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Óscar Cordón, el investigador que enseña a las máquinas a pensar como los humanos
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HA RECIBIDO EL PREMIO NACIONAL DE INFORMÁTICA

Óscar Cordón, el investigador que enseña a las máquinas a pensar como los humanos

Este catedrático de Ciencias de la Computación en Inteligencia Artificial de la Universidad de Granada está obsesionado con diseñar 'software' e inteligencia artificial que imita a la naturaleza

Foto:  El catedrático de Ciencias de la Computación en Inteligencia Artificial de la Universidad de Granada
El catedrático de Ciencias de la Computación en Inteligencia Artificial de la Universidad de Granada

Óscar Cordón coge el teléfono en medio del barullo. Está en Madrid, comiendo con toda su familia, para celebrar que le acaban de conceder el Premio Nacional de Informática. El catedrático de Ciencias de la Computación en Inteligencia Artificial de la Universidad de Granada llegó el día anterior para asistir a la ceremonia en la que le han entregado el galardón. “Me he traído a mis hijos, de 7 y 10 años. Quería que se sintiesen orgullosos, y también compensarles por todo el tiempo que me roba mi trabajo”, bromea.

Cordón ha sido reconocido por la Sociedad Científica Informática de España, que convoca y concede estos premios, con el galardón Aritmel, destinado a menores de 55 años que hayan realizado importantes contribuciones al área de la ingeniería informática. “El premio toma el nombre del Aritmómetro electromagnético, una de las primeras calculadoras digitales diseñada por Leonardo Torres Quevedo completando ideas de Charles Babagge”, explica el acta del premio.

El investigador afincado en Granada se lleva el premio por sus “contribuciones relevantes en el estudio de los fundamentos y en el desarrollo de aplicaciones de sistemas fuzzy, algoritmos evolutivos y metaheurísticas”. Detrás de este enunciado técnico, se encuentra el objetivo del trabajo de Cordón: crear sistemas inteligentes que nos ayuden en nuestras tareas diarias.

Imitar todo lo que funciona en la naturaleza

Explica el investigador que, al final, lo que busca la investigación en inteligencia artificial es desarrollar soluciones tecnológicas a problemas existentes imitando todo lo que funciona, “desde el razonamiento humano hasta el comportamiento de la naturaleza”. Un campo de investigación que se ha dividido en dos corrientes principales: la clásica y la ligera.

“La clásica trata de desarrollar máquinas como los robots inteligentes que vemos en las películas de ciencia ficción, esos que actúan y piensan como los humanos. La ligera trabaja en crear soluciones para problemas concretos, con alcance limitado pero aplicables ya hoy”. Es lo que se llama soft computing y es el área en la que se encuadra su investigación.

La IA clásica trata de crear los robots inteligentes que vemos en las películas de ciencia ficción. La ligera, soluciones para problemas concretos aplicables hoy

Pone algunos ejemplos. Los sistemas de asistencia al aparcamiento que empiezan a instalarse en muchos vehículos son uno de ellos. “Cuando vas a aparcar, tienes que tomar decisiones en base a información que muchas veces es incompleta: ¿cabe mi coche en este hueco?, ¿tengo espacio para maniobrar? Los sistemas de asistencia tampoco tienen toda la información, así que van haciendo mediciones y tomando decisiones de forma similar a como lo harías tú mismo”.

Otro ejemplo es cómo imitando el comportamiento de las colonias de hormigas se pueden optimizar procesos como la recogida urbana de basuras. “Las hormigas utilizan feromonas para señalarse unas a otras la ruta más cercana entre el alimento y el hormiguero. Es una comunicación a base de señales indirectas, la hormiga deposita la feromona en el suelo y las otras hormigas pueden olerla para orientarse. Nosotros intentamos hacer lo mismo, imitando ese comportamiento en un problema de ordenador que permite diseñar el mejor plan de rutas posible para los camiones de basura resolviendo un problema de optimización". Es algo en lo que ya trabajan algunos ayuntamientos, con ayuda de Cordón y otros departamentos como el suyo.

Enseñar a las máquinas la gama de grises

Claro que enseñar a una máquina o sistema artificial a razonar como un humano no es nada fácil. Nosotros somos capaces de identificar y manejar la incertidumbre, que nos hace calibrar de forma intuitiva la probabilidad de que algo ocurra y tomar decisiones sobre la marcha. "En el mundo real casi nada es verdadero o falso, todo se puede situar en una gama de grises. Trasladar eso al lenguaje con el que se programa un sistema no es fácil".

Cordón y su equipo tratan de etiquetar los distintos grados de incertidumbre y de enseñar a sus máquinas a actuar en base a esas etiquetas. Se trata de un proceso complejo y que requiere partir de cero con cada nueva aplicación que se le da: desde la mencionada ayuda al aparcamiento hasta la optimización de los procesos de identificación forense, la inteligencia artificial se adapta específicamente a diversas tareas para hacerlas más fáciles a los profesionales.

Decir que la inteligencia artificial puede acabar con la raza humana es algo de lo que deberían avergonzarse, porque significa que nos están menospreciando

Unos profesionales, asegura Cordón, que está muy lejos de sustituir, por mucho de que algunas voces alerten del riesgo que la IA supondrá para el empleo en un futuro próximos. "No estamos ni de lejos tan avanzados".

Se muestra preocupado por la corriente crítica que ha despertado esta disciplina en los últimos meses. "Están demonizando la inteligencia artificial, incluso un científico tan distinguido como Stephen Hawking ha hecho declaraciones en esta línea. Es algo que ha ocurrido otras veces en la historia, por ejemplo cuando aparecieron los ordenadores", dice, y lo achaca al desconocimiento de la investigación en este campo.

En ese sentido, suscribe las palabras de Alan Turing, uno de los pioneros de la la inteligencia artificial: "Decir que la inteligencia artificial puede acabar con la raza humana es algo de lo que deberían avergonzarse, porque significa que nos están menospreciando".

Óscar Cordón coge el teléfono en medio del barullo. Está en Madrid, comiendo con toda su familia, para celebrar que le acaban de conceder el Premio Nacional de Informática. El catedrático de Ciencias de la Computación en Inteligencia Artificial de la Universidad de Granada llegó el día anterior para asistir a la ceremonia en la que le han entregado el galardón. “Me he traído a mis hijos, de 7 y 10 años. Quería que se sintiesen orgullosos, y también compensarles por todo el tiempo que me roba mi trabajo”, bromea.

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