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¿Chistes con ‘copyright’? Twitter es un nido de copiones
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El caso de Olga Lexell, escritora y humorista

¿Chistes con ‘copyright’? Twitter es un nido de copiones

Twitter ha retirado 'tuits' que plagiaban la broma de una escritora estadounidense. Pero ¿tiene una frase de 140 caracteres el suficiente valor creativo para prohibir su copia?

Foto: (Flickr/Manuel Schmalstieg)
(Flickr/Manuel Schmalstieg)

“Acabo de ver a alguien derramar su zumo depurativo en la acera y ahora sé que Dios está de mi parte”. ¿Qué te parece el chiste? La joven escritora Olga Lexell lo lanzó este verano en Twitter, para divertir a sus seguidores. Más allá de lo bueno o malo que sea, lo cierto es que a muchos de los tuiteros que pudieron leer la frase les resultó tan graciosa que decidieron hacerla suya y publicarla sin citar a su autora original. La mayoría de quienes la republicaron, sin embargo, eran en realidad bots que copiaron automáticamente la broma.

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No solo le ha pasado a Lexell. De hecho, que alguien plagie un tuit no es ninguna novedad. Sin embargo, a la autora no le sentó nada bien e informó a los responsables de la plataforma de que se habían vulnerado los derechos de propiedad intelectual de su obra de 101 caracteres.

Twitter hizo desaparecer los duplicados por violar un copyright y ella informó del logro en su cuenta: en su petición, les había explicado que ganaba dinero escribiendo chistes (los publicaba primero en la red social para comprobar sus posibilidades) y, por lo tanto, tiene plenos derechos sobre ellos. El resto de usuarios no pueden reproducirlos sin su permiso, y menos un ejército de bots que ni siquiera los había leído.

If you're wondering why Twitter complied with my copyright takedown requests. pic.twitter.com/MNzZPCHWNc

Lexell se salió con la suya, pero ¿qué pasa con todos esos tuiteros que llenan nuestros timelines de frases ingeniosas? ¿Cualquiera de ellos cumpliría los requisitos para proteger sus publicaciones?

“Depende del tuit”, explica a Teknautas Andy Ramos, abogado experto en propiedad intelectual. “La ley protege todo aquello que sea original y creativo, da igual el medio en el que lo expreses, y cualquier acto de explotación debe tener autorización del autor”, continúa.

Puede tratarse de una frase dicha en voz alta, una fotografía o una grabación de vídeo. Claro que, como bien dice Ramos, el contenido debe ser creativo, algo que no es fácil de conseguir en 140 caracteres. “No hay que descartar que un tuit pueda ser una obra protegible, pero el espacio tan limitado hace pensar que es complicado”, asegura.

No vale cualquier cosa: el anuncio de un partido de baloncesto no puede considerarse una obra susceptible de tener copyright. “Debe ser una combinación de elementos originales, como ocurre, por ejemplo, en un pequeño poema”, dice el abogado.

Cómo maneja Twitter las denuncias

¿Quién juzgaría entonces la creatividad u originalidad? Los mismos que deciden sobre una fotografía o un enlace. Una vez hecha la denuncia, “en Twitter tienen protocolos internos, establecen sus propios criterios para decidir si se trata o no de una infracción”, señala Ramos. Y habla desde la experiencia cuando afirma que “en caso de duda, las redes sociales suelen mantener los contenidos”. Cuando el asunto no está demasiado claro, acaba en un departamento jurídico, en el que un equipo de abogados estudia si la retirada es legítima.

“Si no lo eliminan y el aludido cree que se equivocan, Twitter podría ser considerado responsable del incumplimiento junto con el infractor”, asegura el abogado. Claro, que no todo el mundo está dispuesto a iniciar un proceso judicial y a sufragar sus costes, que no son precisamente bajos.

En sus condiciones de servicio, Twitter asegura que responderá a las notificaciones de vulneración de los derechos de propiedad intelectual, si bien, entre los tipos de quejas que admiten, no menciona en ningún momento la reproducción no autorizada de un tuit. Hemos pedido a sus responsables alguna aclaración sobre el asunto, pero nos han remitido a sus políticas de uso.

Aunque puede que no se trate de un hecho aislado y otros autores consigan proteger sus chistes de los copiones, no parece que desde la red social vayan a tomar ninguna medida especial contra el plagio.

¿Por qué no usar un algoritmo ‘detectacopias’?

Bennett Haselton, desarrollador y experto en censura en internet, ha ideado un modelo para que los usuarios de Twitter puedan valorar los chistes, marcar los plagios y evitar así que ningún perfil sume seguidores explotando la creatividad ajena.

“Para que mi sistema funcione solo hace falta que una persona señale la copia; después, un grupo de gente puede votar si se trata realmente de un duplicado”, nos explica Haselton. La técnica que ha diseñado se basa en la existencia de una categoría de humor, cuyos afiliados podrían votar la calidad de los chascarrillos y establecer un mínimo de chispa para recibirlos en su feed.

Además, si un usuario reconoce un chiste repetido, podría marcarlo y añadir un enlace a la versión anterior. El tuit aparecería de esta manera en el timeline de algunos miembros del grupo seleccionados al azar (su número aumentaría proporcionalmente al tamaño de la comunidad), que también valorarían si se trata de un plagio. En el caso de que la mayoría lo identificara como una copia, el tuit será señalado como duplicado.

Aunque Haselton cree que el método sería eficaz, advierte que no está muy claro si podría aplicarse en la plataforma tal y como la conocemos. “No hay ninguna forma de que los cómicos o cualquier persona puedan enviar sus chistes a una categoría de humor, ni señalarlos como copias”, asegura. Según indica, “funcionaría mejor en un nuevo tipo de sistema que permita las votaciones, ya sea en Twitter o Reddit”. Sea como fuere, a muchos se les acabaría el cuento: “La única forma de conseguir que tu contenido llegue a mucha gente sería hacerlo de calidad”.

“Acabo de ver a alguien derramar su zumo depurativo en la acera y ahora sé que Dios está de mi parte”. ¿Qué te parece el chiste? La joven escritora Olga Lexell lo lanzó este verano en Twitter, para divertir a sus seguidores. Más allá de lo bueno o malo que sea, lo cierto es que a muchos de los tuiteros que pudieron leer la frase les resultó tan graciosa que decidieron hacerla suya y publicarla sin citar a su autora original. La mayoría de quienes la republicaron, sin embargo, eran en realidad bots que copiaron automáticamente la broma.

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