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Las grandes misiones espaciales que nos esperan en 2016
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Las grandes misiones espaciales que nos esperan en 2016

SpaceX estrena el Falcon Heavy, Rusia inaugura Vostochny, la NASA lanza una sonda a un cometa y Rosetta termina su misión. Nos espera un año movido lejos de la Tierra

Foto: Juno, que visitará Júpiter, cuenta con unos gigantescos paneles solares para alimentar todos los instrumentos de la nave. (NASA)
Juno, que visitará Júpiter, cuenta con unos gigantescos paneles solares para alimentar todos los instrumentos de la nave. (NASA)

La carrera espacial ha entrado en una segunda juventud. Atrás quedaron los años de letargo del transbordador espacial y la construcción de la Estación Espacial Internacional. La llegada de actores privados, el creciente empuje de China y la determinación de la NASA por llegar a Marte han reconfigurado un panorama que no vivía tiempos de esplendor desde que el Apolo 17 visitara la Luna por última vez en 1972.

El que viene será un año de transición, pero uno clave de cara a acontecimientos futuros que moldearán el mapa de la industria espacial. Porque 2016 debería poner las primeras piedras del camino que llevará de nuevo a astronautas estadounidenses al espacio desde Cabo Cañaveral.

Estos son algunos de los acontecimientos más destacados que la industria del espacio vivirá a lo largo de 2016.

El Falcon Heavy se viste de largo

SpaceX continúa imparable en su carrera por convertirse en el principal actor privado del sector espacial. Después de aterrizar un cohete en los últimos días de diciembre, la firma liderada por Elon Musk tiene previsto estrenar una versión aún más potente del Falcon 9.

El Falcon Heavy contará con tres depósitos de combustible, al estilo del Delta IV Heavy, y un total de 27 motores en su primera etapa que le servirán para colocar cargas de hasta 53 toneladas en órbita. Su hermano menor sólo es capaz de elevar hasta 13 toneladas.

Todavía no hay fecha exacta para el lanzamiento pero se especula con los primeros meses del año, abril o mayo según Space News (que cita una fuente interna de la compañía), para un vuelo de prueba. De ser satisfactorio, abriría la puerta al primer contrato con el ejército del aire para poner en órbita un total de 37 satélites durante el mes de septiembre. ¿Aterrizará SpaceX las tres primeras etapas a la vez? Esa es su intención, o eso ha vendido en algún vídeo promocional.

Vuelta al espacio de Antares

La NASA preveía que las dos compañías a las que agració con el contrato de envío de suministros a la Estación Espacial Internacional sufrirían problemas en algún momento. Lo que no entraba en sus planes era que ambos fallos sucedieran en cuestión de meses. Orbital ATK todavía no ha sido capaz de regresar al espacio por sí misma después de que un cohete Antares explotara a los pocos segundos de despegar en octubre de 2014.

Después de mandar suministros a la estación con un cohete de la United Launch Alliance (ULA) hace pocas semanas, se espera que Orbital sea capaz de regresar a la senda de los lanzamientos. La firma ya ha probado con éxito los nuevos motores que propulasarán al Antares y que serán diferentes a los AJ-26 que causaron el accidente meses atrás lo que reavivará la competición privada por llevar suministros a la estación espacial.

Nuevo contrato de suministros para la Estación Espacial

La agencia ha marcado el 30 de enero como fecha límite para anunciar las firmas que se hagan con el nuevo contrato de suministros para la Estación Espacial Internacional. Después de descartar a Boeing, se sabe que Orbital ATK y Sierra Nevada Corporation están en esa lucha —ambas lo han confirmado— y se da por hecho que SpaceX forma parte de la terna.

Fuentes de la industria aseguran que Lockheed Martin, que cuenta con un proyecto propio, quedó fuera de la carrera en los primeros compases aunque la firma no lo haya hecho público. Los contratos de suministros son importantes ya que dan un impulso económico importante a actores de la industria espacial y aligeran la carga operativa de la NASA, que puede centrar sus esfuerzos en el tan cacareado viaje a Marte.

Rosetta se despide por todo lo alto

En septiembre, Rosetta pondrá fin a una misión que ha sido un éxito rotundo. La sonda de la Agencia Espacial Europea ha estudiado durante meses el cometa 67P y ha posado una pequeña nave sobre el cuerpo que orbita que ha encontrado moléculas orgánicas. También ha ampliado los conocimientos sobre la formación y el origen de estos cuerpos.

La misión se aproxima a su fin y la opción de posarla sobre el cometa gana enteros. El hecho de que el cometa se vaya a alejar del sol supondrá un reto que la agencia no puede acometer: las comunicaciones cada vez serán más complicadas y la sonda carece del combustible necesario para mantenerse en posición en caso de entrar en estado de hibernación.

"La idea no es estrellar la nave sino intentar posarse sobre el núcleo del cometa para tomar datos que completen la información que tomó Philae. El cometa 67P tiene dos lóbulos y Philae está en uno. Ha medido sus propiedades y hoy sabemos que ambos lóbulos eran cuerpos separados así que podría ser interesante posarse en el segundo para comparar las características y propiedades", explica Pedro J. Gutiérrez, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía que colabora con un par de instrumentos a bordo de Rosetta.

OSIRIS-REx, de vuelta a un cometa

El lanzamiento de esta sonda está previsto para septiembre de 2016 y su cometido será similar al que en su momento llevó a cabo la misión japonesa Hayabusa, que se posó sobre el cometa Itokawa en 2005 y trajo de vuelta a la Tierra algunas muestras del mismo.

Fabricada por la NASA, la nave tiene previsto su regreso a la Tierra en 2023 después de haberse encontrado con el cometa Bennu y de haber recogido diferentes muestras.

No se debe confundir la misión OSIRIS-REx con la Asteroid Redirect Mission, esa primera piedra en el camino a Marte que la NASA quiere poner en práctica alrededor de 2020.

Europa se embarca hacia Marte

Después de que la Mars Insight de la NASA se haya retrasado hasta 2018 por problemas con los instrumentos —las ventanas de lanzamiento al planeta rojo se abren cada dos años—, la única esperanza marciana para 2016 pasa por la ESA.

La ExoMars es la primera de dos misiones que la agencia continental enviará al planeta vecino. El 14 de marzo se lanzará un satélite que estudiará la atmósfera junto a una nave de descenso que se posará en Meridiani Planum para estudiar diferentes aspectos de la atmósfera marciana.

Esta primera ExoMars pondrá a prueba tecnologías clave para el descenso hasta el suelo marciano que la ESA implementará en la segunda misión. Se lanzará en algún momento de 2018 y tratará de posar un rover sobre Marte.

Juno visita Júpiter

Han pasado más de diez años desde que la Galileo pusiera punto y final a su periplo alrededor de Júpiter. Juno va a rellenar ese vacío a partir del 4 de julio cuando entrará en una órbita que le permitirá estudiar los polos del gigante de gas para estudiar si el planeta cuenta con un núcleo sólido así como la composición de su atmósfera.

Juno, que se enmarca dentro del programa New Horizons de la NASA —el mismo que sobrevoló Plutón el pasado verano— cuenta con una novedad a nivel técnico. En lugar de incluir un generador atómico para producir energía, habitual en misiones a las zonas más lejanas del Sistema Solar, la nave cuenta con tres paneles solares, los más grandes jamás construidos para una sonda de su estilo, para mantener todos sus instrumentos en funcionamiento.

Ensayos generales para Boeing y SpaceX

Han pasado cuatro años desde el último lanzamiento de una nave al espacio con astronautas a bordo desde suelo estadounidense. Fue en 2011, a bordo del transbordador Atlantis, y el país está cada vez más cerca de reanudar los vuelos y quitarse la espina que significa tener que enviar astronautas a la órbita terrestre a bordo de cohetes rusos.

Boeing y SpaceX se hicieron con los contratos para transportar astronautas a la Estación Espacial Internacional a partir de 2017, una fecha que parece garantizada después de que el presupuesto de 2016 para la NASA haya colmado todas las aspiraciones de la agencia en este terreno.

El paso previo al envío regular de astronautas pasa por probar ambas naves, la Dragon de SpaceX y la CST-100 Starliner de Boeing, en vuelos no tripulados. SpaceX tiene previsto hacerlo en 2016 mientras que Boeing debería realizar una prueba de los sistemas de emergencia en caso de tener que abortar un lanzamiento durante los primeros compases del año.

Una vez que ambas compañías superen todos los requisitos, estarán cualificadas para completar dos vuelos a la Estación Espacial Internacional.

Rusia inaugura un nuevo puerto espacial

El nuevo cosmódromo ruso, situado en Vostochny, al este del país y cerca de la frontera con China, pretende aliviar la dependencia del país de los lanzamientos desde Baikonur, en Kazajistán. La maniobra le supone al país unos 115 millones de dólares al año en gastos derivados del alquiler de la instalación.

La construcción del puerto espacial comenzó en 2010 y ha sufrido numerosos retrasos. En una visita a las instalaciones el pasado mes de octubre, el presidente ruso Vladimir Putin puso sobre la mesa la necesidad de completar la obra a lo largo de 2016.

Una vez en marcha, las intenciones de la agencia espacial rusa, Roscosmos, pasan por mover gran parte de los lanzamientos de carácter civil al nuevo puerto espacial para convertir Vostochny en la principal puerta rusa hacia las estrellas hacia 2020.

Un nuevo presidente... ¿una nueva política?

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos van a suponer una prueba para el ambicioso, aunque algo parco en detalles, plan de la NASA para enviar astronautas a Marte.

Son habituales los bandazos en política espacial con cada nuevo presidente —Obama canceló el programa Constellation pensado para volver a la Luna en su momento— aunque lo avanzado de la arquitectura necesaria para dar los primeros pasos hacia Marte hace poco probable un cambio radical de prioridades.

Del nuevo presidente se espera un empuje en la misma dirección o un cambio de planteamiento que pase por regresar a la Luna como paso previo al salto marciano. El administrador de la NASA, Charles Bolden, se ha pronunciado en contra de este último punto y ha advertido del error que cometería la administración. No sería la primera vez que la política espacial estadounidense se mueve a gusto del inquilino del despacho oval y no como resultado de una planificación cuidadosamente diseñada.

La carrera espacial ha entrado en una segunda juventud. Atrás quedaron los años de letargo del transbordador espacial y la construcción de la Estación Espacial Internacional. La llegada de actores privados, el creciente empuje de China y la determinación de la NASA por llegar a Marte han reconfigurado un panorama que no vivía tiempos de esplendor desde que el Apolo 17 visitara la Luna por última vez en 1972.

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