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Probamos el Xiaomi Mi Max, un 'smartphone' gigantesco difícil de batir
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Su calidad-precio es difícil de batir

Probamos el Xiaomi Mi Max, un 'smartphone' gigantesco difícil de batir

El enorme ‘phablet’ del fabricante chino resulta mucho más interesante por el ‘software’ que lo mueve que por el ‘hardware’ que incorpora

Foto: (Foto: Zigor Aldama)
(Foto: Zigor Aldama)

No, por mucho que Xiaomi afirme lo contrario, el Max no se puede manejar con una sola mano. Aunque su consejero delegado, Lei Jun, recalcó que una pantalla de 6,4 pulgadas no tiene por qué afectar a la comodidad con la que se utiliza el móvil, lo cierto es que el Max hay que cogerlo con cuidado. El terminal que el fabricante chino ha ideado a contracorriente, para revivir las ventas después de un año para olvidar, es gigantesco.

Foto: El Huawei Mate 8 es uno de los 'phablets' más populares del mercado.

Y, aunque sin duda hay público para ‘phablets’ monstruosos, el tamaño es una variable que, en este caso, puede resultar contraproducente para la mayoría. Porque no solo dificulta su manejo, también complica llevarlo encima: hay que tener bolsillos profundos para evitar que se salga y se caiga, y los 203 gramos de peso se hacen notar.

Dicho esto, evidentemente una pantalla de esas dimensiones tiene sus ventajas. Ver vídeos y jugar en el Max es una gozada. Aunque, en esta ocasión, no habría estado de más haber aumentado también la resolución. Xiaomi ha optado por la FHD (1.080 p), que es más que suficiente para móviles de tamaños normales. Sin embargo, con 6,4 pulgadas, los píxeles son visibles a simple vista y una 2K no habría estado de más. En cualquier caso, el panel es de gran calidad, viene recubierto por un Gorilla Glass 4, y hay que ser muy tiquismiquis para ponerle pegas.

Materiales correctos a buen precio

Lo mismo sucede con los materiales utilizados en el resto de componentes. El cristal 2,5D del frontal le da un toque ‘premium’ al terminal, aunque el cuerpo metálico de la parte posterior revela que no se trata de un móvil de gama alta, ya que no es ‘unibody’ y está fabricado con tres piezas que nunca encajan a la perfección. Claro que no podemos olvidar cuál es su precio: 1.999 yuanes (275 euros al cambio que, con impuestos y envío a España, pueden aumentar hasta los 350 euros). Por lo tanto, se puede concluir que el Max es un terminal de gama media-alta cuya relación calidad-precio es difícil de batir.

Porque el ‘hardware’ que esconde no defraudará a los más jugones, que son quienes demandan mayor potencia. Eso sí, harán bien en rascarse un poco el bolsillo para adquirir la versión que incorpora 4GB de memoria RAM y 128GB de almacenamiento interno, porque la de 3GB se puede quedar un poco corta con las aplicaciones más exigentes. En ambos casos, el ‘cerebro’ es un Qualcomm Snapdragon 652 con ocho núcleos a una frecuencia máxima de 1,8 Ghz. No es un chip tope de gama, pero resulta más que suficiente para que las aplicaciones corran de forma fluida.

Lógicamente, con el generoso tamaño que tiene, el Max incorpora una batería a la altura: 4.850 mAh. de capacidad que permiten pasar unas nueve horas jugando o viendo vídeos. Para quienes no sean adictos al móvil, el aparato puede durar dos días completos gracias a las diferentes funciones de ahorro de batería. En cuanto al sensor de huellas dactilares, aunque no es ni mucho menos el más rápido y preciso del mercado, funciona correctamente.

Cámaras aceptables, pero que no entusiasman

Las cámaras también son aceptables. La principal cuenta con un sensor de 16 megapíxeles y una lente estándar bastante luminosa -f 2.0-. Las fotografías son correctas, pero no destacan sobre otros móviles de la competencia, y la calidad del vídeo alcanza resolución 4K, algo ya bastante habitual incluso en terminales chinos de gama media. Es interesante la función que permite hacer fotos mientras se graba, y la interfaz de la cámara resulta sencilla de utilizar.

El modo manual ofrece suficientes variables para que el usuario tome la instantánea de la forma que desea, mientras que también se ofrecen diferentes posibilidades con programas automáticos. La cámara anterior, la de los selfis, viene con un sensor de cinco megapíxeles y un objetivo gran angular también 2.0, pero apenas permite la personalización de la toma.

En resumen, el ‘hardware’ del Max está bien, pero no entusiasma. Los 4GB de RAM y los 128GB de memoria están a la altura de la gama alta del año pasado, pero el terminal no destaca ni por la calidad de los materiales utilizados en su fabricación, ni por la adopción de tecnologías novedosas. Eso sí, la inclusión de radio FM y de un puerto de infrarrojos para utilizar el ‘smartphone’ como mando a distancia universal son elementos que se agradecen.

Es el 'software' lo que lo cambia todo

No obstante, en este caso es el ‘software’ el que lo cambia todo. El Max es el terminal que ha servido para el lanzamiento de la versión 8 de MIUI, posiblemente la mejor capa Android 6.0 del mercado. Y ahí Xiaomi sí que marca distancias con sus competidores, que le siguen a varios años luz. De hecho, si hay alguna razón por la que resulta algo complicado acostumbrarse al uso de este sistema operativo, es por la abundancia de posibilidades que no existen en el resto de terminales.

La más interesante, sin duda, es la posibilidad de duplicar el sistema. Sí, al igual que sucede con los ordenadores, donde se pueden crear diferentes cuentas de usuario con acceso a archivos y programas diferentes, el nuevo MIUI permite tener dos capas independientes y pasar de una a otra de forma sencilla, simplemente pulsando un botón.

Eso, sumado al hecho de que el Max, como la mayoría de los móviles chinos, cuenta con dos ranuras SIM, permite tener dos teléfonos en uno: se acabó lo de llevar uno para el trabajo y otro para asuntos personales. Esta función es también interesante cuando se quiere mantener la privacidad de lo personal y permitir, a la vez, el uso del móvil por otras personas. Por ejemplo, dejar a los hijos que jueguen en la segunda capa pero sin que puedan acceder a otras 'apps' de la primera, que se puede proteger con contraseña.

De esta forma, también es posible incluso duplicar aplicaciones. Se pueden tener dos cuentas de WhatsApp, de Facebook, de Twitter o de Gmail, por ejemplo, en el mismo espacio, algo que da la posibilidad de gestionar de forma mucho más sencilla diferentes facetas de nuestra vida. Y el sistema va incluso más allá, permitiendo la ‘clonación’ de aplicaciones dentro de la primera capa del sistema. Así, se puede tener acceso hasta a tres cuentas diferentes de cada servicio.

MIUI incorpora otras funciones muy interesantes. Permite, por ejemplo, hacer capturas de pantalla en ‘scroll’: o sea, no se limita a recoger en una imagen únicamente lo que se ve en un momento dado en la pantalla, sino todo lo que aparece cuando navegamos hacia abajo en una página web o en el ‘timeline’ de redes sociales. De esta forma, es posible recoger en un pantallazo una porción mucho mayor del contenido que sale en redes sociales o en una web.

Opciones interesantes para la cámara

Por si fuese poco, el ‘software’ de la cámara incluye opciones muy prácticas. Una de las que más hemos utilizado es la que convierte tarjetas de visita en contactos del móvil. Su uso es muy sencillo: solo hay que abrir la aplicación, poner la tarjeta en el recuadro que aparece en pantalla, enfocar la imagen y esperar a que la información aparezca en los apartados relevantes. Es mucho más fiable de lo que cabía esperar, y solo son necesarios pequeños ajustes dependiendo de lo confuso que pueda ser el diseño de la tarjeta.

De forma similar, la cámara también convierte un documento impreso en texto editable. Aunque, en este caso, hemos comprobado que la aplicación todavía requiere de ciertas mejoras, ya que está pensada para el idioma chino y con el resto se hace un lío.

Y lo mismo sucede con la función de traducir: no hay más que apuntar a un texto, por ejemplo, una señal de carretera, y el móvil muestra su traducción de forma inmediata. Una vez más, esto funciona bien para traducir al chino de idiomas como el español, el inglés o el japonés. Pero no a la inversa. En cualquier caso, desde Xiaomi nos dicen que están trabajando en esa bidireccionalidad que puede ser especialmente bienvenida por los usuarios extranjeros de sus móviles.

Finalmente, está la opción de fotografiar un código de barras o el propio producto para acceder a las diferentes tiendas ‘online’ que ofrecen ese producto, algo muy útil para comparar precios si se vive en China. Una vez más, es una función que no funciona fuera del gigante asiático, ya que está gestionada por la plataforma de comercio electrónico Taobao.

Por todo ello, el Max de Xiaomi es un buen ejemplo de cómo, siempre que cuente con un ‘hardware’ decente, lo realmente importante de un móvil es el ‘software’. Se trata de un ‘smartphone’ que no destaca por nada que no sea su tamaño, pero al que el sistema operativo lo convierte en una gozada. Más o menos lo opuesto a lo que sucede con el OnePlus 3, que tiene las mejores especificaciones técnicas del mercado pero también un sistema que las desaprovecha.

No, por mucho que Xiaomi afirme lo contrario, el Max no se puede manejar con una sola mano. Aunque su consejero delegado, Lei Jun, recalcó que una pantalla de 6,4 pulgadas no tiene por qué afectar a la comodidad con la que se utiliza el móvil, lo cierto es que el Max hay que cogerlo con cuidado. El terminal que el fabricante chino ha ideado a contracorriente, para revivir las ventas después de un año para olvidar, es gigantesco.

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