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El banco 'bueno' que enseña a ahorrar energía y te paga las facturas
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El banco 'bueno' que enseña a ahorrar energía y te paga las facturas

Los ayuntamientos de Premià de Dalt y Sabadell son los laboratorios para esta iniciativa que busca ahorrar luz, agua y gas, reducir emisiones y combatir la pobreza energética

Foto: Certificado del compromiso de un polideportivo con el Banco de energía
Certificado del compromiso de un polideportivo con el Banco de energía

El Ayuntamiento de Premià de Dalt pagó en 2015 las facturas de luz, gas y agua de 133 familias al borde de la pobreza energética. En total, gastó unos 21.000 euros, procedentes de los alrededor de 100.000 euros anuales de ahorro logrado por el municipio barcelonés después de cambiar el tendido eléctrico tres años antes. En un país en el que uno de cada seis ciudadanos tiene problemas para pagar la cuarta factura más cara de luz y gas, cabe preguntarse: ¿cómo se llama la película?

Este compromiso de la administración local no es un cuento, es un efecto de la instalación del Banco de Energía. Se trata una historia basada en los hechos reales que relata Josep Triadó, el alcalde convergente de Premià de Dalt y conseller comarcal de Medio Ambiente, quien pretende extender este modelo piloto por los demás pueblos de la zona del Maresme. Triadó hace buen balance del primer año de vida en el pueblo del Banco de Energía, mecanismo que resume así: "esto lo que hace es juntar todas las iniciativas de ahorro energético y el cuidado del medio ambiente con ayudas sociales para combatir la pobreza energética".

En otras palabras, Banco de Energía es una iniciativa puesta en marcha por la cooperativa catalana Tarpuna que promueve el ahorro de energía en términos económicos y de eficiencia entre instituciones públicas, empresas y hogares para canalizar ese ahorro hacia familias con necesidades de la zona, previamente identificadas por los servicios sociales. La Generalitat de Cataluña y la Diputación de Barcelona, que respaldan entre otros este modelo pionero, fijaron junto con la cooperativa a los dos municipios que servirían de laboratorio.

Los elegidos finalmente fueron Premià de Dalt, de 10.000 habitantes, y Sabadell, toda una ciudad de más de 200.000 vecinos. Según David Maruny, presidente del Banco de Energía, la idea era verificar la implantación del mecanismo en localidades de diferentes tamaños y condiciones sociales y medioambientales. Lo que sucede es que los distintos cambios políticos han llevado a que Sabadell se vaya a sumar al camino recorrido por Premià de Dalt desde hace un año a lo largo de este mes de abril, tras la reciente luz verde en el pleno y la próxima firma del compromiso del próximo día 18. Sabadell ya está haciendo estimaciones del ahorro que supondrá la iniciativa, cuenta a El Confidencial el regidor de Educación y Sostenibilidad, Joan Berlanga, de Unitat pel Canvi.

"Muchos de los problemas generales son locales pero los municipios son laboratorios perfectos para buscar nuevas soluciones", añade Berlanga. Y es que este proyecto piloto toma vida en medio de una creciente conciencia social acerca de la pobreza energética en los últimos años, con calado en promesas electorales y en una dinámica de mayor compromiso que han liderado en buena parte los llamados gobiernos del cambio. El combate a la pobreza energética en Cataluña llegó a cristalizarse en un decreto encaminado a prohibir los cortes del servicio por impago que fue anulado este viernes por el Tribunal Constitucional al considerar que invadía la competencia estatal en materia energética.

Cómo funciona el banco 'bueno'

Según la RAE, un banco es una "empresa dedicada a realizar operaciones financieras con el dinero procedente de sus accionistas y de los depósitos de sus clientes". En el caso de esta estructura, la entidad no tiene ánimo de lucro, los accionistas son instituciones públicas, privadas y particulares y las cantidades depositadas proceden del ahorro energético que deriva de poner en marcha una serie de medidas que el propio banco a enseñado a poner en marcha.

Las instituciones como los ayuntamientos, bibliotecas, polideportivos y demás organismos públicos que ya son 'clientes' del Banco de Energía se involucran con una vocación de generar cultura. Maruny explica que la asociación les recomienda destinar el 35% del ahorro a los objetivos del banco y otro 35% a reinvertir en mejoras de eficiencia energética interna.

"De cara a entidades privadas sería un compromiso para participar en el Banco de Energía bajo un esquema de compromiso que implica una cuota inicial pequeñita y después una revisión periódica del ahorro, comparando lo que consumíamos antes y después de tomar las acciones que recomendamos", explica el presidente del banco. Los particulares, continúa, pueden donar el 35% del ahorro a través de la cooperativa de crédito Coop57, que colabora en el proyecto, "para garantizar una exención fiscal que deja un impacto final sobre el donante de ahorro del 20%", completa Maruny.

Retorno social del ahorro

Una vez que ese fondo va tomando forma, con ayuda de los servicios sociales de cada localidad se va identificando qué familias de la zona pueden estar al borde de una situación vulnerable o ya sumidas en la pobreza energética, y un equipo de expertos se desplaza hasta en tres ocasiones a los hogares para hacer un "acompañamiento energético". Allí estudian conjuntamente los hábitos energéticos, revisan las facturas, analizan las condiciones de la casa y dejan un medidor al lado del contador para tomar conciencia del gasto. Después, se elabora una lista de recomendaciones y se explora la eventual necesidad de pasar "de medidas 'low cost' a otras de inversión más elevada", dice Maruny.

"No se trata sólo de pagar a las familias el recibo de la luz, también creamos este fondo porque a lo mejor hay familias que nos sale más a cuenta ir a su casa, ver la tipología de cierres de ventanas que tienen y qué posibilidades de inversión hay para reducir el consumo energético. Como también hay la posibilidad de darles todas las herramientas para poder leer una factura, para ver qué condiciones contratadas tienen y qué tipo de facturación… porque a veces unas pocas medidas suponen un ahorro también para la Administración", concluye el alcalde de Premià de Dalt.

Este proyecto pionero tiene ya lista de espera y hasta el Área Metropolitana de Barcelona está interesada en aplicar el mecanismo para hacer frente a la pobreza energética y al cambio climático. Pero tanto Maruny como los responsables políticos de los pueblos-piloto consideran que el Banco de Energía se encuentra en una fase incipiente y que precisa de más base antes de expandirse. El Banco de Energía va tomando así carrerilla para convertirse en una herramienta de combate de un problema que, a la espera de que la Asociación de Ciencias Ambientales publique la semana que viene cifras más recientes, sabemos que en 2012 afectaba al 17% de la población española.

El Ayuntamiento de Premià de Dalt pagó en 2015 las facturas de luz, gas y agua de 133 familias al borde de la pobreza energética. En total, gastó unos 21.000 euros, procedentes de los alrededor de 100.000 euros anuales de ahorro logrado por el municipio barcelonés después de cambiar el tendido eléctrico tres años antes. En un país en el que uno de cada seis ciudadanos tiene problemas para pagar la cuarta factura más cara de luz y gas, cabe preguntarse: ¿cómo se llama la película?

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