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El lado oscuro de la energía solar: las plantas mal situadas amenazan el medio ambiente
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un estudio pide el análisis cuidadoso de su ubicación

El lado oscuro de la energía solar: las plantas mal situadas amenazan el medio ambiente

La energía solar ya es una ayuda para reducir el consumo de combustibles fósiles, pero si no se implanta con sensatez, puede suponer también un riesgo para el medio ambiente

Foto: Planta termosolar de Ouarzazate, en Marruecos
Planta termosolar de Ouarzazate, en Marruecos

El pasado siete de octubre, Jerry Brown, Gobernador de California, firmaba una serie de puntos en los que se comprometía a impulsar la energía solar en el estado. Lo hacía en el Observatorio Griffith, un mirador desde el que se observa una espectacular vista panorámica de Los Ángeles, en esta ocasión cubierta por una densa neblina gris, consecuencia de las emisiones contaminantes generadas en la ciudad.

Es la versión californiana de la famosa boina gris que envuelve Madrid algunos días, cuando las condiciones climatológicas no la desdibujan y las partículas contaminantes se acumulan. Como herramienta para luchar contra este problema en concreto, y a favor de la eficiencia energética, California está tratando de impulsar el uso de energías renovables, especialmente la fotovoltaica, de la que van sobrados en prácticamente todo el territorio.

Sin embargo, una investigación publicada este lunes en la revista científica PNAS hace un llamamiento a la sensatez en la transición a un nuevo modelo energético: si no se tiene en cuenta la protección medioambiental en mente, corremos el riesgo de convertir la solución en parte del problema que pretende arreglar.

Que las plantas solares no arruinen ecosistemas

Entre otras cosas, el estudio señala la importancia de situar las plantas solares en lugares cuidadosamente pensados, de forma que no invadan terrenos bajo protección medioambiental, que no amenacen ecosistemas naturales ni especies protegidas y que tampoco acaparen áreas dedicadas a otras actividades económicas.

Investigadores de la Universidad de California – Riverside analizaron 161 instalaciones industriales para generar energía solar, algunas solo planeadas, otras en construcción y otras plenamente operativas. Eligieron California por tratarse de un estado que cumple algunas características interesantes: la rápida y abundante implantación de la energía solar, una enorme demanda energética y diversidad de ecosistemas y zonas de protección natural.

Según sus resultados, la mayoría de esas instalaciones (375 kilómetros cuadrados) han sido ubicadas en ambientes naturales, sobre todo terrenos cubiertos de matorral que tuvo que ser eliminado. El 28% de esas instalaciones, un total de 155 kilómetros cuadrados, había sido situado, o proyectado, sobre terrenos de cultivo o pasto, lo cual indica que se están utilizando tierras de agricultura para producir energía solar.

“Nuestro estudio demuestra que el desarrollo de plantas solares es un motor para el cambio en la cobertura y en el uso del suelo,que son en sí mismos fuente de gases de efecto invernadero”, explica Rebecca R. Hernández, la investigadora jefa y especialista en la Universidad de California – Riverside durante el tiempo en que se realizó el estudio. “Es algo que hemos podido comprobar cuando las plantas se instalan en hábitats naturales, en vez de en áreas ya impactadas por el ser humano, como los techos de los edificios o los aparcamientos de grandes superficies”.

El entusiasmo frenado por una tortuga

Hernández cuenta con una metáfora el problema al que se enfrentan las empresas dedicadas al sector de la energía fotovoltaica: la historia de una carrera y una tortuga. La carrera es la competencia por el desarrollo de plantas de energía solar en California. La tortuga es, de hecho, una tortuga.

“Llegó el momento en el que muchos empresarios de instalaciones solares querían celebrar: la aprobación de los permisos para comenzar a construir sus plantas. Pero entonces se toparon con la realidad: la necesidad de cumplir con una costosa, ardua y compleja mitigación de impactos ambientales, muchos de los cuales giraban en torno a la tortuga del desierto”. Desde entonces, el uso de terrenos naturales para la generación de energía solar está recibiendo mucha atención, no solo por las tortugas, sino por ecosistemas enteros.

Los autores del estudio denuncian que han observado daños medioambientales extensivos a causa de la ubicación descuidada de este tipo de instalaciones, “cuando simplemente con pensar prudentemente dónde situarlas puede aliviar ese daño”. Los impactos pueden ir desde un aumento de invasiones por parte de especies no nativas hasta el cambio en hábitats protegidos como respuesta a perturbaciones ambientales, igual que ocurre con el cambio climático.

Hernández asegura que tenemos la información, la tecnología y la motivación económica para lograr una transición rápida y eficiente a un modelo energético solar, pero a cambio no sabemos lo suficiente sobre cómo los ecosistemas áridos, de los que los humanos dependemos para muchas cosas, pueden ser restaurados después de una agresión importante, con muy pocos casos de éxito en los que poder basarnos.

“Tenemos que elevar nuestros estándares porque las apuestas son muy altas y las consecuencias nos afectarán a todos a nivel global. Lo que hagamos aquí en California va a ser analizado y reproducido en muchos otros sitios”.

El pasado siete de octubre, Jerry Brown, Gobernador de California, firmaba una serie de puntos en los que se comprometía a impulsar la energía solar en el estado. Lo hacía en el Observatorio Griffith, un mirador desde el que se observa una espectacular vista panorámica de Los Ángeles, en esta ocasión cubierta por una densa neblina gris, consecuencia de las emisiones contaminantes generadas en la ciudad.

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