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"Los 'followers' de los partidos políticos son talibanes al servicio de una secta"
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JULIO LLEONART, EX-RESPONSABLE DE REDES SOCIALES DE UPYD

"Los 'followers' de los partidos políticos son talibanes al servicio de una secta"

El 'exhipster de UPyD' reconoce que varias veces ha querido matar a algún compañero por un tuit. Hablamos con él de políticos, redes sociales y, cómo no, de Toni Cantó

Foto: Julio Lleonart abandonó UPyD tras las pasadas elecciones. Foto: Anselmo Avendaño/UPyD.
Julio Lleonart abandonó UPyD tras las pasadas elecciones. Foto: Anselmo Avendaño/UPyD.

¿Te suena su cara? En efecto: es 'el hipster de UPyD' que sustituyó a Toni Cantó cuando el exactor dio la espantada y se fue a Ciudadanos.

Julio Lleonart nos reconoce que llegó a estar completamente harto del apelativo, pero, ahora que ya no está en política tras el batacazo de UPyD en las elecciones, el cansino epíteto ha desaparecido. Ahora trabaja en una agencia de comunicación que lleva la estrategia en redes sociales para varios clientes. Experiencia no le falta, ya que entre 2012 y 2016 ejerció ese mismo papel (y sufrió los desvaríos tuiteros de compañeros como Toni Cantó) en el terreno más peligroso del mundo: la política.

Ahora que ve los toros desde la barrera, quedamos con él para hablar de lo difícil que es lidiar con los perfiles de un partido en redes sociales, de los disgustos que le han dado sus diputados como tuiteros y de cómo las redes sociales se han convertido en el nuevo escenario político, entre otras cosas.

Pregunta. Hasta hace poco coordinaba las redes sociales de UPyD. ¿No acabó harto de tanto tuit, retuit, 'meme', 'zasca' y demás?

Respuesta. Sí, la verdad es que un poco sí. Aunque los gurús dicen que todo esto de las redes sociales es una maravilla, que sí que lo son, la verdad es que cuando lo sufres en tus propias carnes termina cansando mucho. Además, para un partido político la militancia es muy exigente, y cuando dices algo que a la gente no le gusta, te llevas bastantes guantazos. Pero no solo se los lleva el partido, sino que a veces también te los llevas tú. Terminé agotado, la verdad.

P. ¿Tiene que tomar muchos ansiolíticos alguien de su perfil? ¿Ha querido responder a alguien que le insultaba?

R. La verdad es que no, pero los insultos sí que te afectan, y mucho. Si te viene un usuario y te dice que eres un dictador autoritario, que eres el mal encarnado... no tienes por qué aguantar eso, así que le das a silenciar al usuario (solo he bloqueado cuando han rozado el delito) e intentas seguir.

Un tuitero llegó a decirme: "Te voy a quitar a hostias esa cara prefabricada"

P. ¿Algún momento especialmente malo?

R. Pues mira, recuerdo uno muy gracioso: un chico que decía que me iba a arrancar la barba a bocados (risas). Cuando le dije que no compartía su filia sexual, le sentó mal y empezó a insultarme: "Te voy a quitar a hostias esa cara prefabricada", "te vas a enterar", "sé por dónde vas"...

La gente no es consciente de la dimensión de las redes sociales. Mucha gente cree que este tipo de cosas son completamente anónimas, pero si tú presentas una denuncia, a esa persona se la localiza. Vamos, es que si la Guardia Civil recibe la demanda y estima que esa persona está cometiendo un delito, no hace falta ni que vaya yo: va a ser la propia Guardia Civil la que va a ir a por ella y la que le hará la vida imposible.

La gente no es consciente de que un calentón en Twitter te puede complicar la vida; en redes sociales, a muchos se les va la pinza.

P. ¿Sacan las redes sociales lo peor de nosotros? No hay más que pasarse por el perfil de Ana Pastor, el de Iker Casillas o el de Ada Colau para ver que a mucha gente se le va un poco la olla...

R. Es tremendo. Decimos que las personas públicas tienen que aceptar las críticas, pero ¿por qué si tu profesión te da visibilidad tienes que estar sometido en redes sociales a ese tipo de cosas?

Las redes sociales son una herramienta perfecta de comunicación, pero a veces sacan lo peor de lo peor. Y no solo por los insultos a famosos: pueden ser un sitio perfecto para informarte, pero también para desinformarte. Hay muchísima basura, bulos, activistas que solo se dedican a 'trolear' y a insultar a los demás...

En las redes sociales, como en el Congreso, no hay ningún debate, solo fijación de posiciones

P. Al margen de 'trols', lo evidente es que parte del escenario político ha cambiado. Ahora las mejores 'luchas' entre políticos no se libran en el Congreso, sino en Twitter.

R. Ha cambiado el escenario, pero eso no quiere decir que la política haya mejorado ni que haya debates de verdad. Tampoco los había en el Congreso, ¿eh? A mí se me cayeron los palos del sombrajo el primer mes, cuando vi que allí era casi imposible hacer cambiar de opinión a nadie, muy pocas veces podías llegar a un acuerdo con otro grupo. En comisiones sí se puede, pero en los plenos no había ningún debate, solo fijación de posturas.

En las redes sociales pasa lo mismo, no hay ningún debate, solo fijación de posiciones. Y luego tienes a un ejército de fieles, de 'trols', de talibanes, que lo amplifican para bien o para mal.

De todos modos, una cosa muy buena de las redes sociales es que los líderes están sometidos a una fiscalización continua, con lo que muchas veces no tienen posiciones tan fijas como hace tiempo. Ahora van cambiando más, porque saben que si marcan una postura fija y luego la cambian, la gente estará ahí para recordárselo.

P. Y ante esta velocidad, ¿qué tal lo están haciendo los partidos?

R. Hay de todo. Ante las críticas siempre hay que saber reaccionar, unos parece que van dando bandazos, otros son más tranquilos... y otros no reaccionan. El mejor ejemplo es el del PP: les da exactamente igual lo que digan de ellos. Su postura es: "Yo soy el más guapo, el más listo y si me critican me da igual". Es la postura clásica del PP, tanto en redes sociales como fuera.

El PSOE, por ejemplo, es otra cosa: está a medio camino entre el PP y los que dan bandazos. Podemos siempre fue el partido que mejor se manejaba en redes sociales, pero ahora ya no están tan pendientes de las reacciones en redes sociales, sino de las encuestas. Como vieron que sus posibles votantes les castigaban por no permitir un Gobierno del PSOE, han rebajado sus posturas.

Luego está el caso paradigmático de los tumbos y los bandazos: Albert Rivera y Ciudadanos. En redes sociales, Ciudadanos quiere ser el niño en el bautizo, el chico en la comunión, la novia en la boda y el muerto en el entierro.

En redes sociales, Albert Rivera quiere ser el niño en el bautizo, el chico en la comunión, la novia en la boda y el muerto en el entierro

P. Ay, cuánto rencor...

R. ¡No, no, no es rencor! Yo ya no estoy en política, te lo digo desde el punto de vista técnico de redes sociales. Es que la estrategia de Ciudadanos es: "Yo quiero ser relevante". Pero hombre, ¡si tienes 40 diputados! Tu relevancia es la que es.

La estrategia de Ciudadanos es: "Yo estoy aquí. ¡Eh, que estoy aquí!". Que también es normal, si te gastas ese dinero en una campaña electoral, si tus expectativas -gracias a 'El País' y a otros medios- eran que te ibas a comer el Congreso y de repente sacas 40 diputados... pues claro, tienes que intentar seguir pareciendo relevante, aunque no lo seas.

P. ¿Estamos en una especie de 'teatralización digital'? ¿Están los políticos más pendientes de dejar en ridículo a su rival en Twitter que en el Congreso?

R. Sí, estamos en un debate completamente desvirtuado en el que importa más la escenificación que el contenido. Pero no solo en las redes sociales, ¿eh? Los medios, por ejemplo, habéis hecho más noticia del enésimo regalo de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez que de lo que se dijeron en la reunión.

P. Totalmente de acuerdo, pero hombre, también se hizo noticia con el contenido de la reunión...

R. Sí, pero al final lo anecdótico queda por encima. Pero que no me refiero solo a los medios, ¿eh? Todos hemos 'comprado' esa anécdota, también los ciudadanos. Al final, lo anecdótico queda por encima de lo importante, ya sea en redes sociales o fuera.

A Izquierda Unida se le ha ido la pinza en Twitter, son una caricatura de ellos mismos

P. Imagino que, cuando dos políticos se enzarzan en Twitter, sus equipos de redes sociales se echarán a temblar por si pierden, ¿no?

R. En realidad no se enzarzan tanto, ¿eh? Muy pocas veces. Ten en cuenta que, si te enzarzas con un rival político en Twitter, por lo general tienes mucho que perder y muy poco que ganar... a menos que seas el 'community manager' de Izquierda Unida, claro. Si eres el de Izquierda Unida, puedes poner lo que te dé la gana, decir la primera barbaridad que te venga a la cabeza (que es lo que están haciendo).

El hostión que se han dado es muy parecido al nuestro, así que tienen mucho que ganar y poco que perder. Pueden hacer lo que les dé la gana. A Izquierda Unida se le ha ido la pinza en Twitter, son una caricatura de ellos mismos.

P. Cuando estaba en UPyD, ¿cuántas veces quiso matar a alguno de sus diputados por un tuit?

R. Más de las que me gustaría reconocer (risas). Ha habido tuits de Toni [Cantó], concretamente, que fueron apoteósicos. El que se le recuerda a él, por el que pasará a la historia, es aquel de las denuncias falsas de violencia de género.

Cuando vi el tuit de Toni Cantó sobre denuncias falsas, pensé: "Hostia, esto se nos va de madre"

P. ¿Cómo pasó aquello?

R. Él en ese momento estaba en una reunión con un grupo de hombres [Feder.Gen] que se consideraban maltratados por la ley de violencia de género. Le dieron unos datos y él, sin pasar ningún tipo de filtro, los tuiteó. No tenía por qué compartirlos, ni pensar en UPyD, ni en el impacto, ni en nada. Él es un tuitero compulsivo, así que se lo dijeron y lo tuiteó. Primer error.

Yo me di cuenta en el momento, lo vi en directo, y dije: "Hostia, esto se nos va de madre". Se lo dije a la responsable de comunicación de UPyD, Beatriz Becerra, y me dijo que yo estaba exagerando, que no habría tanta alarma. Al cabo de dos horas, Toni ya era 'trending topic', nos estaban dando de hostias por todos los lados y ahí ya se intentó reaccionar. Él intentó reconvertirlo y dijo que los datos eran oficiales del INE, pero no lo eran, volvió a actuar de oídas. Total, que la lió más aún.

A partir de ahí, desapareció: estuvo como cuatro horas sin meterse en redes sociales, sin coger el teléfono a nadie... Aquello no hubo por dónde reconducirlo, le seguirá el resto de su vida. Yo pongo este caso como ejemplo de cómo puedes cargarte tu reputación en un segundo. Él se la cargó.

P. ¿Puede un simple tuit cargarse parte de la reputación de un partido?

R. Totalmente, seguramente el caso de Toni sea el mejor. A partir de aquel tuit, cada vez que le dio por hablar de violencia de género, todo el mundo se le echaba encima. Les había dado todas las armas al PSOE, a Izquierda Unida y al PP. Tú verás, ¿el PP criticando a Toni por si era machista o dejaba de serlo? ¿El PP?

Al final, cuando consigues que todo el mundo te ataque es que la has cagado mucho. Y lo peor es que un mal tuit, una cagada en redes sociales, puede fastidiarte gran parte de tu programa. Cada vez que en UPyD hablábamos de violencia de género o de igualdad, todo el mundo nos venía con lo mismo.

P. Sea sincero: ¿UPyD ha comprado 'bots' alguna vez?

R. No, nunca.

P. Hombre, todos recordamos uno o dos casos concretos...

R. ¿Quieres que te diga la verdad? Eso eran 'bots', pero no los habíamos comprado nosotros. Eran 'bots' que había creado un usuario, un chaval de 17 años que estaba emocionadísimo con el partido, que se consideraba un experto en redes sociales y que hizo eso. Tuvimos que hacer un trabajazo brutal para filtrar todas esas cuentas, vimos que todos los bots eran 'followers' suyos, contactamos con él, le mandamos varios 'emails' y le pedimos que parase.

Pero vamos, esto ahora lo veo con todos los partidos: aparte de que haya 'bots', que los hay, ni siquiera hacen falta: los 'followers', los fieles, los activistas, se han recrudecido y ahora son talibanes al servicio de una secta, acaban convirtiéndose en eso.

P. En los últimos años hemos vivido la explosión de Albert Rivera y (sobre todo) Pablo Iglesias como candidatos políticos que han surgido en platós de televisión y cuyos vídeos se vuelven virales. ¿Estamos en una época de políticos de tertulia?

R. Sí, ahora estamos en la política del 'show'. Pero ojo, también hay que fijarse en las formas que todos estos políticos demuestran en esas tertulias, porque el currazo que se metieron Pablo Iglesias y Albert Rivera fue tremendo. Ahora los vemos en La Sexta y en cualquier canal, pero la de debates que se han metido esos dos en Intereconomía y en 13TV no lo sabe nadie, se han comido todos los debates del mundo hasta llegar a los grandes canales. Nos gustarán más o menos, pero nadie puede dudar de la constancia y el trabajo que han tenido.

¿Y sabes por qué pasa esto? Por el elitismo que han tenido muchos grandes partidos, que no mandaban a sus líderes a según qué tipo de programas porque consideraban que ellos estaban por encima. Pero Pablo Iglesias y Albert Rivera han hecho un trabajo que no ha hecho nadie, y de ahí viene su popularidad: se recorrieron todos los platós, se movieron como pez en el agua y ahora están donde están.

Ver 'La Sexta Noche' es vomitivo. Es como 'Sálvame', pero en política

De todos modos, las tertulias tienen un problema: que se pervierte el contenido político, porque los programas -que tienen que ser sostenibles y pagar nóminas, como todo el mundo- acaban tirando del tertuliano que más audiencia les dé, aunque se tire la noche entera dando gritos.

Al final te metes en un sistema viciado en el que ver 'La Sexta Noche', por ejemplo, es vomitivo. Vo-mi-ti-vo. La parte de las entrevistas, no; la parte de los datos, tampoco; pero en las mesas de debate son gladiadores, es la arena, se dicen atrocidades. Es 'Sálvame', pero en política: ellos hablando de ellos mismos y sacando sus bobadas que no tienen nada que ver con la política. Porque cuando hablan Inda o Marhuenda, solo dicen chorradas, son caricaturas de sí mismos.

¿Te suena su cara? En efecto: es 'el hipster de UPyD' que sustituyó a Toni Cantó cuando el exactor dio la espantada y se fue a Ciudadanos.

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