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Las 300 pequeñas eléctricas que aún plantan cara a las grandes del sector
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dueñas de los cableados en pueblos y comarcas

Las 300 pequeñas eléctricas que aún plantan cara a las grandes del sector

Cuando a principios del siglo XX las grandes ciudades ya se iluminaban al anochecer, muchos pueblos se las apañaban para no quedarse a oscuras

Año 2016. Toda España está ocupada por las grandes corporaciones eléctricas... ¿Toda? ¡No! Un grupo de irreductibles pequeñas eléctricas se resiste ahora y siempre a desaparecer. Igual que en los cómics de Astérix el Galo el protagonista plantaba cara en situación de desventaja de fuerzas a las legiones romanas de César, en España se libra un pulso desigual entre las cinco grandes (Endesa, Iberdrola, Gas Natural Fenosa, E.ON y EDP), que se han hecho con casi todo el negocio, y las alrededor de 300 pequeñas empresas que sobreviven a esa expansión, algunas desde hace más de un siglo.

Es en 1881 cuando comienza esta historia. Entonces se fundaba la Sociedad Española de Electricidad en Barcelona, una empresa que producía y distribuía electricidad a otros consumidores. Esta empresa fomentó la electrificación de las principales ciudades de nuestro país, como Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao. Mientras el progreso en forma de luz eléctrica iba prendiendo en los grandes núcleos urbanos, muchas pequeñas poblaciones seguían quedando a oscuras.

Mientras el progreso en forma de luz eléctrica iba prendiendo en los grandes núcleos urbanos, muchas pequeñas poblaciones seguían quedando a oscuras

Pero no por mucho tiempo. Los ríos fueron la primera fuente de energía que emplearon para producir electricidad, que se llevaba a través de cables hasta los pueblos para iluminar sus calles. Así nacieron unos 3.000 negocios de ámbito local que son el germen de las actuales eléctricas. Muchos de ellos terminaron asociándose, fusionándose o siendo absorbidos para conformar las grandes compañías energéticas que hoy conocemos. Unas 300 resisten aún hoy.

Distribuidora Eléctrica de Montoliu

En 1911, el Ayuntamiento de Montoliu de Lleida, que tenía en torno a medio millar de habitantes, decidió poner solución a la falta de suministro creando la infraestructura necesaria para llevar la electricidad a sus calles. Creó lo que hoy es la Distribuidora Eléctrica de Montoliu, que ha ido sobreviviendo a las décadas y adaptándose a los cambios de legislación con el objetivo de seguir distribuyendo y vendiendo electricidad a los habitantes del pueblo. Hoy es una empresa municipal (a punto de convertirse en dos, una distribuidora y otra comercializadora) que cuenta con 270 clientes.

Mientras que la infraestructura de distribución pertenece al ayuntamiento y son los únicos que pueden explotarla, en comercialización el mercado es abierto y cualquier empresa puede ofrecer sus servicios. Pero a pesar de ello, desde el ayuntamiento aseguran que mantienen a sus clientes, "y no por los precios, porque no podemos rebajarlos mucho más", sino por la confianza: "Llevamos aquí toda la vida, es un servicio cercano".

Un mercado de 270 clientes no supone una tentación poderosa para una gran empresa con miles de clientes en todo el país. Distribuidora Eléctrica de Montoliu ha recibido ofertas para ser adquirida por alguna de las grandes (no especifican cuál ni por cuánto), pero aseguran que, al menos de momento, seguirán siendo una empresa con capital cien por cien municipal.

Hidroeléctrica El Carmen, en Guadalajara

Francisco Sánchez es la quinta generación de su familia al frente de Hidroeléctrica El Carmen, una empresa que nació en 1898 a partir de los molinos harineros que funcionaban en Guadalajara, en las orillas del río Tajuña. Uno de sus antepasados decidió emplear los saltos de agua del río para proveer de energía a los pueblos de la zona. "Los primeros contratos se hicieron para alumbrado público y para los cuarteles de la Guardia Civil".

En las casas, la luz tardó algo más en llegar. "Eran zonas rurales, de gente por desgracia muy ignorante, que temía que una bombilla podía electrocutarles o causarles daño de alguna forma", explica. Sin embargo, algún valiente siempre se animaba, demostrando a sus vecinos que no había peligro y que ver por las noches tenía muchas más ventajas que inconvenientes.

Los primeros contratos se hicieron para alumbrado público y para los cuarteles de la Guardia Civil

Sánchez cuenta que la empresa familiar fue alcanzando con sus cables cada vez más poblaciones, llegando hasta Alcalá de Henares, al sur de Madrid. "Pero durante el Gobierno franquista nos acusaron de dar un mal servicio y nos expropiaron parte de la infraestructura. La verdad es que querían dar cabida a otras empresas", lamenta. Herencias familiares dividieron la empresa, y una parte fue al final adquirida por lo que hoy es Gas Natural Fenosa.

Hace ya 50 años que Sánchez sigue al frente del negocio, que distribuye electricidad a 8.300 clientes en los alrededores de la ciudad de Guadalajara, y presume con orgullo de haber defendido su empresa "como gato panza arriba" de las presiones de los legisladores y de las grandes eléctricas. "Es una lucha, pero creo que hacemos las cosas bien, y la muestra está en que la comercialización es abierta y los clientes se quedan con nosotros. Les damos un servicio cercano, los técnicos viven en el mismo pueblo, pueden estar donde haga falta en un minuto. Aquí nos conocemos todos y nos ayudamos en lo que haga falta".

Hidroeléctrica del Cabrera, en León

Roberto Rollón es gerente de Hidroeléctrica del Cabrera, y con él ya van tres generaciones las que han asumido la dirección de la empresa familiar. En 2005 dejaron de comercializar, y desde entonces solo distribuyen electricidad, principalmente a industrias pizarreras de la zona (León). Calcula que un total de unos 1.000 trabajadores realizan su labor gracias a la energía que él les hace llegar. Son también dueños desde 1994 de Saltos del Cabrera, otra pequeña distribuidora eléctrica que da suministro a 1.600 hogares en la comarca de La Cabrera y en Ourense.

Rollón también ha recibido ofertas para comprar sus cableados, y no solo de las grandes, sino también de otras medianas y pequeñas, como ellos, que buscan expandirse. "Nosotros también estaríamos dispuestos a comprar si vemos la oportunidad", asegura. En un mercado regulado como el de la distribución eléctrica, "las habas están contadas y son las que son", dice. Por eso la única forma de expandirse es comprar a otra empresa su infraestructura y así llegar a nuevos consumidores.

Mientras tanto, el volumen de negocio depende de los habitantes que haya en su zona de distribución, un número que, reconoce, no va en aumento. "La mayoría de la gente que trabaja aquí vive en sitios más grandes, como Ponferrada, y va y viene desde allí cada día". A pesar de ello, saca adelante su negocio, asegura, apañándose para pagar sueldos, mejorar infraestructuras y arreglar averías con esas 'habas contadas'. Su único reproche va para la regulación, que cada vez es más compleja y dura, exigiendo más requisitos legales "y muchísima, muchísima documentación".

Eléctrica Popular, en Madrid

En 1928, Perales de Tajuña, en el sureste de lo que hoy es la Comunidad de Madrid, tenía muchos problemas para conseguir un suministro eléctrico estable y suficiente. El siglo XX ya estaba avanzado y el temor a la electricidad era algo ya superado. Los vecinos querían luz, así que montaron una cooperativa para financiar y construir la infraestructura necesaria que produjese y distribuyese la electricidad al pueblo.

Así nació lo que hoy se llama Cooperativa Eléctrica Popular, que da servicio a 1.600 habitantes de los aproximadamente 2.700 que tiene el municipio. La cooperativa distribuye y vende la electricidad, y aunque para esta segunda actividad sus clientes podrían elegir a otra empresa del sector (no así para distribuir), la mayoría siguen con ellos. "Nos eligen porque llevamos aquí toda la vida y nos conocen. Si vienen a vernos, les atendemos siempre los mismos, y si tienen una avería, les enviamos un técnico y está allí enseguida". Lamentan también que la regulación les exija cada vez más trámites y documentación, tareas que consumen valiosos y escasos recursos humanos en una empresa pequeña.

Son solo cuatro ejemplos de esos 'galos' que, cada uno en su aldea, plantan cara a las grandes, defendiendo su terreno, por pequeño que este parezca en una tierra de gigantes eléctricos.

Año 2016. Toda España está ocupada por las grandes corporaciones eléctricas... ¿Toda? ¡No! Un grupo de irreductibles pequeñas eléctricas se resiste ahora y siempre a desaparecer. Igual que en los cómics de Astérix el Galo el protagonista plantaba cara en situación de desventaja de fuerzas a las legiones romanas de César, en España se libra un pulso desigual entre las cinco grandes (Endesa, Iberdrola, Gas Natural Fenosa, E.ON y EDP), que se han hecho con casi todo el negocio, y las alrededor de 300 pequeñas empresas que sobreviven a esa expansión, algunas desde hace más de un siglo.

Endesa Gas Natural Fenosa
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