El aire caliente está abajo y se enfría a medida que sube. En otoño e invierno, cuando se producen anticiclones que pueden durar varios días, estos procesos se detienen. El pasado mes de noviembre, a esto se sumó otro fenómeno natural que aumentó la cantidad de partículas en el aire: las nubes de polvo sahariano.

La Consejería de Medio Ambiente de Asturias declaró el nivel de prealerta en la zona de Avilés. El protocolo activado consiste en informar a la población de la zona afectada, en el control de las emisiones provenientes de la industria y de las actividades portuarias, limitar la circulación de vehículos de más de 3.500 kilos, especialmente los que transporten material polvoriento, baldear las carreteras, limitar el encendido de calefacciones con combustibles sólidos y prohibir las quemas agrícolas.

Granada

Granada es otra ciudad donde los problemas de contaminación ambiental son recurrentes en los últimos años. Sus estaciones de medición registran periódicamente niveles superiores a los permitidos de dióxido de nitrógeno que, si bien siguen siendo inferiores a los de Madrid y Barcelona, indican que los granadinos conviven con un riesgo cotidiano para su salud.

La principal fuente de contaminación en Granada es el tráfico, seguida de las calefacciones. Según este artículo de 'El Ideal', se estima que el 40% de las comunidades de propietarios utilizan calderas de gasóleo. Eso, unido a las escasas precipitaciones anuales y la falta de corrientes de aire, provoca la concentración de contaminantes y dificulta su dispersión.

A finales de 2016 el ayuntamiento descartó medidas de restricción al tráfico, y declaró su intención de extender las líneas de transporte público para favorecer que los granadinos dejen el coche en casa, así como un "plan de concienciación que permita el cambio de las calderas en las comunidades de vecinos".

Valencia

A finales de 2016, Joan Ribó, alcalde de Valencia, anunciaba que la Concejalía de Medio Ambiente estaba trabajando en un protocolo de emergencia por contaminación ambiental a pesar de que en la ciudad no se dan episodios relevantes de superación de los límites establecidos. Un año antes, en septiembre de 2015, Valencia sí presentaba concentraciones de contaminación que superaban la normativa y los niveles saludables.

La causa principal, igual que en Madrid y Barcelona, era el tráfico, unido a una situación anticiclónica que dificultaba la dispersión de las partículas contaminantes. Habitualmente, cuando los niveles de contaminación son menores, el aire proveniente del mar dispersa las partículas y por lo tanto los problemas de contaminación no son frecuentes.

A pesar de ello, durante la alcaldía de Rita Barberá los medidores se alejaron del centro de la ciudad, donde se concentra la mayor parte del tráfico, y se colocaron en zonas más verdes y espacios abiertos donde las concentraciones de partículas contaminantes son siempre menores. La oposición pidió a la Comisión Europea que investigase los niveles de contaminación reales que soportaban los valencianos, asegurando que eran mayores de lo que revelaban las cifras oficiales.

La Línea de la Concepción

En 2014, la Organización Mundial de la Salud publicaba un informe en el que analizaba los niveles de partículas pequeñas en suspensión de miles de ciudades en el mundo, entre ellas 46 españolas. De estas últimas, La Línea de la Concepción, en Cádiz, aparecía en primer lugar. Las causas de la menor calidad del aire eran las fábricas y el intenso tráfico de vehículos para cruzar a Gibraltar.

La Junta de Andalucía cuenta con planes de mejora de la calidad del aire aprobados para determinadas áreas de la comunidad donde esta cuestión es especialmente problemática. Entre ellas se encuentra la Bahía de Algeciras, que engloba la Línea de la Concepción. En ese plan se incluyen medidas como mejorar la cobertura de líneas de bus urbano y renovar su flota, fomentar los desplazamientos a pie y el uso del carril bici, limpiar las vías de circulación para evitar que la circulación levante polvo y fomentar la conducción eficiente.

Cuando se habla de ciudades contaminadas en España, Madrid se convierte en protagonista indiscutible. La gran densidad del tráfico, los periodos de estabilidad climática y la falta de corrientes de aire constantes forman sobre la capital esa ya tristemente conocida boina gris y obligan de vez en cuando al ayuntamiento a tomar medidas de emergencia como limitar la velocidad del tráfico o el número de coches que pueden acceder al centro de la ciudad.

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