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No todo es malo: diez ideas de 2016 para cambiar el mundo (y nuestras vidas)
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nuevas medicinas, nuevos materiales...

No todo es malo: diez ideas de 2016 para cambiar el mundo (y nuestras vidas)

Ha sido el año de Trump y del Brexit, de la parálisis política, de la muerte de David Bowie. Pero también ha habido cosas buenas. Entre ellas, estas 10 ideas y tecnologías geniales

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Ha sido el año de Trump y el año del Brexit, el año de la parálisis política y las eternas nuevas elecciones, el año en que nos despedimos de David Bowie, de Prince y de Leonard Cohen. Así visto, cualquiera podría concluir que 2016 está siendo un mal año, un año pésimo. Y con razón.

Pero un año da para mucho, y más aún cuando todavía no se ha terminado. Entre otras cosas, da para muchas, muchas ideas. Es difícil predecir a priori cuáles de ellas terminarán cambiando nuestro mundo (¿acaso sabía Gutenberg la que se iba a liar con su imprenta cuando se le ocurrió la dichosa idea?), pero no cuáles tienen todo lo necesario para mejorar nuestras vidas. Es lo que ha hecho 'Scientific American', que en su número de diciembre elige diez ideas surgidas en 2016 con el potencial de solucionar problemas y mejorar nuestras vidas.

1. Baterías que 'consumen' dióxido de carbono

A estas alturas, limitar las emisiones de gas con efecto invernadero puede no ser suficiente para frenar el cambio climático y el aumento de las temperaturas que se nos viene encima. Puede que la única solución posible sea extraer parte de esos gases, especialmente el dióxido de carbono, algo que no es ni sencillo ni barato. Un avance conocido este año podría venir a echar una mano; la posibilidad de utilizar el CO2 de la atmósfera para la construcción de baterías.

Un equipo interdisciplinar compuesto por científicos de la Universidad de Vanderbilt y la Universidad George Washington anunciaban en el mes de marzo un método para que los vehículos eléctricos no solo fuesen neutrales en emisiones de carbono, sino que redujesen la cantidad de CO2 de la atmósfera al funcionar.

Lo hicieron al demostrar que los electrodos de grafito de las baterías de ion-litio que utilizan esos vehículos podían ser sustituidos por material carbónico extraído de la atmósfera. El equipo adaptó un proceso, impulsado con energía solar, que convierte el dióxido de carbono en carbono para convertirlo en nanotubos de carbono que pudiesen ser incorporados tanto a baterías de ion-litio como las empleadas en vehículos eléctricos y dispositivos electrónicos como a baterías de ion-sodio, en desarrollo para aplicaciones a gran escala, como las baterías domésticas.

2. Sacar antibióticos nuevos de la nada

Si todo sigue como hasta ahora, nos dirigimos hacia un mundo sin antibióticos. El que ha sido uno de los grandes avances de la medicina, que nos ha permitido superar infecciones que antes eran mortales de necesidad, se nos escapa entre las manos a causa del mal uso y de las resistencias desarrolladas por sus objetivos, las bacterias.

La búsqueda de nuevos antibióticos sigue adelante pero no es sencilla. En mayo de este año se abría una interesante nueva posibilidad: científicos de la Universidad de Harvard publicaban un método para sintetizar nuevos principios potencialmente antibacterianos. La principal novedad estaba en que si habitualmente es una sustancia presente en la naturaleza lo que daba pie a la investigación, en este caso eran principios generados originalmente en el laboratorio, combinando de distintas formas ocho 'bloques' para crear moléculas que no habría sido posible desarrollar de otra forma.

En total, presentaron más de 300 sustancias que habían demostrado ser eficaces contra algunas bacterias infecciosas especialmente resistentes. No todas ellas llegarán a convertirse en antibióticos comercializables, pero lo importante no es eso, sino el nuevo método que abre la puerta a seguir avanzando en la lucha contra las enfermedades infecciosas.

3. Satélites cuánticos para proteger internet

No hay tecnología para encriptación más segura que un lápiz y un papel. Solo hay que escribir la clave con ellos, utilizarla, y luego quemarla sin que nadie más la haya visto. Seguro, sí, pero poco práctico. Por eso utilizamos otros métodos para consignar las claves en internet, y el problema es que nos las roban a menudo.

Este verano, China enviaba al espacio el que se considera el primer 'satélite cuántico', un paso adelante en una nueva carrera espacial que tiene el objetivo de asegurar las comunicaciones aprovechando las propiedades de la física cuántica: "Las comunicaciones cuánticas suponen un salto adelante en seguridad, ya que un fotón cuántico no puede ser separado ni duplicado. Por eso estas comunicaciones no se pueden pinchar ni interceptar, ni se puede descifrar la información que se transmite en ellas", según la agencia oficial de información china Xinhua.

La verdad es que, si bien el paso dado por China al enviar al cohete al espacio resulta inquietante para todos sus rivales geopolíticos, incluido Estados Unidos, aun harán falta años de investigación para desplegar una auténtica red de comunicaciones cuántica. Pero desde este verano, estamos un paso más cerca.

4. Robots ingeribles que hacen de cirujanos

Cuanto más avanzada es una tecnología quirúrgica, menos invasiva resulta. Así, hemos pasado de operaciones que requerían abrir el abdomen del paciente de par en par a sofisticados robots que realizan los mismos procedimientos a través de un par de incisiones de apenas unos centímetros. Científicos del MIT han dado un paso más, desarrollando pequeños robots, basados en el origami japonés, que se ingieren, se despliegan en el estómago y llevan a cabo intervenciones muy simples sin necesidad de realizar incisiones desde fuera.

El robot, hecho con intestino de cerdo seco (con el que normalmente se hacen los embutidos) y plegado a modo de acordeón, se traga dentro de una píldora que el ácido del estómago disuelve. Un pequeño imán permite al médico controlar al minicirujano robótico desde el exterior empleando otro imán.

Los autores de este robot lo diseñaron con una tarea en mente: tratar a aquellos pacientes, niños o adultos, que se hubiesen tragado una pila de botón, algo que ocurre con alarmante frecuencia. Aunque normalmente pasan por todo el tracto digestivo sin mayor complicación, en caso de atascarse en algún sitio puede causar complicaciones. Pues bien, estos robots de origami pueden 'pescarlas' sin problema y, gracias a la guía del médico, llevarlas al punto donde su extracción sea menos problemática.

5. 'Software' para encontrar la pobreza oculta

La ONU se propuso en 2015 erradicar la pobreza extrema para 2030. Un objetivo audaz y tremendamente complicado, empezando por cómo encontrar esas comunidades extremadamente pobres. Realizar encuestas y estudios sobre el terreno en determinadas zonas puede ser peligroso, y eso deja a muchos de los más necesitados fuera del mapa.

Una opción es mirar desde arriba, con imágenes por satélite. La primera idea era hacerlo de noche y utilizar como criterio la iluminación eléctrica. Más electricidad, menos pobreza, ¿no? Sin embargo, este factor no permite afinar demasiado, ya que de noche es difícil distinguir los lugares en desarrollo de los que sufren con mayor rigor la escasez de cualquier recurso.

Así que científicos de la Universidad de Stanford enseñaron a un 'software' a distinguir otros detalles en imágenes de alta resolución captadas desde satélites a plena luz del día y que pueden señalar los lugares donde la pobreza es más desesperada: ¿cómo de lejos está la fuente de agua más cercana? ¿Y el mercado más próximo? ¿Y los campos de cultivo? Partiendo de datos previos, como los ingresos per cápita de un lugar, y añadiendo esta información sobre el contexto geográfico, los científicos consiguieron determinar las zonas que más urgentemente necesitan ayuda para no sucumbir a la pobreza.

6. Prendas de ropa que refrescan

En muchos países, el cambio climático ha comenzado a mostrarse con estaciones más extremas: inviernos más fríos y veranos más cálidos. Ambas situaciones conllevan en muchos casos mayores gastos energéticos para sobrellevar las temperaturas, lo cual suele significar más emisiones contaminantes. Es la pescadilla que se muerde la cola.

En septiembre de este año, científicos de la Universidad de Stanford anunciaban su contribución a interrumpir ese ciclo: una tela de bajo coste basada en plástico con la capacidad, si se utiliza para confeccionar ropa, de refrescar a la persona que lo lleva. Bajar la temperatura corporal de las personas, en vez de la de los edificios en los que se encuentran, sería mucho más eficaz.

El tejido permite evacuar el calor corporal de dos formas: una es dejando que la transpiración se evapore a través del tejido, algo que ya hacen la mayoría de las telas; la otra es permitiendo que el calor que el cuerpo emite en forma de radiación infrarroja pase a través del tejido. Los autores de la investigación aseguran que la sensación térmica sería de unos 4 grados menos que con ropa equivalente hecha de algodón.

7. Una mutación genética que cura

Las enfermedades víricas son difíciles de tratar porque, al contrario de las bacterias, todavía no existen medicamentos eficaces contra los virus. Sin embargo, hay algo que sí parece ser eficaz: una rara mutación en el gen ISG15.

Una persona con esa mutación resiste mejor contra la mayoría de los virus que afectan al ser humano pero la tienen menos de 1 persona por cada 10 millones

Una persona con esa mutación pelea mejor contra la mayoría de los virus que afectan al ser humano que cualquier otra persona. El problema es que se trata de una rareza: la tienen menos de 1 persona por cada 10 millones. Dusan Bogunovic, investigador del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, quiere extender la ventaja de esa mutación convirtiéndola en un medicamento.

Si Bogunovic está en lo cierto y esto es posible, estaría ante la posibilidad de desarrollar un medicamento que mejore las posibilidades de luchar contra cualquier virus, así como inmunidad para cualquiera que lo tome ante la mayoría de los virus conocidos (excepto ante aquellos que van mutando, como el de la gripe.

8. Los ordenadores reconocen patrones

Hasta hace muy poco tiempo la traducción de un idioma a otro era una de esas pocas habilidades en las que los seres humanos aún somos mejores que los ordenadores. Traducir de un idioma a otro supone una mezcla de reconocimiento de patrones y de expresión de ideas más o menos complejas con los distintos matices que cada idioma ofrece.

En 2016, con Google a la cabeza, la tecnología conocida como 'deep learning', en la que los ordenadores tratan de imitar la actividad neuronal del neocortex cerebral humano, ha dado grandes pasos adelante y a día de hoy es difícil aventurar que la traducción, el reconocimiento de emociones y otros aspectos que consideramos tan intrínsecamente humanos sigan siendo algo que hacemos mejor que las máquinas.

9. Kits de diagnóstico sencillos y baratos

En mayo, cuando la amenaza del zika cobraba fuerza, científicos del MIT anunciaban el desarrollo de un kit de diagnóstico barato y sencillo basado en un trozo de papel que permitiría a los médicos de lugares remotos y con recursos limitados diferenciar el virus del zika de otros comunes como el dengue y así tomar las medidas de tratamiento y cuarentena necesarias para evitar mayores problemas.


Llevar herramientas de diagnóstico baratas y duraderas, no solo del zika sino también del ébola, la malaria y otras enfermedades contagiosas, es clave para evitar que éstas se extiendan precisamente en aquellos lugares donde el tratamiento y la recuperación son también más difíciles de obtener.

10. Materiales que la tabla periódica no permite

Si bien la tabla periódica parece contener más elementos químicos de los que podríamos necesitar, a veces estos se quedan cortos para los químicos y los científicos de materiales, que buscan cómo obtener sustancias con propiedades fuera de lo común (los llamados supermateriales).

Las moléculas formadas por lo que se llama superátomos (conjuntos de átomos que se comportan como uno solo) podrían venir a cubrir ese hueco, ya que es posible otorgarles las propiedades electrónicas y magnéticas que sería imposible encontrar en los elementos convencionales. El problema es que, aunque los científicos saben cómo construir estos superátomos, unirlos entre sí suponía un desafío, hasta ahora.

En julio de este año, científicos de la Universidad de Virginia Commonwelth anunciaban que habían conseguido por primera vez construir 'supermoléculas' uniendo de forma eficaz y permanente varios superátomos, abriendo la puerta a la creación de nuevos materiales que la tradicional tabla periódica no contempla.

Ha sido el año de Trump y el año del Brexit, el año de la parálisis política y las eternas nuevas elecciones, el año en que nos despedimos de David Bowie, de Prince y de Leonard Cohen. Así visto, cualquiera podría concluir que 2016 está siendo un mal año, un año pésimo. Y con razón.

Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) Efecto invernadero
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