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'Tecnohamburguesas': así utilizan la tecnología para venderte comida basura
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¿'marketing' o estrategia?

'Tecnohamburguesas': así utilizan la tecnología para venderte comida basura

Una mesa para escuchar música con las manos o un dron que reparte pizzas son algunas de las incursiones en el mundo de la tecnología que han realizado KFC, Domino's y Telepizza.

Foto: (Foto: Reuters)
(Foto: Reuters)

Cuando vamos a comer a un restaurante de comida rápida esperamos encontrar un local lleno de jóvenes, adolescentes y niños que acompañan su hora de zampar con una charla entre amigos, una visita por las redes sociales desde el smartphone o, para sus padres, una inquieta comida. De todo menos la posibilidad de sentarnos en una mesa y escuchar música con tan solo llevarnos las manos a las orejas.

Así fue como KFC consiguió sorprender a sus clientes en Bloemfontein (Sudáfrica). La mesa, conocida como Soundbite Table, formaba parte de una campaña de marketing que hace poco obtuvo el primer premio en la edición sudafricana de los Loeries Awards - galardones que reconocen las mejores iniciativas publicitarias en África y Oriente Medio. El objetivo de dicha mesa no era otro que ofrecer a los consumidores experiencias que fueran más allá de comer pollo frito.

“Creemos que las experiencias digitales son perfectas para atraer a un mercado joven”, explica a Teknautas Ben Evans, uno de los creadores de Soundbite Table. Según Evans, emplear la tecnología resulta ideal para las compañías que se dirigen a un público joven, ya que las "posiciona como marcas divertidas e innovadoras”.

Para nuestros consumidores, sobre todo para nuestros consumidores 'millennials', parece algo natural estas nuevas formas de pedir

Evans es el director de Ogilvy Joburg, la empresa de publicidad que KFC Sudáfrica contrató para crear dicha experiencia. Según nos cuenta, sabían que el público de la marca de comida rápida sentía predilección por la música local y que muchos de los artistas de la zona luchan por conseguir un contrato en una discográfica. “Así que combinamos ambos conocimientos para formar la idea de usar nuestras propias mesas como reproductores de música local”, explica.

La mesa sonora funciona gracias a un altavoz óseo situado en la superficie, que se activa cuando los clientes colocan sus codos encima del mismo. Bastará con llevarse las palmas de las manos a los oídos para que el sonido viaje por los huesos de los brazos hasta las orejas.

No es la primera vez que KFC sorprende a sus jóvenes clientes con tales iniciativas. En Canadá, sus franquicias ofrecían un cubo de pollo con impresora incorporada, ideal para imprimir selfies durante la comida, mientras que en Alemania sorprendían con un mantel con teclado para seguir respondiendo a los mensajes de WhatsApp con las manos pringadas de pollo.

En el mundo de la comida rápida, la tecnología no siempre se aprovecha para atraer a más consumidores por la vía del marketing. A veces los últimos avances tecnológicos se utilizan para facilitar la tarea a los clientes. Es el caso de compañías como Pizza Hut, Domino's o Telepizza.

Basta con llevarse las palmas de las manos a los oídos para que el sonido viaje por los huesos de los brazos hasta las orejas

Hoy en día, los clientes de Telepizza pueden realizar pedidos a través de una aplicación móvil, con un tuit, desde un reloj inteligente o pulsando el botón Click & Pizza que la empresa desarrolló con Telefónica para colocar en el frigorífico de casa.

De acuerdo con Emilio Tovar, director de Sistemas de Información del Grupo Telepizza, el objetivo que persigue la compañía con estos canales no es otro que “simplificar el acto de pedir una pizza, reducirlo a un simple gesto que, en minutos, te permita disfrutar de una recién hecha”.

Para desarrollar este tipo de canales, la empresa española cuenta con un departamento de sistemas de información propio. Según Tovar, convertir las últimas tecnologías en un medio más para pedir pizza no requiere de una gran inversión. “La evolución de la tecnología nos permite cometer errores a bajo coste”, asegura.

Por su parte, los clientes de Domino's pueden pedir una pizza no solo por la web, WhatsApp o Twitter, sino también desde los televisores inteligentes de Samsung o incluso aprovechando el ordenador de a bordo que incorporan los automóviles de Ford. Aunque Kelly García, vicepresidente del departamento de Desarrollo de Comercio Electrónico de Domino's, confiesa que, en comparación con los primeros, no se reciben demasiados pedidos por estos canales.

Entonces, ¿por qué apuestan por ellos? Porque, de acuerdo con García, el perfil de sus clientes se corresponde con los usuarios a los que más les entusiasman tales tecnologías. “Para nuestros consumidores, sobre todo para nuestros consumidores millennials, parece algo natural estas nuevas formas de pedir”.

Vender pollo, pizza y experiencias

Como ocurre con KFC, la filial de Domino's en cada país tiene libertad de idear cualquier iniciativa de marketing o nuevo canal de reparto que tenga en mente. Así ocurrió en 2013, cuando Domino's Reino Unido publicó un vídeo en el que aparecía un dron entregando una pizza. Aunque aún no es posible contar con un ejército de cruadricópteros para el reparto, la idea propuesta por la franquicia británica sigue siendo investigada por el resto de Domino's.

A García, el hecho de que la prensa estadounidense haya hablado de su compañía como una firma tecnológica no le sorprende demasiado, y asegura que resulta necesario para ser competitivos. Algo en lo que coincide Evans, el publicista de Ogilvy, que señala además que las empresas de comida rápida no deberían ser las únicas que aprovechen las ventajas que supone estar a la última en tecnología.

“Encontrar nuevas formas de emplear la tecnología a través de la experiencia al consumidor y ofrecerles así un valor real se está convirtiendo cada vez más en una misión crítica para cualquier marca”, sentencia.

Cuando vamos a comer a un restaurante de comida rápida esperamos encontrar un local lleno de jóvenes, adolescentes y niños que acompañan su hora de zampar con una charla entre amigos, una visita por las redes sociales desde el smartphone o, para sus padres, una inquieta comida. De todo menos la posibilidad de sentarnos en una mesa y escuchar música con tan solo llevarnos las manos a las orejas.

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