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LAKI, el ratón que rejuveneció

LAKI, el ratón que rejuveneció

Científicos españoles han conseguido por primera vez reprogramar parcialmente las células de ratones vivos para revertir los síntomas de envejecimiento en la piel, el riñón, el estómago y el sistema cardiovascular, prolongando su vida de 18 a 24 semanas, demostrando así, según los autores, que el envejecimiento es algo plástico, dinámico.

por Rocío P. Benavente

“Durante muchos años se ha creído que el envejecimiento progresa en una sola dirección, primero somos jóvenes y posteriormente somos mayores. Esta era la norma establecida y no podíamos hacer nada para alterarla”, explica Juan Carlos Izpisúa, investigador español del Instituto Salk de La Jolla, en Californa. Ahora, asegura, su equipo ha demostrado que el envejecimiento puede retrasarse e incluso revertirse. En la investigación participan también científicos de la Universidad Católica de Murcia, de la Universidad de Barcelona y de la Clínica Cemtro de Madrid.

Aunque no es una técnica nueva, esta es la primera vez que la reprogramación celular tiene un efecto positivo sobre un animal vivo. Para conseguirlo, los científicos acortaron el periodo de inducción de la reprogramación, evitando que llegase a ser completa: en vez de convertirse en células madre pluripotentes (el fin último de la reprogramación), las células tratadas seguían siendo el mismo tipo de célula, pero reduciendo los síntomas del envejecimiento.

¿Quiere esto decir que la eterna juventud está cerca? Quizá un poco más, pero queda mucho que andar todavía. Izpisúa explica que su equipo trabaja ahora para desarrollar compuestos químicos que induzcan el rejuvenecimiento celular, mucho más sencillos de aplicar en la práctica clínica que el método conocido y utilizado hasta ahora y por tanto más cercano a su uso en humanos. “Este tipo de compuestos podría estar en ensayos clínicos en los próximos años”.

La progeria es una enfermedad extremadamente rara (la padece uno de cada 7 millones de nacidos vivos, y también LAKI, la cepa de ratones utilizada en este estudio) de origen genético que causa un envejecimiento brusco y prematuro.

La causa es una mutación en un gen que afecta a unas proteínas llamadas laminas A y C. Estas proteínas forman una estructura en el interior de la envoltura del núcleo de las células. De alguna forma que los científicos todavía siguen estudiando, esa estructura está relacionada con los síntomas de senectud celular.

Una forma de enfocar el estudio y tratamiento de las enfermedades genéticas es interviniendo sobre los genes, y otra, sobre los elementos que interactúan con los genes, es decir, mediante la epigenética. Para tratar la enfermedad de LAKI, los investigadores españoles se preguntaron si sería posible actuar sobre la epigenética, sin tocar su genoma. Concretamente, si podrían utilizar una técnica denominada reprogramación celular.

La reprogramación celular no es nueva. En 2012 el japonés Shinya Yamanaka y el británico John B. Gurdon compartieron el Premio Nobel de Medicina por el descubrimiento de que las células maduras de los órganos, especializadas para cumplir con una función concreta, pueden ser 'desespecializadas' y convertidas en células madre dotadas de varias características que las hacen científicamente interesantes; entre ellas, que son capaces de multiplicarse y tienen el potencial de diferenciarse en cualquier otra célula del cuerpo. Para lograrlo solo hay que introducir en ellas cuatro genes, conocidos como los factores de Yamanaka, que activan el proceso.

Esto quiere decir, por ejemplo, que un trasplante de órgano nunca volvería a ser rechazado porque el órgano se 'cultivaría' a partir de las células del propio paciente. También que cualquier tejido dañado, enfermo o envejecido podría ser sustituido por otro genéticamente idéntico. Muchas enfermedades encontrarían cura y la esperanza de vida se prolongaría. Burlar a la muerte ya no sería algo tan lejano...

No tan rápido. La reprogramación celular es posible, pero también muy compleja: tarda entre 2 y 3 semanas en completarse, las células pasan por varios estados intermedios y no todas lo hacen a la misma velocidad. Pero el problema más grave hasta la fecha es que las células madre pluripotentes inducidas que resultan de este proceso pueden desencadenar tumores. Después de todo, el cáncer es una enfermedad causada porque algunas células del organismo se reproducen sin control. Una célula madura que recupera la capacidad de multiplicarse es de alguna forma la otra cara de la misma moneda.

Por suerte para LAKI, sus células no necesitaban desdiferenciarse por completo. En vez de aplicar el tratamiento con los factores de Yamanaka durante los 15-20 días habituales, los científicos del estudio lo hicieron durante 2 días cada semana. Así, lograron una reprogramación parcial que dejó a sus células a media transformación. Eso quiere decir que las células de la piel de LAKI seguían siendo células epidérmicas, pero la estructura de sus núcleos celulares se había restaurado y el daño acumulado en su ADN se había corregido. Como resultado, LAKI vio crecer su esperanza de vida de 18 a 24 semanas. Resultados similares se observaron en ratones viejos sin progeria.

La idea de la eterna juventud es seductora y quizá algún día podamos pensar en el envejecimiento como una enfermedad más, superable para todo el que tenga acceso a tratamiento necesario, pero ese momento no ha llegado todavía y falta mucho camino por recorrer. Los modelos en ratones vivos son un avance respecto a los cultivos celulares in vitro (en los que sí se trabaja con células humanas), pero siguen estando lejos de ser directamente trasladables a humanos. Por otro lado, el envejecimiento es un proceso complejo y no todos sus factores se conocen y comprenden del todo.