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¿Adiós a la fregona? Este robot ha limpiado mi casa en 20 minutos (pero no me habla)
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cuesta 249 euros

¿Adiós a la fregona? Este robot ha limpiado mi casa en 20 minutos (pero no me habla)

Friega, pasa la mopa y es tan pequeño que pasará desapercibido en tu salón. Pero en una semana, no he sido capaz de conectarlo a mi móvil

Foto: (Carmen Castellón)
(Carmen Castellón)

Nunca había tenido la oportunidad de probar un electrodoméstico de iRobot (aunque sí alguna copia barata de infausto recuerdo) hasta que la Braava Jet, la fregona robótica que ya está a la venta en España, aterrizó en casa. La experiencia ha sido un 'coitus interruptus' en toda regla: el funcionamiento del 'gadget' cumple con lo prometido pero en una semana he sido incapaz de conectarlo a la aplicación oficial y, con ello, he perdido la oportunidad de tener mi suelo limpio y reluciente a distancia.

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Esta Roomba en miniatura presenta algunas novedades interesantes en el campo del diseño. Es pequeña y sus formas cuadradas permiten guardarla en culaquier rincón del hogar. La Braava no necesita una estación de carga a la que acudir cada vez que se queda sin batería por lo que se puede esconder en cualquier hueco en el que queda. Ocupa algo menos que una caja de zapatos por lo que no debería ser un problema.

La fregona robótica es capaz de ejecutar tres programas de limpieza distintos en función de los productos que empleemos: puede pasar la mopa, fregar o hacer una especie de barrido sobre suelo húmedo. Lo que no hace, en ningún caso, es aspirar. Ese es un cometido que la firma sigue confiando a su hermano mayor, Roomba, y por el que se ha ganado el favor de los usuarios.

Cambiar entre un modo u otro es tan sencillo como apretar un botón para quitar el paño que hayamos utilizado con anterioridad y colocar uno nuevo. Efectuar el cambio es sencillo en gran medida porque el 'gadget' sólo tiene tres botones: el de encendido y apagado, el que expulsa las mopas y un tercero, que más que un botón es una pequeña ranura por la que se introduce el agua para el fregado.

Así, basta con colocar la mopa del programa que queremos ejecutar y apretar el botón 'clean' para que el aparato comience a trabajar. Sorprende la facilidad con la que comprende el espacio en el que se encuentra, cómo es capaz de sortear las esquinas o cómo reconoce una alfombra para evitarla en cuanto se la cruza.

Quizá sea algo ruidosa la función de fregado, con un soniquete persistente cada vez que la Braava expulsa los pequeños chorros de agua que luego friega el paño, que ya incluye productos de limpieza.

Que la Braava no aspire la suciedad podía ser un problema en una casa con un animal doméstico. En este caso, el 'gadget' ha compartido espacio con una perra de pelo muy corto pero de insistente caída y el resultado ha sido satisfactorio, como se puede ver en la imagen. No sería descabellado tener una Braava en casa que recogiera los pelos caninos una vez al día previa a la limpieza semanal donde ya utilizamos una aspiradora convencional.

El único pero que se le puede poner al sistema de paños es el precio. Por sí sola, la Braava es una herramienta asequible para el trabajo que te puede ahorrar: 249 euros. Pero los packs de paños desechables se cotizan a 10,99 euros el pack de diez unidades. Existe una opción reutilizable que cuesta 19,99 euros y ofrece dos unidades pero que, con el paso del tiempo, será inevitable reemplazar. Así, aunque una Braavapueda parecer más apetecible que una Roomba desde el punto de vista del bolsillo, hay que tener en cuenta en gasto continuado al que obliga al usuario a lo largo de su vida útil.

Un problema de conexión

Braava, como Roomba, tiene soporte para una aplicación que permite controlarla a distancia así como acceso a otras funcionalidades para exprimir el 'gadget'. Lo hemos intentado con iOS y con Android, hemos hecho pruebas con la batería recién cargada, hemos cerrado la aplicación y la hemos vuelto a iniciar, la hemos reinstalado... Y después de una semana, no hemos sido capaces de enlazar el aparato a nuestro 'smartphone'.

Aunque entendemos que se debe tratar de un problema bien del 'hardware', bien del propio 'software', es importante reseñar que toda esa sencillez a la hora de poner en marcha la Braava se torna en un dolor de cabeza.

Ni siquiera siguiendo los pasos que se aconseja seguir en la aplicación (apretar el botón principal un par de segundos, volverlo a apretar de nuevo, reiniciar la 'app') hemos podido obtener señal alguna de que ambos elementos estaban enlazados y comunicándose entre sí.

Y esa es la mayor pega de nuestra experiencia con Braava. Se trata de un 'gadget' efectivo que efectúa el trabajo para el que se ha diseñado con precisión, sin molestar en exceso y sin poner pegas al usuario. Una de las bondades de la 'limpieza inteligente' es su capacidad para ponerse en marcha cuando el usuario no está en casa para matar dos pájaros de un tiro. En nuestro caso sólo hemos matado uno, y nos hemos quedado con las ganas tras ver como el segundo se nos escapaba de las manos.

Nunca había tenido la oportunidad de probar un electrodoméstico de iRobot (aunque sí alguna copia barata de infausto recuerdo) hasta que la Braava Jet, la fregona robótica que ya está a la venta en España, aterrizó en casa. La experiencia ha sido un 'coitus interruptus' en toda regla: el funcionamiento del 'gadget' cumple con lo prometido pero en una semana he sido incapaz de conectarlo a la aplicación oficial y, con ello, he perdido la oportunidad de tener mi suelo limpio y reluciente a distancia.

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