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El 'abuelo' de los coches autónomos que ha evitado 260.000 accidentes en la carretera
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y salvado más de 8.000 vidas

El 'abuelo' de los coches autónomos que ha evitado 260.000 accidentes en la carretera

"Control de estabilidad" es el nombre general de una tecnología capaz de impedir el 40% de las muertes al volante. Hemos hablado con su inventor

Foto: Anton van Zanten muestra su sistema de control de estabilidad. (EPO)
Anton van Zanten muestra su sistema de control de estabilidad. (EPO)

Nadie conoce a Anton van Zanten (Países Bajos, 1941) aunque, sin saberlo, muchos le debamos la vida. Algunos puede que tampoco sepan qué es el control de estabilidad, desarrollado por él, a pesar de que ha evitado 260.000 accidentes y salvado 8.500 vidas, sólo en Europa, en los últimos veinte años. Para hacer justicia a este ingeniero ahora jubilado, la Agencia de Patentes Europea le otorgó la semana pasada en Lisboa uno de los premios al Inventor del año, en la categoría de Logro de una vida. Horas antes de que este ingeniero anónimo recibiera el galardón, charlamos con él en su hotel.

[El padre del CD, DVD y Blu-ray: "No habrá una cuarta generación]

Al conocer a van Zanten cuesta imaginar a este holandés de cara afable y corta estatura conduciendo su automóvil por carreteras heladas de forma premeditada para probar su tecnología. Nadie diría a primera vista que es el padre de una tecnología que sólo es superada por el cinturón de seguridad a la hora de salvar vidas. A sus 75 años, este amante de la flauta travesera sopla para enfriar su té mientras preparamos la grabadora.

El ESC puede impedir el 34% de los accidentes, y el 80% de aquellos relacionados con derrapes. Hoy lo llevan instalado el 90% de los coches

Van Zanten es, en cierto modo, uno de los 'abuelos' del coche autónomo por el que hoy compiten empresas como Tesla y Google. El control de estabilidad recibe muchos nombres según la marca de automóvil, con siglas como ESP o ESC, pero su misión es la misma: tomar el control del vehículo en caso de peligro. "Se utiliza para dirigir el coche, hay quien lo llama 'los frenos capaces de conducir'", explica el ingeniero.

El control de estabilidad está formado por una serie de sensores que analizan la alineación de las ruedas, la aceleración y el contacto con la superficie. Los sensores están dirigidos por un ordenador —la Unidad Electrónica de Control— y un 'software' patentados. Cuando el ordenador ve que el coche pierde estabilidad toma el mando de las cuatro ruedas: "El sistema ajusta los frenos a partir de la diferencia entre lo que el vehículo hace y lo que debería hacer". Van Zanten saca un papel de su bolsa para representar un derrape sobre la mesa y cómo el ESC evita el desastre.

Mercedes incorporó el ESC a su Clase A, que había mostrado tendencia al vuelco en los ensayos. Gracias a él pasó la prueba

Los inicios del control de estabilidad no fueron fáciles. "Cuando expliqué la necesidad del ESC todos me llamaron loco, decían que nadie conducía tan salvajemente". Pero van Zanten sabía que era necesario desarrollar un sistema que tomara las riendas cuando el conductor hace algo que no debería hacer, y quedara al margen la mayor parte del tiempo. Tampoco faltaron los problemas técnicos, desde sensores demasiado caros a ordenadores demasiado lentos.

Porque la clave del control de estabilidad es dejar en manos de una computadora aquellas decisiones que un ser humano tardaría demasiado en tomar. El microprocesador del ESC monitoriza el movimiento del coche cada 14 milésimas, unas veinticinco veces por segundo. "La gente no puede pensar tan rápido, puede pensar mejor que un ordenador pero no tan rápido", asegura van Zanten con una sonrisa.

Van Zanten desarrolló el control de estabilidad en 1987, mientras trabajaba para Bosch, donde ya había colaborado en la creación de otro 'salvavidas': el ABS. El ESC comenzó a producirse en 1995, pero no adquirió relevancia hasta 1997. Fue en ese año cuando Mercedes lanzó la primera generación de su Clase A, famoso por mostrar una tendencia al vuelco durante los ensayos. La empresa alemana incorporó el control de estabilidad a su coche, gracias al cual pasó la prueba. Así, una crisis de marca se tradujo en el triunfo de la tecnología de van Zanten.

Hoy, el 90% de los coches están equipados con el ESC. Las estadísticas señalan que la tecnología de van Zanten puede prevenir el 80% de los accidentes relacionados con los derrapes —ya sean por una frenada excesiva, nieve, hielo o aquaplaning— y el 34% de todos ellos. Desde su lanzamiento hace ya más de dos décadas, el ESC ha evitado 260.000 accidentes y salvado unas 8.500 vidas.

Hacia la condución cien por cien segura

Las estadísticas del ESC son impresionantes pero, ¿podría la tecnología reducir hasta cero las muertes en la carretera? "Sí, pero para eso necesitas mucha más información", opina van Zanten mientras termina su té. Para lograrlo sería necesario instalar suficientes sensores que sepan en todo momento lo que hace el conductor, el vehículo y el resto del tráfico. Una posibilidad que, con el desarrollo actual, ya no parece tan lejana.

La gente no puede pensar tan rápido, puede pensar mejor que un ordenador pero no tan rápido

La siguiente pregunta es obvia: ¿es posible conseguir algo así mientras seamos nosotros los conductores? "No, la gente siempre comente errores", zanja el ingeniero. El tiempo de reacción del ser humano es incompatible con la extinción de los accidentes de tráfico, pero van Zanten no duda que el coche autónomo será una realidad más pronto que tarde. "Estará muy bien porque entonces tendré cien años y aun así podré ir en coche", contesta riendo.

Visto su optimismo, le preguntamos por el viejo dilema de si un coche autónomo debería matar a su conductor si así salva la vida de más personas. Van Zanten considera que la pregunta es errónea, pues un conductor humano también debería enfrentarse a dicha elección. En lugar de solucionar tan complicada cuestión, el ingeniero aboga por incorporar sistemas que detecten obstáculos, peatones y peligros con suficiente antelación: "Creo que eso es algo que los ordenadores sí pueden hacer". Si pueden evitar derrapes mortales actuando con una rapidez sobrehumana no hay motivo para pensar que no puedan lograr algo así.

Nadie conoce a Anton van Zanten (Países Bajos, 1941) aunque, sin saberlo, muchos le debamos la vida. Algunos puede que tampoco sepan qué es el control de estabilidad, desarrollado por él, a pesar de que ha evitado 260.000 accidentes y salvado 8.500 vidas, sólo en Europa, en los últimos veinte años. Para hacer justicia a este ingeniero ahora jubilado, la Agencia de Patentes Europea le otorgó la semana pasada en Lisboa uno de los premios al Inventor del año, en la categoría de Logro de una vida. Horas antes de que este ingeniero anónimo recibiera el galardón, charlamos con él en su hotel.

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