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Sí, la caza y la conservación de las especies es posible (menos en España)
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desde el punto de vista científico

Sí, la caza y la conservación de las especies es posible (menos en España)

Un informe científico recoge las condiciones para que la caza sea compatible con la conservación de las especies. En España no se cumple casi ninguna de ellas

Foto: El urogallo cantábrico está en riesgo de extinción debido a la caza de los machos de la especie como trofeo
El urogallo cantábrico está en riesgo de extinción debido a la caza de los machos de la especie como trofeo

La caza ha pasado con el tiempo de ser una actividad básica para la alimentación y la supervivencia a convertirse en un deporte que apasiona a los que lo practican, horroriza a sus detractores. Pero más allá del legítimo debate ético, es una actividad que debe estar regida por principios científicos para evitar que su ejercicio cause un daño permanente en la naturaleza.

"El debate sobre la caza tiene un componente ético, basado en el efecto sobre el individuo cazado, y en eso cada uno tenemos nuestra opinión; y tiene también un componente técnico, científico, que es el efecto sobre las poblaciones y sus hábitats, y ese debe basarse en datos y evidencias", explica Mario Díaz, profesor de investigación del Museo Nacional de Ciencias Naturales (perteneciente al CSIC) y presidente del Comité Científico de SEO/Birdlife. Ese comité ha elaborado un informe en el que señala en qué condiciones la caza es compatible con la conservación... y por qué España apenas cumple ninguna.

"La línea roja científica en la gestión de la caza debe ser que nadie se apropie de una especie o espacio concretos, y que estos estén disponibles para el disfrute de otros colectivos", señala Díaz.

1. Que no sea irreversible

Foto: el-urogallo-cantabrico-en-peligro-de-extincion-debido-a-la-caza

Parece lógico, pero hay que empezar por lo más básico: el número de piezas cazadas de una especie no puede superar la capacidad de los animales para reproducirse y mantener la población. Por el mismo motivo, no se pueden dirigir esas capturas a un sexo o grupo de edad concreto, o a animales con unas características determinadas (tamaño o cornamenta, por ejemplo). Tampoco se deben introducir variedades genéticas foráneas con el objetivo de ser cazadas ni llevar a la reducción por endogamia a las poblaciones que viven aisladas en un terreno vallado.

Los autores del informe señalan que a pesar de lo básico de estas condiciones para mantener las poblaciones de animales silvestres en números saludables, esto no siempre se cumple en nuestro país. "Los métodos de seguimiento tanto de las poblaciones como de las capturas son claramente imperfectos e imprecisos para muchas especies y regiones", señalan, la caza basada en trofeos está sesgada hacia los machos adultos y la introducción de variedades genéticas foráneas, aunque es ilegal, sigue ocurriendo.

2. Que se gestione pensando en su sostenibilidad

Puesto que la caza no debe causar daños irreversibles, el número de animales que se pueden abatir no debe calcularse basándose en lo que demandan los cazadores, sino en la capacidad de las poblaciones para mantenerse. El desajuste entre ambos, señala el comité científico de SEO/Birdlife, es la causa principal de las alteraciones más graves que sufren las poblaciones en nuestro país.

Existe una tendencia creciente a la utilización de animales criados en granja y liberados al medio natural para ser capturados

"Existe una tendencia creciente, tanto en nuestro país como en otros, a la utilización de animales criados en granja y liberados posteriormente al medio natural para ser capturados". El resultado es que la caza se convierte en algo artificial que lleva a la sobreexplotación de las poblaciones silvestres que conviven con las liberadas. Esa liberación se suele realizar, además, sin controles genéticos ni sanitarios, lo que puede conllevar hibridaciones entre especies liberadas y silvestres, epidemias y disminución en el número de animales silvestres.

3. Que se cuiden también sus hábitats

Tan importantes son los animales como el entorno en el que viven, que es el que les proporciona los recursos de los que dependen. De hecho, el informe señala que cuando la gestión de la caza es la correcta, esta ha servido para favorecer la conservación de hábitats en los que viven también otras especies.

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Por eso, piden a las autoridades que se beneficie a aquellas asociaciones y entidades de cazadores que cuidan correctamente de los territorios en los que practican esta actividad, y que se penalice a las que no lo hacen.

4. Que no afecte a otras especies

La caza de una especie puede afectar de distintas formas a las demás especies que conviven con ella. Por ejemplo, por el estrés que causan el ruido o la presencia de cazadores y perros, por el uso de municiones de plomo (prohibidas pero todavía en uso), por las limitaciones al movimiento que supone la instalación de vallas o por la eliminación de carnívoros (como el lobo), entre otros. Para que la caza sea una actividad científicamente sostenible debe asegurarse de que su efecto sobre otras especies tampoco sea irreversible.

Foto: Lobo ibérico. (Arturo de Frías Marques. Wikipedia)

Para que esto se cumpla, el informe pide la conservación de zonas tranquilas en todos los territorios de caza, especialmente en aquellos lugares donde convivan especies amenazadas con otras que sí se pueden cazar. También que los propios cazadores se aseguren de que cumplen las normas que prohíben el uso de municiones del plomo, que los vallados no impidan moverse a otros animales, que el control de los depredadores se haga siguiendo criterios científicos...

5. Que se cumpla la ley

"Aunque el control de depredadores debe restringirse a determinadas especies, en ocasiones también afecta a especies protegidas por la ley por el uso de métodos ilegales, como cepos, lazos o venenos. Métodos de caza como el parany o el silvestrismo son ilegales pero siguen practicándose y defendiéndose desde parte del colectivo cinegético", señala el informe. Que se cumpla la ley, como en cualquier otra actividad, y que los propios cazadores se impliquen en ello, es por tanto una de las condiciones.

6. Integrar la caza con otros usos

Cuando la caza coexiste con la agricultura, la ganadería o el turismo medioambiental es cuando se potencian sus aspectos positivos para la conservación del territorio, algo que se conseguiría al "revalorizar la caza recreativa como actividad turística de calidad en zonas bien conservadas".

placeholder Gredos mountains, Avila, Spain
Gredos mountains, Avila, Spain

7. Que las autoridades tomen medidas

La Ley de Patrimonio Natural y Diversidad, que el informe cita en varias ocasiones, establece que si la gestión de la caza en una finca afecta negativamente a la sostenibilidad de los recursos las administraciones podrán suspender los derechos de caza.

Además, los periodos en los que esta actividad está permitida deberían revisarse siguiendo criterios científicos según las características de cada especie, y hacerse cumplir con firmeza. Según los autores del informe, las vedas anuales pueden ser ineficaces según los ciclos reproductivos de cada animal, y gestionar a base de territorios pequeños es inadecuado para especies migratorias o que requieren espacios mayores.

La caza ha pasado con el tiempo de ser una actividad básica para la alimentación y la supervivencia a convertirse en un deporte que apasiona a los que lo practican, horroriza a sus detractores. Pero más allá del legítimo debate ético, es una actividad que debe estar regida por principios científicos para evitar que su ejercicio cause un daño permanente en la naturaleza.

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