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"Por favor, ¿el baño?" Cómo Gagarin logró ser el primero en llegar al espacio
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Se cumplen 55 años

"Por favor, ¿el baño?" Cómo Gagarin logró ser el primero en llegar al espacio

El cosmonauta ruso se convirtió en el primer hombre en superar la línea de Kárman, la frontera entre la atmósfera y el espacio, hace más de cinco décadas

Foto: Un grupo de ciudadanos rusos celebran el día de la aviación y la cosmonáutica. (EFE)
Un grupo de ciudadanos rusos celebran el día de la aviación y la cosmonáutica. (EFE)

Este mes de abril se cumplen 55 años del histórico primer vuelo de un ser humano al espacio. Yuri Gagarin se convirtió, en la mañana del 12 de abril de 1961, en el primer hombre que franqueaba la línea de Kárman, ese punto a unos 100 kilómetros de altura que separa la atmósfera del espacio.

El breve vuelo de Gagarin se completó con éxito lo que permitió al cosmonauta entrar en los libros de historia a pesar de que no vivió lo suficiente para saborear su éxito. Estos son algunos hechos y curiosidades relacionadas con el vuelo de la Vostok 1.

Gagarin sólo tenía 27 años

Nacido el 9 de marzo de 1934, fue el tercero de cuatro hermanos. Fue uno de los veinte pilotos escogidos para el programa espacial soviético y pronto se convirtió en uno de los más populares entre sus compañeros.

Gagarin sólo supo que sería el encargado de pilotar la Vostok 1 cuatro días antes del vuelo. A la edad a la que muchos jóvenes todavía hoy no han encontrado trabajo, el cosmonauta ya había abandonado el planeta Tierra.

Una prueba con un maniquí

La URSS lanzó hasta siete versiones de prueba de la cápsula Vostok, algunas de las cuales fracasaron, para probar que contaba con todos los elementos necesarios para enviar a un hombre al espacio y devolverlo sano y salvo a casa.

En dichos vuelos se utilizaron maniquís, y hasta animales, para comprobar que todos los sistemas funcionaban de manera correcta.

Por favor, ¿el baño?

Una de las anécdotas más conocidas, y que se ha convertido en tradición desde entonces, está relacionada con la incontinencia de Gagarin. De camino a la rampa de lanzamiento, el cosmonauta se apeó del autobús que le transportaba para orinar en una de las ruedas. Todavía hoy los cosmonautas que viajan desde Baikonur emulan a Gagarin como símbolo de buena suerte.

Otro día en la oficina

Unos problemas con el sellado de la escotilla obligaron a Gagarin a estar sentado un par de horas en su nave antes del lanzamiento. Durante aquellos minutos previos, las pulsaciones del cosmonauta se mantuvieron alrededor de 64 por minuto. Como el que baja un momento a por una barra de pan.

La Tierra a sus pies

La Vostok tenía una pequeña ventana para que Gagarin pudiera apreciar el paisaje terrestre. Pero esa apertura se encontraba a sus pies, ya que el cosmonauta tenía el panel de control enfrente y, sobre su cabeza, la escotilla (sin abertura alguna) que le debía permitir la salida durante la reentrada.

Ningún control sobre el vuelo

Antes del viaje, se desconocían los efectos que la ausencia de gravedad tendría sobre el cuerpo humano. Por ello, los científicos e ingenieros soviéticos decidieron que Gagarin no tuviera control alguno sobre la nave.

Pese a esta medida, la cápsula contaba con un método que permitía que el piloto asumiera el mando y uno de los ingenieros de la misión se lo facilitó al cosmonauta antes del viaje, aunque no tuvo que utilizarlo.

Apenas una órbita

Los responsables de la misión no lograron clavar la órbita que tenían establecida para Gagarin, que se elevó hasta una altura máxima de 327 kilómetros y viajó a unos 27.400 kilómetros por hora durante 108 minutos. La reentrada se produjo sobre Egipto y el cosmonauta aterrizó 26 kilómetros al suroeste de Engels, una ciudad a 280 kilómetros de distancia de donde debería haber finalizado su vuelo.

Un día, diez o... veinte

La misión de la Vostok 1 estaba diseñada para que el vuelo finalizara pasada una órbita. Pero los ingenieros soviéticos se cubrieron las espaldas en caso de que los motores encargados de enviar a la nave de vuelta a la Tierra no se accionaran.

La URSS diseñó el viaje para que, en caso de error, la fuerza de la gravedad y la mecánica orbital mandaran a Gagarin de vuelta a casa diez días después

La trayectoria de la nave estaba pensada para que la fuerza de la gravedad y la mecánica orbital la hicieran regresar a la Tierra diez días después del lanzamiento. Pero la órbita en la que se colocó amplió este margen a los 20 días. De no haberse activado los motores de reentrada, Gagarin habría perecido en órbita ya que la nave contaba con suministros para mantenerle con vida durante esos diez días.

Turbulencias

La nave Vostok, de forma esférica, contaba con un módulo de servicio en el que se situaban todos los depósitos con los elementos esenciales para garantizar la supervivencia del pasajero. Ese módulo debía separarse de la nave minutos antes de la reentrada pero el sistema falló y ocasionó algunas molestias al cosmonauta, con una nave fuera de control que comenzó a girar sobre su eje.

El calor de la reentrada logró separar las ataduras que ligaban ambos vehículos y, más importante, redujo el impacto de las oscilaciones lo que permitió que Gagarin mantuviera la consciencia de cara al aterrizaje.

Llegó en paracaídas

A diferencia de las naves Soyuz actuales, que tienen unos propulsores que se activan a pocos metros del suelo para que la nave se pose a muy poca velocidad, la Vostok no tenía un método que garantizara la seguridad de Gagarin.

Por ello, el cosmonauta tuvo que tirar de un método poco convencional. A siete kilómetros de altura, la escotilla de la nave se abrió y Gagarin salió disparado. Dos paracaídas, uno para el cosmonauta y otro para la nave, se encargaron de que ambos regresaran a la Tierra de manera segura.

En 1961, la Federación Internacional Aeronáutica se regía por una regla que no validaba un viaje al espacio hasta que el astronauta no se posara en Tierra dentro de la nave. Las autoridades soviéticas silenciaron este hecho hasta el vuelo de Guerman Titov, cuatro meses después, que utilizó la misma técnica. 'A posteriori', el organismo decidió no quitar hierro a la gesta del cosmonauta y dar por buena la misión.

¿Vio Gagarin a Dios?

Ha circulado la leyenda, en más de una ocasión, de que Gagarin aseguró no haberse encontrado con Dios en el espacio. No hay ningún registro de esta sentencia y algunas fuentes se la atribuyen al líder de la URSS en aquel momento, Nikita Kruschev. A falta de anécdota, siempre nos quedará este chiste.

El granjero asustado

Al haber aterrizado en un lugar no previsto, Gagarin tuvo que convencer a la población local para que le prestara ayuda. Un granjero y su hija se toparon con el cosmonauta pero, de primeras, se asustaron al ver a un tipo enfundado en un traje naranja. Una vez calmados, Gagarin les pidió un teléfono con el que poder llamar a Moscú para certificar que el vuelo había ido transcurrido de manera normal.

Gagarin vive en Londres

Entre los numerosos reconocimientos que Gagarin recibió alrededor del mundo, se encuentra una estatua en Londres que es una réplica de una que se encuentra en Liúbertsy. Se puede visitar en el Royal Observatory de Greenwich, en Londres, y fue un regalo de la corporación Roscosmos al gobierno británico para conmemorar el 50 aniversario del vuelo del cosmonauta.

No volvió al espacio

Convertido en héroe nacional, Gagarin no volvio a volar al espacio. Un hecho similar sucedió con John Glenn, primer estadounidense en orbitar la Tierra, o Neil Armstrong.

Pero a diferencia de sus homólogos de la NASA, el cosmonauta murió pocos años después, el 27 de marzo de 1968, cuando su caza se estrelló. Gagarin iba a ser el suplente de Vladimir Komarov, astronauta que voló en la Soyuz 1 y que murió debido a numerosos errores en la nave. Komarov salvó la Gagarin, en 1967, consciente de que su misión era tan peligrosa que podría acabar con su vida. Pero la fatalidad pudo con el cosmonauta unos meses más tarde.

Este mes de abril se cumplen 55 años del histórico primer vuelo de un ser humano al espacio. Yuri Gagarin se convirtió, en la mañana del 12 de abril de 1961, en el primer hombre que franqueaba la línea de Kárman, ese punto a unos 100 kilómetros de altura que separa la atmósfera del espacio.

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