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Los estudios que buscaron la relación entre móviles y cáncer (y no la encontraron)
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una relación que la ciencia no ha encontrado

Los estudios que buscaron la relación entre móviles y cáncer (y no la encontraron)

Un nuevo estudio sugiere que la radiación de los teléfonos móviles aumenta el riesgo de padecer algunos tumores. Los propios autores señalan las limitaciones de sus resultados

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Un estudio realizado durante dos años dentro del Programa Nacional de Toxicología, dependiente del Departamento de Salud de Estados Unidos, ha encontrado, de momento solamente en ratas, una conexión entre la exposición continuada a la radiación que emiten los teléfonos móviles y el riesgo de padecer algunos tipos de tumores. Los investigadores expusieron a 2.500 animales a distintos niveles de radiación emitidos por dos protocolos diferentes utilizados habitualmente en los sistemas de comunicación móvil, el GSM y el CDMA.

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Según sus resultados, esa exposición aumentaba la incidencia del glioma, un tipo de cáncer cerebral, y del schwannoma, un tipo de tumor que se produce en el corazón, en ratones macho. Ni las hembras ni las crías expuestas durante su gestación presentaron mayor incidencia de estos tumores. La conclusión principal de los autores es que son necesarios más estudios.

Los resultados presentados son preliminares y dejan algunas preguntas sin respuesta, como por ejemplo por qué las ratas hembra no desarrollaron los tumores, o por qué los animales expuestos a radiación vivieron de media más tiempo que los que formaban parte del grupo de control que no recibieron radiación.

Y lo que es más importante, clave de todo este asunto, cuál es el mecanismo biológico que explicaría los resultados. La radiación electromagnética no ionizante (a diferencia de la ionizante, que puede dañar el ADN), que es la que emiten los móviles, no ejerce ningún efecto sobre la materia que la absorbe, más allá de calentarla, igual que hacen las ondas que emite un microondas. Sin embargo, la que emiten los teléfonos es mucho más débil, de forma que más allá de calentarnos temporalmente la oreja o las manos, no se han podido establecer otros efectos sobre nuestro cuerpo.

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En los últimos años, varios estudios han tratado de aclarar esta cuestión para determinar si hay motivos para tomar precauciones en contra de este tipo de radiación o si por el contrario podemos estar tranquilos (teniendo en cuenta siempre que el riesgo nunca es cero). Repasamos los tres grandes estudios epidemiológicos, señalados por el National Cancer Institute (NIH), que hasta la fecha han analizado si hay una asociación entre el uso de los teléfonos móviles y el cáncer.

El estudio Interphone

La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), perteneciente a la OMS, llevó a cabo un estudio, denominado Interphone, en 2010 basado en casos de control centrados en cuatro tipos de tumores de los tejidos que más radiación absorben procedente de los móviles: dos cerebrales, uno de la glándula parótida y otro del nervio acústico. Se llevó a cabo en trece países y participaron cincuenta científicos que entrevistaron a más de 5.000 participantes.

Los resultados del estudio no revelaron un aumento estadísticamente significativo de este tipo de tumores en relación con el mayor uso del teléfono móvil

Los resultados del estudio no revelaron un aumento estadísticamente significativo de este tipo de tumores en relación con el mayor uso del teléfono móvil. Sí que encontraron un aumento en el riesgo de padecer glioma (uno de los tipos de cáncer cerebral analizados) entre la proporción de los participantes del estudio que más tiempo pasaba en total pegada al teléfono.

Sin embargo, los investigadores encontraron sus resultados poco concluyentes, principalmente porque la cantidad de tiempo que estos participantes decían pasar hablando por el móvil parecía poco realista, y también porque los individuos que aseguraban un uso limitado del móvil parecían tener un riesgo de cáncer cerebral ligeramente inferior que los que no lo utilizaban en absoluto.

El estudio danés

En 2011, un estudio publicado en el British Medical Journal recogía la investigación más extensiva hasta la fecha en materia de ondas móviles y cáncer. Realizado por el Instituto de Epidemiología del Cáncer de Copenhague, se trataba de analizar si había aumentado el riesgo de padecer un cáncer cerebral en 358.403 titulares de líneas de teléfono móvil en un periodo de 18 años.

Para sacar sus conclusiones los investigadores analizaron los datos de incidencia de cáncer de toda la población danesa mayor de 30 años, dividéndola entre los que tenían una línea de móvil antes de 1995, y los que no, buscando sacar conclusiones sobre el uso a largo plazo. Los datos fueron extraídos de los operadores de telecomunicaciones daneses y del Registro Danés del Cáncer.

Como resultado, los investigadores determinaron que cuando se centraban en las observaciones a largo plazo, los ratios de cáncer eran prácticamente iguales en la gente que tenía un teléfono móvil y en la que no lo tenía. También concluyeron que no había un aumento generalizado de los tumores del sistema nervioso entre los usuarios de móviles.

El estudio del millón de mujeres

En Reino Unido, más de un millón de mujeres de 50 años hacia arriba se sometió a un amplio estudio, llamado el Million Women Study, para intentar resolver a una serie de preguntas sobre cómo factores cotidianos afectan a la salud de este grupo de la población. Entre otras cosas, se analizó la relación entre el riesgo de padecer gliomas, meningiomas y otros tipos de tumores del sistema nervioso periférico y el uso del teléfono móvil.

Sí que detectaron un posible aumento en el riesgo de padecer neuroma acústico, un tipo de tumor benigno, en mujeres que han usado el móvil más de 5 años

En julio de 2013 se publicaron los resultados al respecto: no se había encontrado ninguna asociación entre el uso durante muchos años de teléfonos móviles y el riesgo de padecer cáncer cerebral o de otro tipo. Sí que detectaron un posible aumento en el riesgo de padecer neuroma acústico, un tipo de tumor benigno del nervio acústico poco común, en las mujeres que han utilizado un móvil durante más de 5 años sobre aquellas que no lo han utilizado nunca.

Sin embargo, esta conclusión fue señalada con cautela por los investigadores, ya que el neuroma acústico es tan raro que podría tratarse de una casualidad, o que es más probable que las mujeres que usan móviles se hagan chequeos del oído y se les detecte más a menudo por ello.

¿Por qué unos estudios no concuerdan con otros?

Si bien estos tres estudios, y muchos otros (como este realizado durante 29 años en Australia o este desarrollado durante 9 años en Reino Unido), han extraído como conclusión principal que no existe una asociación estadísticamente relevante entre el uso del móvil y el riesgo de padecer cáncer, periódicamente aparecen investigaciones e informaciones que discrepan con esta idea. Estos son algunos de los motivos por los que esto puede ocurrir:

- El sesgo del recuerdo: en los estudios en que se pregunta a los individuos sobre sus usos y costumbres con el móvil, es posible que aquellos que padecen un tumor vean sus recuerdos alterados por ese diagnóstico: creerán que lo usaron más tiempo, o que lo cogían siempre de la misma forma o en el mismo lado de la cabeza, aunque esto no sea cierto. Esto puede afectar a los datos finales.

- Información imprecisa: de la misma forma que pueden no recordarlo correctamente, pueden transmitirlo también de forma alterada de forma inconsciente.

- Morbilidad y mortalidad. Desgraciadamente, algunos tipos de tumores cerebrales, como los gliomas, tienen una tasa de mortalidad alta y una esperanza de vida corta. Los pacientes que sobreviven en muchos casos tienen secuelas que pueden afectar a sus respuestas ante un test o entrevista, y cuando no lo hacen, sus familiares quizá no conozcan al detalle sus costumbres al utilizar el teléfono móvil.

- El sesgo de participación: a menudo, personas diagnosticadas con un tumor están más predispuestas a participar en un estudio de este tipo que la gente sana, que se necesita como grupo de control. En el caso del estudio Interphone, fue especialmente difícil dar con individuos de control que no utilizasen móviles nunca o muy rara vez.

- Cambios en la tecnología: los primeros teléfonos móviles emitían ondas de radiofrecuencia mucho más energéticas, mientras que los actuales utilizan una frecuencia diferente con un nivel de energía menor. Por eso los estudios no siempre son comparables. También ha cambiado la forma en que utilizamos la tecnología: la mensajería o el uso del manos libres son dos opciones con las que podemos utilizar el teléfono móvil durante horas sin acercárnoslo a la cabeza.

¿Cuál es la conclusión general?

En el año 2011, la IARC incluyó el uso de teléfonos móviles en la lista de "posibles cancerígenos para humanos", basándose, según los propios autores de la decisión, en evidencias limitadas de estudios en humanos, evidencias limitadas en estudios sobre energía de radiofrecuencia en roedores y evidencias inconsistentes de estudios sobre el supuesto mecanismo de ese efecto cancerígeno.

Una decisión que fue muy controvertida y discutida desde distintas organizaciones médicas y científicas, que apelan a la falta de evidencias para relacionar el uso del móvil con ningún problema de salud, incluido el riesgo de padecer cáncer cerebral. Entre ellas se encuentra la Sociedad Americana del Cáncer (ACS), El Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental (NIEHS), la Administración Estadounidense de Alimentos y Medicamentos (FDA) y el Comité de Riesgos Emergentes y Recientemente Identificados perteneciente a la Comisión Europea.

Todas estas organizaciones concluyen, por tanto, que siguen siendo necesarias más investigaciones para llegar a la conclusión de que esa relación existe. Una relación que, de momento, nadie ha podido encontrar.

Un estudio realizado durante dos años dentro del Programa Nacional de Toxicología, dependiente del Departamento de Salud de Estados Unidos, ha encontrado, de momento solamente en ratas, una conexión entre la exposición continuada a la radiación que emiten los teléfonos móviles y el riesgo de padecer algunos tipos de tumores. Los investigadores expusieron a 2.500 animales a distintos niveles de radiación emitidos por dos protocolos diferentes utilizados habitualmente en los sistemas de comunicación móvil, el GSM y el CDMA.

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