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Los girasoles marchitos y otros hallazgos en el cuadro de Van Gogh
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Los girasoles marchitos y otros hallazgos en el cuadro de Van Gogh

Cuando Van Gogh pintó sus girasoles no lo sabía, pero estaba creando una de las obras de arte más replicadas de la historia. Una obra cuyos colores esconden claves solo visibles para la ciencia

Foto: Los girasoles, de Vincent Van Gogh
Los girasoles, de Vincent Van Gogh

Cuando Van Gogh pintó sus girasoles no lo sabía, pero estaba creando una de las obras de arte más replicadas de la historia, con permiso de la Gioconda y de los coloridos retratos pop de Andy Wharhol. Seguramente tampoco podría haber imaginado que la ciencia iba a interesarse por su obra hasta convertirla en objeto de análisis que van desde el estudio de los materiales que utilizó hasta las hipótesis sobre por qué el artista holandés pintaba como lo hacía.

Esta semana, científicos del Deutsches Elektronen-Synchrotron (DESY) publicaban los resultados de una investigación espectroscópica realizada sobre la versión de los Girasoles (el artista pintó tres distintas) que se conserva en el Museo Van Gogh de Amsterdam, en la que han analizado pequeñas partículas de pintura extraídas del cuadro.

Para conseguir el estridente color amarillo característico de su obra, Van Gogh utilizaba un pigmento llamado amarillo cromo, que mezcla plomo, cromo y oxígeno. Existen varios tonos de ese amarillo, y según los investigadores, no todos son estables en el tiempo. “El amarillo cromo más claro lleva sulfuro en la mezcla, y es susceptible de degradarse al exponerse a la luz, lo que lleva a un oscurecimiento del pigmento”, explica Letizia Monico, del Instituto de Ciencia Molecular y Tecnología de Perugia, jefa del equipo investigador.

No es la primera vez que un estudio alerta de esta posibilidad. En 2011, investigadores de la Universidad de Antwerp determinaron que el amarillo de Van Gogh se estaba perdiendo, sobre todo en aquellas pinceladas en la que había utilizado pigmentos blancos para aclarar el color.

El amarillo cromo más claro lleva sulfuro en la mezcla, y es susceptible de degradarse al exponerse a la luz, lo que lleva a un oscurecimiento del pigmento

La luz del sol, aseguraban, oxida el aceite de la pintura, liberando electrones que son luego absorbidos por el pigmento amarillo (plomo cromado), volviéndolo verdoso. La mezcla de ese verde con el aceite oxidado da como resultado un color marrón chocolatoso, muy lejano del brillante amarillo que fascinaba a Van Gogh.

Girasoles mutantes

No solo los colores de los girasoles han atraído la atención de la ciencia, también los propios girasoles lo han hecho en alguna ocasión. Y es que como cualquiera puede comprobar, las flores que pintó el artista no se parecen mucho a los girasoles que solemos ver.

Se trata de unos girasoles con más pétalos más pequeños, más parecidos a crisantemos florecidos que a girasoles como tal. Según John Burke, del departamento de Biología Vegetal de la Universidad de Georgia, esto se debe a que eran girasoles mutantes. Tenían una variación genética que les daba esa particular apariencia.

Un girasol florecido es en realidad dos tipos de flores combinados. En el circulo central se solapan en varias espirales decenas de flósculos, pequeñas flores que contienen el polen y que llegado un momento se convierten en las semillas. Cada uno de los pétalos amarillos que rodean ese círculo es de hecho una flor en sí misma: son flósculos estériles que han evolucionado hasta parecer esos pétalos. En los cuadros de Van Gogh, se pueden ver algunos de estos girasoles tradicionales.

Pero también hay otros más parecidos a pompones. Estos, conocidos como girasoles dobles, están compuestos por filas superpuestas de pétalos amarillos flexibles, con un círculo central mucho más pequeño que a veces está escondido a la vista.

Burke y sus colegas trabajaron con girasoles tradicionales, además de con girasoles dobles, cruzándolos entre ellos, y a sus descendientes de nuevo, hasta descubrir que los girasoles dobles fueron resultado de un solo gen dominante, llamado HaCYC2c. Posteriormente, encontraron una segunda mutación que produce un tercer tipo de flor de forma intermedia, en la que los pétalos periféricos no se desarrollaron adecuadamente pero la espiral de semillas está rodeada en el mismo disco central por flósculos inusualmente grandes.

La visión de Van Gogh

Los colores, las flores... No habrían pasado a la historia si no hubiese sido por los ojos que los vieron. Cuando Van Gogh pintó sus girasoles, lo hizo de una forma única que nadie antes había imaginado, y que nadie pudo ver después sin pensar en él. Puede que en esa interpretación hubiese también una explicación científica.

Durante décadas, científicos han planteado si su particular sentido del color pudo estar ocasionado por los efectos secundarios de sustancias que consumía

Durante décadas, científicos han planteado si su particular sentido del color pudo estar ocasionado por los efectos secundarios de sustancias que consumía o por enfermedades que padecía. Así lo proponía un estudio, que sugería que Van Gogh podía sufrir las consecuencias del uso de dedalera como remedio para la epilepsia, y que es conocida por causar xantopsia (visión amarilla) y visión de perfiles desdibujados.

También se ha señalado su consumo de tujona, una sustancia presente en algunas hierbas utilizadas para destilar absenta, y que también puede causar que la visión amarillee, así como el envenenamiento por plomo, que contenían sus pinturas y que causa, entre otros síntomas, el hinchado de las retinas, que puede provocar la visión de halos.

Cuando Van Gogh pintó sus girasoles no lo sabía, pero estaba creando una de las obras de arte más replicadas de la historia, con permiso de la Gioconda y de los coloridos retratos pop de Andy Wharhol. Seguramente tampoco podría haber imaginado que la ciencia iba a interesarse por su obra hasta convertirla en objeto de análisis que van desde el estudio de los materiales que utilizó hasta las hipótesis sobre por qué el artista holandés pintaba como lo hacía.

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