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Cuñadismos tecnológicos que oirás en cenas y comidas navideñas (y cómo combatirlos)
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Cuñadismos tecnológicos que oirás en cenas y comidas navideñas (y cómo combatirlos)

La gente está idiota con el móvil, los robots nos van a quitar el trabajo, la tecnología española es un fraude y que sí, cuñao, que lo que tú digas. Come y calla, anda.

Foto: ¡Los chinos nos comen nos comen los chinos!
¡Los chinos nos comen nos comen los chinos!

Ya está aquí la Nochebuena y Navidad y, como siempre, un clásico: el cuñadismo de quien, sin tener nada en común contigo a lo largo del año, de repente comparte mesa y reflexiones más o menos banales. Y eso, en lo que a conversaciones tecnológicas se refiere, tiene mucho peligro.

Foto: cunadismo-tecnologico-por-que-insistimos-en-decir-a-las-empresas-lo-que-deben-hacer Opinión

En realidad esto del cuñadismo es un concepto que ha pasado de ultranovedoso a cansino y, quizá, un pelín prepotente, pero sigue siendo válido. Porque el cuñadismo no sólo es hablar de lo que no se sabe, sino también sacar conclusiones simplonas a partir de generalidades estúpidas. Y eso, amigos, lo hemos hecho todos: lo hace el que te dice que él esos langostinos los consigue mejores y más baratos (porque es amigo de un pescador gallego), lo hace el que te dice que si Cataluña se independiza el Barça deberá jugar la liga catalana y, sí, también lo hacemos los que alguna vez hemos compartido el estúpido gráfico (que además era falso) que relaciona la tasa de fracaso escolar en España con el número de ediciones de Gran Hermano.

Sea como fuere, lo cierto es que esta cena de Nochebuena o comida de Navidad seguramente te enfrentes a varios cuñadismos relacionados con el mundo tecnológico, y conviene que sepas contrarrestarlos para que haya un debate verdaderamente constructivo (o para ganar, vaya, lo que prefieras). Ahí van algunos.

1. "Está la gente idiota con el móvil"

Un clásico que, por desgracia, no termina de largarse. Lo habrás oído mucho: que la gente está atontada, que todo el día con la pantallita, que madre mía, que los críos ya no salen al parque a jugar al fútbol y a tirarse piedras entre ellos (¡!), etc.

Lo malo de este clásico cuñado –quizá por eso perdura tanto– es que toca todos los palos: no sólo lo saca el cuñado típico, ese fanfarrón ranciete, sino que últimamente también se ha convertido en la bandera perfecta de bastante gente de izquierdas: que lo móviles nos tienen absortos, que el Metro es una colección de momias con móvil (eso antes no pasaba), que la gente ya no habla entre sí (cierto, cuánto echo de menos ponerme a hablar con cualquier desconocido), que los chavales prefieren mirar el móvil antes que a Rembrandt (¡quién lo hubiera imaginado!), que nos estamos deshumanizando...

Los chavales prefieren el móvil a un cuadro de Rembrandt; ¿quién lo habría imaginado?

En realidad, estas dos tendencias se resumen en una sola: tecnofobia disfrazada. Unos la disfrazan de 'sentido común' y otros de romanticismo nostálgico, pero no es más que tecnofobia. Una pataleta de alguien que odia la tecnología, básicamente, porque no la entiende.

Porque seguro que un pelín adictos al móvil sí que somos, pero no hagamos un análisis simplista: el teléfono no sólo se ha convertido en una extensión de nuestro propio cuerpo, sino que además nos abre la puerta a un universo de conocimiento prácticamente infinito. Recuérdalo esta noche: criticar la (aparente) dependencia de la tecnología puede ser lícito, pero caminar hacia la tecnofobia no.

2. "Los robots nos quitarán el trabajo"

Mira, este tema sí es interesante. Además todavía no es (demasiado) frecuente, así que si quieres ve preparándotelo, porque seguramente acabe formando parte de tus cenas navideñas durante algunos años.

Este debate define lo que podría ser el cuñadismo perfecto: una frase que quizá no pueda desmentirse tajantemente –ya que algo de razón puede llevar–, pero que deja muchos elementos fuera para que el cuñado pueda sacar la conclusión que a él le dé la gana.

Lo malo del tema de los robots y los empleos es que, a día de hoy, todavia no nos lo estamos tomando lo suficientemente en serio como para hacer estudios rigurosos y que se parezcan entre sí. Porque basta con echar un ojo a lo publicado para observar preocupantes contradicciones: Oxford asegura que los robots podrán 'robarnos' hasta el 47% de los empleos y Frey y Osborne lo dejan en un 43%, pero la OCDE reduce esa cifra hasta el 9% (12% en el caso de España). Por su parte, el Foro Económico Mundial da una de cal y otra de arena: los robots nos robarán hasta 7,1 millones de empleos, pero no hay que preocuparse (demasiado): el 65% de las profesiones que desempeñarán los bebés nacidos este año aún no han sido creadas.

Los tecnófobos dicen que los robots nos mandarán al paro, pero los tecnófilos creen que se crearán nuevos empleos

Al final, la consecuencia de esta disparidad de datos es que cada cual acaba llevando el ascua a su sardina: por un lado, los tecnófobos dicen que los robots acabarán con todo y los modelos laborales se vendrán abajo; por otro, los tecnófilos dicen que no hay por qué preocuparse, que los robots eliminarán algunos trabajos, pero se crearán otros nuevos, como en cualquier otra revolución industrial. Dependiendo del tipo de cuñado que seas, coge el bando que más te guste y defiéndolo sin matices.

En cualquier caso, el tema de los robots y los empleos va a acabar siendo socialmente espinoso más pronto que tarde, así que cuando salga en tu cena te proponemos que lo derives hacia otro debate mucho más divertido: ¿podremos enamorarnos de un robot?

3. "Yo no me compro un móvil chino ni loco"

Seguro que, desde hace unos años, en un momento dado de la cena todos sacáis el móvil y, claro, es inevitable comparar. Si tu cuñado ve que el tuyo es chino, no tardará en decirte que él no se fía de los móviles chinos, que a saber cuánto te dura, que a saber de qué está hecho, que a saber si eso es un móvil y no un boli bic, que madre mía los chinos. Si te dice eso, enhorabuena: tu cuñado es Julián López.

Sentimos decírtelo, pero tu cuñado es un rancio. Además, es que la cosa no se sostiene por ningún lado. Y es que hace años que en Occidente estamos acostumbrados a compañías chinas que no sólo hacen móviles más que dignos, sino que incluso, en ocasiones, llegan a superar a los más famosos (y caros): Huawei, Xiaomi, Lenovo, Meizu o ZTE pueden dar buena cuenta de ello.

Pero nada, oye, si tu cuñado decide que necesita un móvil supersónico para subir fotos a Facebook, pues nada, que se gaste 850 euros y así se queda tranquilo.

4. "¿Tecnología española? Sí, como Gowex y Zetta"

Si bien es cierto que el cuñadismo puede pecar de cierto patriotismo, en ocasiones también suele irse al derrotismo, sobre todo en esos aspectos que el cuñado no entiende. Porque si un cuñado no entiende algo, es literalmente imposible que otro español sí pueda entenderlo.

De modo que, cuando alguien oye hablar de tecnología española, siempre se pone en lo peor. Hace años se hablaba de Gowex, pero este año Jenaro García ha encontrado dignos sucesores: se trata de Zetta Smartphones, la grandilocuente estafa que se autoproclamó 'el iPhone extremeño' o 'el iPhone de la bellota', con el consiguiente timo a sus compradores.

Si un cuñado no entiende algo, es imposible que otro español sí pueda entenderlo

Decir que toda la tecnología española no es Gowex ni Zetta es una obviedad, pero conviene recordarlo. ¿Hay estafadores en las empresas tecnológicas españolas? Claro, los mismos que en cualquier otro sector. Punto. Si te cabrea que tu cuñado ningunee la tecnología española simplemente porque no tiene ni idea del asunto, ponle algunos ejemplos.

Cuéntale que PLD Space es la primera empresa privada de Europa que desarrolla un motor de combustible líquido reutilizable para cohetes, que Privalia construyó un gigante de 500 millones de euros, que Talgo construye trenes entre Berlín y Moscú, que Techpump factura 9 millones anuales en países de medio mundo o que Carto diseña tecnología de mapas que son usados por la ONU, Google o la NASA, entre otros.

Dicho esto, ya estás preparado para comer en paz. Y recuerda: si en tu familia no detectas a ningún cuñado... a lo mejor es que el cuñado eres tú.

Ya está aquí la Nochebuena y Navidad y, como siempre, un clásico: el cuñadismo de quien, sin tener nada en común contigo a lo largo del año, de repente comparte mesa y reflexiones más o menos banales. Y eso, en lo que a conversaciones tecnológicas se refiere, tiene mucho peligro.

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