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Pánico al sexo en internet: cómo fracasó la batalla contra el porno 'online' en los 90
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a raíz de un estudio y un artículo en time

Pánico al sexo en internet: cómo fracasó la batalla contra el porno 'online' en los 90

El padre de la ley de Godwin luchó para desmentir un controvertido estudio sobre la abundancia de pornografía en la red

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El rostro de un niño aterrorizado mirando una pantalla y un gran 'ciberporno' en mayúsculas para anunciar una exclusiva: "Un nuevo estudio demuestra cuán persuasivo y salvaje realmente es. ¿Podemos proteger a nuestros hijos y la libertad de expresión?" En 1995, dos años después de que naciese la primera página web, la revista Time se hacía eco de un controvertido estudio que acabaría enfrentando a los usuarios de los foros de Usenet con el mismísimo Congreso de Estados Unidos.

Foto:  Borja Mera, en el centro de la imagen con sudadera, es el fundador de Techpump.

"Una de la cosas que quedó clara cuando los ordenadores y después internet fueron comunes entre los americanos [...] era que la gente usaría el nuevo medio para hablar sobre sexo o para compartir contenido sexual y era algo que esperábamos", explica Mike Godwin a Teknautas.

Primer abogado de la prestigiosa Electronic Frontier Foundation, que defiende las libertades civiles en la Red, Mike ya había promulgado por entonces la ley que ideó como una broma pero que se convirtió en uno de los mandamientos de internet. "A medida que una discusión online se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno", reza la ley de Godwin, que incluso cuenta ya con entrada propia en el diccionario de Oxford.

A medida que una discusión online se alarga, la probabilidad de que Hitler aparezca en una comparación tiende a uno

Como Godwin era consciente de las consecuencias de que el porno llegara (también) a internet, se marcó la meta de "exponer la falsedad del estudio" que ocupaba la alarmante portada de Time y que podía afectar al futuro de la libre expresión en internet cuando tan solo 16 millones de personas la usaban. "Mucha gente me ayudó a desafiar el pánico", rememora.

La revista Time explicaba que el estudio sobre ciberporno, elaborado por un grupo de investigadores de la prestigiosa Universidad Carnegie Mellon, destapaba que "había una terrible cantidad de pornografía online". Según el análisis, había más de 900.000 imágenes, archivos de vídeo o relatos sexualmente explícitos en los grupos de Usenet.

The 20-year-old ‘Cyberporn’ Time cover is an early example of the Web’s corrective power. http://t.co/Gly7Tbfb9c pic.twitter.com/IXL4HuoY65

Supuestamente, el 83,5% de todas las fotografías de estos foros eran pornográficas. Además, en los Sistemas de Tablón de Anuncios (BBS por sus siglas en inglés) para adultos había una gran demanda de imágenes de contenido parafílico e incluso pedófilo, según el estudio.

El estudio que llegó al Congreso...

Detrás del análisis había un autor principal, Marty Rimm, que ni siquiera había acabado la carrera de Ingeniería Informática y Eléctrica. El estudio que vertería "combustible en un debate ya explosivo", según Time, fue publicado por el Georgetown Law Journal. El periodista tenía razón. No solo la cadena de televisión ABC publicitó el controvertido estudio, sino que hasta algún senador tomó nota.

El debate sobre la necesidad de poner vallas a internet estaba en su momento álgido por entonces. "La autopista de la información no debería convertirse en un barrio rojo", afirmaba el senador demócrata James Exon en la cámara a principios de 1995. Presentaba entonces una serie de medidas como parte de la llamada Ley de Decencia de las Comunicaciones (CDA por sus siglas en inglés) para resolver el problema del porno. "Una vez aprobada, nuestros niños y familias estarán mejor protegidos de aquellos que naveguen electrónicamente por el mundo digital para atraer a los niños en comunicaciones y presentaciones inapropiadas".

A principios de 1995 se presentó la llamada Ley de Decencia de las Comunicaciones para resolver el problema del porno

Tras la publicación del artículo en Time, el senador republicano Charles Grassley incluso lo sacó a relucir en el Congreso, generalizando con que el 83,5% de "todas las imágenes disponibles en internet" eran pornográficas. "Este no es un estudio hecho por alguna organización religiosa", destacaba el senador. Lo señaló como una fuente fiable.

Por su parte, Mike Godwin dudaba de la veracidad de la investigación aún antes de que la revista Time avanzara sus conclusiones. "Marty Rimm contactó conmigo el año anterior de publicar el artículo porque intentaba tener mi validación para publicarlo, y me negué porque él no me enseñó el estudio en sí", recuerda el abogado. Por ello, advirtió a Time de sus reparos cuando se anunció la publicación del estudio. A su juicio, decidieron seguir adelante porque la revista había explicado ya las bondades de internet y "contar una historia sobre niños expuestos a la pornografía de internet era más interesante de narrar en 1995".

… y resultó ser engañoso

Poco después de que se publicara el artículo, algunos usuarios comenzaron a unirse para sacarle los fallos a través de Usenet, la comunidad virtual The Well o por correo electrónico. "Hice una lista de la gente para que me ayudara a refutar esas afirmaciones”, rememora Godwin. El abogado se puso en contacto entonces con dos profesores de Dirección de Empresas de la Universidad de Vanderbilt que habían desarrollado modelos cuantitativos para medir el tráfico de la web, a los que tampoco habían dejado leer el estudio completo previamente.

Ambos criticaron exhaustivamente las conclusiones del estudio por sus errores metodológicos. Afirmar que "el 83,5% de las imágenes de Usenet eran pornográficas" era "engañoso", según estos investigadores. Rimm se había limitado a analizar tan solo 32 grupos de noticias, de los cuales 17 eran considerados por él pornográficos, sin detallar tampoco cómo había obtenido esos resultados.

David G. Post, profesor asociado de Derecho en la propia Universidad de Georgetown, afirmó que el estudio debía haberse sometido a una "revisión por pares más robusta" y observó algunas "rarezas metodológicas". Hasta uno de los investigadores que analizaba el contenido de Usenet, cuyo trabajo Rimm mencionaba en su estudio, criticaba su "ausencia de credibilidad científica". Godwin incluso investigó los posibles lazos entre Marty Rimm y los activistas antiporno.

La cruzada por desacreditar el estudio llegó incluso a que algunos indagaran en la vida de su desconocido autor. El periódico Press of the Atlantic City descubrió que, unos años antes, mientras trabajaba en un casino, Rimm había autopublicado An American Playground (Un parque infantil americano), una colección de relatos cortos sobre un joven pintor que descubría los casinos del mismísimo Donald Trump.

Un empleado del casino Taj Mahal de Atlantic City, propiedad del presidente electo de Estados Unidos, encontró un panfleto en el que el magnate decía que el libro de Rimm era "uno de los eventos literarios de los 90". El folleto era falso, así que la Division of Gaming Enforcement, encargada de vigilar la industria del juego, investigó el caso. También se dijo que Marty Rimm se había hecho pasar por un jeque árabe para infiltrarse en los casinos y escribir un libro del que negó ser autor.

Tras conceder alguna entrevista mostrando su sorpresa por cómo estaban sucediendo los acontecimientos —"el infierno no tiene furia como la de un desprecio en internet", decía sobre él The New York Times— Marty Rimm se borró del mapa. Mientras, el periodista que había escrito el artículo en Time, Philip Elmer-DeWitt, era cuestionado por la prensa, se sintió como el hombre más odiado de internet y su artículo pasaba a la historia del "gran pánico al sexo en internet" de 1995, como Godwin lo denominó.

La fracasada ley para frenar el porno

Influyera más o menos la publicación del controvertido estudio, lo cierto es que el Congreso mostró su temor al ciberporno aprobando la polémica Ley de Decencia de las Comunicaciones al poco tiempo. En ella se prohibía enviar o mostrar "ningún comentario, solicitud, sugerencia, propuesta o imagen u otras comunicaciones" que fueran sexuales en un modo "patentemente ofensivo" a menores de edad, con sanciones de multa o cárcel para los que la vulnerasen.

La Electronic Frontier Foundation o la American Civil Liberties Union (ACLU), con Godwin como parte del equipo, arremetieron contra parte de ella, alegando que era inconstitucional y restringía la libertad de expresión. Finalmente, el Tribunal Supremo determinó que esas cláusulas clave eran inconstitucionales en 1997, lo que supuso una derrota para el Gobierno de Bill Clinton.

Los críticos con el estudio afirmaron que debía haberse sometido a una "revisión por pares más robusta" y que tenía "rarezas metodológicas"

El abogado está orgulloso de su labor en los 90 para conseguir frenar el núcleo duro de una ley que podría haber limitado la libertad en internet. "Podríamos haber perdido [....] e internet sería diferente", señala con orgullo.

Sin embargo, curiosamente, la sección 230 de la famosa ley sí se mantuvo y acabó dando forma a la internet actual: estipulaba que los proveedores de servicios informáticos interactivos no son responsables del contenido que los usuarios suben al sitio. Facebook, YouTube, Twitter o Reddit son posibles tal y como las conocemos gracias a la protección que les concede, pese a que la ley estuviera ideada en principio para frenar el porno en la Red.

Recientemente, el senador Ron Wyden ha explicado que redactó el apartado 230 en el último momento, para "evitar demandas que pudieran frenar las nuevas plataformas para el comercio, la educación y el diálogo".

Aunque en los 90 el senador Exon se preocupaba por la protección de los usuarios, no reparó en que las víctimas también serían las protagonistas de las imágenes. Hace unos meses, se presentaba en Estados Unidos un proyecto de ley para luchar contra el llamado porno por venganza (revenge porn). 34 estados han aprobado ya leyes contra la distribución de imágenes sexuales sin consentimiento. En Oregón, un hombre acaba de ser condenado a seis meses de prisión por publicar vídeos de su expareja.

La sección 230 de ley se mantuvo: estipulaba que los proveedores de servicios no son responsables de los contenidos de los usuarios

Obviamente, el problema no es exclusivo de Estados Unidos. Hace solo unos meses, la joven italiana Tiziana Cantone se suicidó después de que su exnovio colgara en varias webs vídeos en los que se la veía manteniendo relaciones sexuales. La justicia italiana ordenó a varias webs suprimirlos pocos días antes, pero fue condenada a pagar 20.000 euros en concepto de costas. Mientras tanto, el conservadurismo indiscriminado de Facebook sigue siendo criticado por los usuarios.

¿Qué pensará de la evolución de internet Marty Rimm, aquel estudiante de la Universidad Carnegie Mellon que sufrió la ira de los primeros internautas? En el vigésimo aniversario de la publicación de aquel artículo sobre el ciberporno protagonizado por un niño aterrorizado, el periodista Philip Elmer-DeWitt recaudó 1.600 dólares (1.480 euros) en Kickstarter para contratar a un detective privado que localizara a aquel estudiante que perjudicó su carrera. Tal vez consciente de que la Red no olvida, el periodista descubrió que utilizaba otro nombre. Aunque llegó a encontrarlo, respetó su decisión de continuar oculto a los ojos de internet.

El rostro de un niño aterrorizado mirando una pantalla y un gran 'ciberporno' en mayúsculas para anunciar una exclusiva: "Un nuevo estudio demuestra cuán persuasivo y salvaje realmente es. ¿Podemos proteger a nuestros hijos y la libertad de expresión?" En 1995, dos años después de que naciese la primera página web, la revista Time se hacía eco de un controvertido estudio que acabaría enfrentando a los usuarios de los foros de Usenet con el mismísimo Congreso de Estados Unidos.

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