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Materiales creados por el hombre que cambiaron la historia
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Del bronce a los plásticos pasando por la pólvora

Materiales creados por el hombre que cambiaron la historia

Mientras esperamos a que se revele el próximo material que dará forma a nuestro mundo, recordamos otros que surgieron a lo largo de la historia y cambiaron poco a poco nuestro modo de vida

Foto: Cruce de carreteras en Los Angeles, California
Cruce de carreteras en Los Angeles, California

Científicos escoceses anunciaban esta semana que habían descubierto un método para fabricar grafeno barato. Quizá esta noticia le resulte familiar, y es normal. Periódicamente surgen titulares parecidos. El precio y la dificultad de producir grafeno de calidad son dos de los obstáculos que todavía frenan la tan anunciada revolución que traerá este material con propiedades interesantes para muchas industrias.

Una revolución que se está haciendo esperar. Claro que no es la única. A lo largo de la historia, el ser humano ha utilizado muchos materiales para asegurar su supervivencia y superioridad respecto al medio en que se movía y respecto a otros seres humanos, y el cambio de unos a otros no siempre ha sido rápido. Además de los que tomaba de la naturaleza, el hombre ha creado elementos con los que ha moldeado su mundo, y algunos necesitaron cientos de años y recorrer miles de kilómetros para asentarse como objetos cotidianos.

Aunque hacer un recorrido exhaustivo de todos los materiales que cambiaron el mundo a lo largo de la historia sería imposible, aquí van algunos de ellos.

El bronce

Las primeras herramientas que utilizó el hombre estaban hechas de madera o de roca, dos materiales abundantes pero con inconvenientes: el primero es frágil y se estropea con el tiempo, mientras que el segundo es pesado y con una manejabilidad limitada. Por eso, hace unos 10.000 años, el ser humano comenzó a explorar las posibilidades del metal, más perdurable que la madera pero fundible y por tanto más maleable que la piedra.

Empezaron con metales como el oro, la plata o el cobre, que eran demasiado blandos, así que se utilizaban principalmente para joyas, elementos decorativos o instrumentos para cocinar, pero no como herramientas. En torno al año 3.000 antes de Cristo, descubrieron que mezclando cobre con otros metales, como el estaño, se obtenía un metal mucho más duro y fuerte y por tanto mucho más apropiado para fabricar herramientas, que a su vez podía ser moldeado fácilmente. Sin darse cuenta, el inventor de este nuevo material había hecho saltar a la humanidad de la Edad de Piedra a la edad de Bronce.

El papel

Durante siglos, los saberes escritos de distintas sociedades se plasmaron en las paredes: grabados y pinturas se utilizaban para preservar las ideas más importantes y asegurar su transmisión de unas generaciones a otras. Claro que el espacio era limitado y su transporte más todavía. Por eso en el antiguo Egipto aprendieron a fabricar los papiros y en culturas posteriores los pergaminos. Estos últimos, hechos a partir de la piel de algunos animales, se utilizaron con abundancia en la Edad Media, pero eran caros y por tanto limitados.

En China, desde el siglo II antes de Cristo, ya se conocía y utilizaba el papel, una pasta hecha a partir de pulpa de celulosa suspendida en agua, luego laminada, secada y en ocasiones blanqueada. Barata y sencilla de producir, perfecta para absorber la tinta y cómoda de almacenar y transportar, se reveló como la forma perfecta para plasmar textos cortos o largos en forma de libros.

Durante unos cinco siglos solo se conoció en China, en torno al año 610 llegó a Japón y en el siglo siguiente se introdujo en Asia Central. Su producción se extendió entre los árabes, que lo llevaron a España y a Sicilia en el siglo X y de ahí a Francia y al resto de Europa. El surgimiento de la imprenta junto a la disponibilidad del papel provocaron el nacimiento de los libros como un producto habitual y no un objeto de lujo, con lo que esto significó para la profundidad y dispersión de todo tipo de ideas y saberes. Solo con la generalización de la informática y posteriormente de internet el libro de papel comenzó a perder relevancia como contenedor de la cultura en todos sus aspectos.

La pólvora

Aunque los historiadores aún debaten sobre cuál fue la primera arma de fuego y dónde surgió exactamente, la mayoría coinciden en apuntar a la pólvora como el primer material utilizado para disparar armas de fuego, y en mirar a China como su lugar de nacimiento. Fabricada con una mezcla de carbón, azufre y nitrato de potasio, se empleó durante siglos como propulsor de proyectiles tanto en armas de mano como en grandes cañones. Antes de la pólvora, la humanidad libraba sus guerras mayormente cuerpo a cuerpo, a una distancia máxima del oponente de lo que permitía una espada o una lanza. Aunque las máquinas de guerra como catapultas o arietes eran indispensables, eran las armas blancas las que brillaban en los combates.

Se han encontrado textos chinos explorando las posibilidades químicas de lo que luego sería la pólvora fechados en el siglo V después de Cristo, y los musulmanes adquirieron los conocimientos sobre la pólvora durante el siglo XIII, seguramente llegados desde China a través de la India. Su composición fue variando según el lugar y el momento, incluso cuando ya había llegado a Europa de manos de los sabios árabes.

En 1403, durante el sitio de Pisa, en lo que hoy es Italia, se utilizó por primera vez la pólvora para minar los muros de una fortificación, pero tan importante como su uso en grandes explosiones fue su utilización en las armas de mano, pensadas para ser empleadas por una sola persona. Al principio eran incómodas, inseguras y complejas de utilizar, pero fueron evolucionando gracias al incentivo evidente de ser un arma de guerra (así como de caza y deporte). Este fue el comienzo de una industria, la de las armas de fuego, que aún hoy mueve miles de millones de euros (y causa miles de víctimas) en todo el mundo.

El cemento

Toneladas de cemento forman nuestro mundo: casas, carreteras, colegios, hospitales, puentes, embalses... Cualquier construcción hoy en día se mantiene en pie gracias al cemento, una pasta conglomerante que se endurece al entrar en contacto con el agua. Está hecho de una mezcla de piedra caliza y arcilla quemadas y luego molidas a la que se le añade yeso. Los tres materiales son muy abundantes en la naturaleza, y por tanto muy baratos, lo que supone una ventaja evidente. Si además se le añade grava o arena, se consigue hormigón, indispensable en la construcción y la ingeniería civil modernas.

Desde la antigüedad, el hombre ha empleado distintos materiales para construir su casa: arcilla, yeso, adobe o cal son algunas de ellas. Los primeros cementos, utilizando cenizas volcánicas, se conocieron en Grecia y en Roma, y gracias a ellos han aguantado algunos edificios de aquella época. Tras años de pruebas, fórmulas y evolución, fue en 1845 cuando Isaac Johnson obtuvo el prototipo del cemento moderno. En el siglo XX nace y crece la industria del cemento que puso los cimientos, nunca mejor dicho, del boom de la construcción en todo el mundo.

El plástico

En 1860, el fabricante de bolas de billar Phelan and Collarder ofreció una recompensa de 10.000 dólares a quien pudiese ofrecer una alternativa al marfil para fabricar esas bolas. El inventor norteamericano John Wesley Hyatt presentó el celuloide, un material logrado al disolver celulosa (un material de origen natural) en alcanfor y etanol. Aunque no ganó la recompensa, Wesley había desarrollado el primer plástico, que además tuvo una enorme importancia en la posterior expansión de la industria cinematográfica.

En 1909 nació la baquelita, el primer plástico totalmente sintético de la historia, que dio comienzo a la era de los plásticos. Completamente moldeables, baratos de producir y con unas características útiles para muchas funciones (aislantes de la temperatura, resistentes a roturas, fabricables en distintos colores, ligeros e impermeables), pronto se les dio multitud de usos. En el siglo XX los plásticos tomaron el mundo en diversidad de formas y estructuras, sustituyendo a cantidad de materiales en el ámbito doméstico e industrial.

Tanto es así que, a pesar de su idoneidad para muchos usos, los plásticos se han convertido en un problema medioambiental: durante mucho tiempo se fabricaron sin pensar en su biodegradabilidad y hoy son gran parte de la basura que se encuentra en los vertederos de todo el planeta.

El silicio

El silicio es un material natural, el segundo más abundante de la corteza terrestre por detrás del oxígeno. No es por tanto un material creado por el hombre, pero tuvo el poder de transformar nuestro mundo cuando aprendimos a manejarlo y procesarlo para aprovechar sus posibilidades.

Sus propiedades semiconductoras, unidas a que es un elemento tan común, lo convierten en un producto con un interés especial para la industria electrónica: es esencial para la fabricación de chips y obleas con los que funcionan desde los ordenadores hasta las placas solares. Es tal su importancia que da nombre al Valle del Silicio, Silicon Valley, la región de California donde se concentran las grandes empresas tecnológicas de nuestra época.

Científicos escoceses anunciaban esta semana que habían descubierto un método para fabricar grafeno barato. Quizá esta noticia le resulte familiar, y es normal. Periódicamente surgen titulares parecidos. El precio y la dificultad de producir grafeno de calidad son dos de los obstáculos que todavía frenan la tan anunciada revolución que traerá este material con propiedades interesantes para muchas industrias.

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