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Estos son los multimillonarios de la ciencia que persiguen lo imposible
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Estos son los multimillonarios de la ciencia que persiguen lo imposible

Conseguir la inmortalidad, construir un reloj que dure diez mil años o edificar una ciudad en el océano son solo algunos de los proyectos financiados por estos soñadores

Foto: Entre los proyectos de Bezos se encuentra un reloj que debería funcionar durante 10.000 años. (Reuters)
Entre los proyectos de Bezos se encuentra un reloj que debería funcionar durante 10.000 años. (Reuters)

Convencidos de que invertir su fortuna en los proyectos científicos más improbables puede cambiar el mundo y desafiar a la propia madre naturaleza, un sector de millonarios, en su mayoría hombres con alguna relación con Silicon Valley, parece inmerso en una competición por ver quién se apunta el logro más increíble o, al menos, gasta una parte de su dinero en el intento. Inmortalidad, colonización de lugares inusuales y la creación de objetos y construcciones cuanto menos peculiares son los temas más repetidos en las inversiones de estos millonarios.

Foto: Elon Musk, fundador de Tesla y SpaceX. (Reuters)

Recientemente el nombre de Yuri Milner saltaba a los titulares tras el anuncio, junto a Stephen Hawking, de su plan para descubrir vida extraterrestre mediante el envío de unas diminutas naves espaciales que recorrerían el espacio profundo impulsadas por un láser. No era la primera vez que este millonario ruso, enriquecido gracias a sus inversiones en distintas ‘startups’ a través de su fondo de inversiones DST Global, se lanzaba a un proyecto científico ambicioso. En 2015 ya anunciaba una aportación de 100 millones de dólares (unos 90 millones de euros) para el proyecto Breakthrough Listen, también con Hawking como cara visible, con el objetivo de captar posibles mensajes extraterrestres.

“Solo desafiándonos a nosotros mismos podemos descubrir si, como los pioneros que fueron antes de nosotros, tenemos la habilidad y la ambición necesarias para triunfar”, declaró al presentar el último proyecto.

No es el único millonario que levanta la vista hacia al espacio. Aunque otros, como Robert Bigelow, apuntan un poco más cerca. “Os reísteis de mí cuando dije que construiría un sistema expandible y lo colocaría en la Estación Espacial Internacional en dos años y medio”, dijo el millonario fundador de Bigelow Aerospace durante la presentación de su módulo BEAM. “Y aquí estamos”.

El pasado mes, el astronauta de la Estación Espacial Internacional Jeff Williams entró por primera vez al módulo inflable BEAM, diseñado y fabricado por Bigelow. Tras amasar su fortuna con la cadena de hoteles Budget Suites of America, este empresario fundó su compañía aeroespacial desde donde impulsa su sueño de establecer una colonia permanente en la Luna que sirva también como destino de vacaciones, algo que pretende conseguir gracias a sus diseños.

“¿Qué es lo que tiene nuestra sociedad para que sueñen los jóvenes? Necesitamos inspirar sueños más grandes”, defiende el empresario.

En tierra de nadie

Peter Thiel, empresario estadounidense cofundador de Paypal, es otro aficionado a invertir en esos proyectos que levantan suspicacias entre el público general. Entre sus apuestas más controvertidas se encuentra su apoyo al ‘seasteading’, un concepto que consiste en crear viviendas permanentes en el mar, fuera de los territorios reclamados por los gobiernos de cualquier nación y sin una ley preestablecida. En un texto en el año 2009, Thiel se definía a sí mismo como un libertario y explicaba que este tipo de lugares, junto al ciberespacio y el espacio exterior, podrían convertirse en nuevos reductos de libertad.

Aunque hace poco reconocía que no creía que el ‘seasteding’ estuviera cerca de realizarse, no es el único proyecto imposible al que aporta fondos. Thiel también contribuye con parte de su fortuna a otro los objetivos más perseguidos por los millonarios de todo el mundo: la fórmula de la inmortalidad. El millonario invierte en instituciones como la SENS Foundation, que trabaja para frenar las consecuencias del envejecimiento, y en su momento aportó varios millones la ‘startup’ Halcyon Molecular que, sin embargo, y después de generar mucho ruido, abandonó el negocio de la búsqueda de la vida eterna.

Larry Ellison, el multimillonario CEO de Oracle, es otro de los que persiguen la inmortalidad. “La idea de la muerte me hace enfadarme”, ha dicho. “No tiene ningún sentido. La muerte nunca ha tenido ningún sentido para mí. ¿Cómo puede estar una persona ahí y luego desvanecerse y ya no estarlo?”. Con esta idea en mente, Ellison fundó una organización destinada a terminar con la mortalidad, o al menos, a entender la idea del envejecimiento con la intención de frenarlo: la Ellison Medical Foundation. Aunque debido a la aparición de otras fundaciones similares ya no otorgan nuevas becas, el millonario sigue financiando a través de ella a distintos investigadores.

Un poco más en la tierra, Osman Kibar, el millonario detrás de la compañía Samumed, busca luchar contra el envejecimiento, por ahora, con planes que comparados con los de otros millonarios suenan relativamente plausibles. Regenerar el cartílago de las rodillas, curar la calvicie y borrar las arrugas son sus primeras metas en un intento de ganarle la batalla a la edad.

La muerte nunca ha tenido ningún sentido para mí. ¿Cómo puede estar una persona ahí y luego desvanecerse y ya no estarlo?

Menos realista parece la Iniciativa 2045, del ruso Dmitry Itskov. Este millonario transhumanista va un paso más allá en la lucha contra el tiempo y no busca mejorar el cuerpo humano ni prolongar su vida, sino desarrollar la tecnología necesaria para transmitir la personalidad de un individuo a un recipiente más avanzado. Según Itskov, es necesario que el ser humano abandone su cuerpo biológico y empiece a utilizar un cuerpo máquina que le otorgará la inmortalidad cibernética.

“Creemos que antes del año 2045 se habrá creado un cuerpo artificial que no solo superará a los cuerpos actuales en términos de funcionalidad, sino que alcanzará la perfección en su forma y no será menos atractivo que el cuerpo humano”, concreta en el manifiesto de la Fundación.

Si alguno de estos millonarios empeñados en encontrar la inmortalidad consiguiera su objetivo, podría ser testigo privilegiado de uno de los proyectos de ciencia más curiosos, a cargo, en este caso, de Jeff Bezos, otro de los multimillonarios de Silicon Valley, fundador y presidente ejecutivo de Amazon.

Bezos es el mecenas y propietario del reloj que está siendo construido en el interior de las montañas de Texas con el objetivo de funcionar durante 10.000 años. Si finalmente estos hombres de negocios consiguen ganarle la batalla al propio tiempo, puede que estén presentes el día en que este objeto de propósito cuestionado dé su último tic. Sin embargo, y hasta que su ciencia improbable demuestre lo contrario, su dinero seguirá financiando sueños imposibles que solo las grandes fortunas se pueden permitir.

Convencidos de que invertir su fortuna en los proyectos científicos más improbables puede cambiar el mundo y desafiar a la propia madre naturaleza, un sector de millonarios, en su mayoría hombres con alguna relación con Silicon Valley, parece inmerso en una competición por ver quién se apunta el logro más increíble o, al menos, gasta una parte de su dinero en el intento. Inmortalidad, colonización de lugares inusuales y la creación de objetos y construcciones cuanto menos peculiares son los temas más repetidos en las inversiones de estos millonarios.

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