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El renacer del juego de mesa gracias al 'crowdfunding'
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Un cambio radical en el negocio

El renacer del juego de mesa gracias al 'crowdfunding'

Los aficionados optan por esta vía para lanzar al mercado nuevos juegos. ¿Debería asustar a los gigantes el empuje de sus nuevos competidores?

Foto: Foto: Guido Gloor Modjib/Flickr
Foto: Guido Gloor Modjib/Flickr

En Ludi Gladiatorii, varios lanistas - en la Roma clásica, los encargados de adiestrar y alquilar o vender gladiadores - se enfrentan entre sí para reunir el mejor equipo de guerreros. Comienzan haciéndose con los mejores en una subasta, continúan levantando un campo de batalla en el que entrenar y terminan dirigiendo a sus combatientes en las arenas del Coliseo.

Aunque parezca el argumento de un videojuego, Ludi Gladiatorii es en realidad un juego de cartas español que, recientemente, ha logrado recaudar los 3.000 euros de financiación que tenía como objetivo su campaña de crowdfunding en Verkami. No es el único. Desde hace tiempo, numerosos aficionados a los juegos de mesa han decidido pasarse al lado de los creadores y han conseguido hacer realidad su sueño gracias al micromecenazgo.

Según cuenta a Teknautas Francisco Gallego, asesor de proyectos de juegos en Verkami, numerosas editoriales en España han visto en el crowdfunding una forma idónea de financiación. Parece un éxito garantizado: de los 98 proyectos que han pasado por la plataforma hasta hoy, el 70% ha logrado su objetivo.

Además, conseguir dinero no es el único atractivo que presenta el crowdfunding. De acuerdo con Alfonso G. de Rueda, uno de los creadores de Ludi Gladiatorii, el micromecenazgo se ha convertido en una herramienta más para comprobar si el juego resulta entretenido antes de lanzarlo. “Si el juego gusta, lo podemos hacer nosotros sin tanto riesgo. Si, por cualquier motivo, el juego no fuese a funcionar, lo sabes antes de involucrarte en la producción y la distribución tradicional”, explica.

Sin embargo, no todos los creadores se decantan por la opción de una campaña de financiación en Kickstarter o Verkami para editar su juego de mesa. Muchos siguen enviando prototipos a las grandes editoriales españolas, porque, según Rueda, para un creador resulta más cómodo que embarcarse en una campaña de financiación. “Pero también es verdad que las editoriales no tienen ni tiempo ni recursos para evaluarlos todos y en muchos casos eligen juegos que ya han sido publicados o que están funcionando en otros mercados”, asegura.

Financiado pero no siempre atractivo

Que un juego de mesa alcance su objetivo de financiación no significa que sea de calidad. Para asegurarse del sentir del público objetivo, los creadores deben presentar su juego en ferias, congresos o cafeterías donde sean desconocidos los que prueben el pasatiempo. Así lo afirma Jesús Torres, presidente de la Asociación Cultural Jugamos Todos, que advierte de los riesgos de que en una plataforma de micromecenazgo nadie esté pendiente del desarrollo del juego.

“En general, cuando tú vas a un crowdfunding, nadie está comprobando lo que estás haciendo, nadie te controla en el sentido de una editorial que tiene experiencia”, explica. “Nadie sabe exactamente cómo desarrollas el juego o en qué punto está”.

No obstante, con el auge de aficionados que se pasan al lado de los creadores también han nacido empresas (aún pequeñas) que les facilitan las claves para lanzar juegos de calidad. Es el caso de Smiling Goblin, una editorial de juegos que, desde este año, asesora a diversos creadores. De acuerdo con Ramón González, uno de sus cofundadores, no hay una fórmula mágica del éxito, pero el juego de mesa ideal sí debe cumplir algunos requisitos mínimos.

“Que el juego esté probado, que sea atractivo a la hora de jugar, que tenga unas reglas sencillas, que sea fácil de comprender y que resulte divertido”, resume. Y lo más importante: “Que el proyecto sea viable, es decir, que pueda fabricarse y venderse a precios competitivos para asegurarnos un mínimo de ventas”.

Porque, en ocasiones, después de triunfar en una campaña de micromecenazgo, el juego podría acabar en jugueterías y tiendas especializadas, compartiendo estantería con los productos de las grandes editoriales. El portavoz de la Asociación Jugamos Todos recuerda que montar un crowdfunding no es solo lanzar la campaña y diseñar las recompensas de la misma. “Si luego quieres que sea tan exitoso como otros que están en el mercado, tienes que comprometerte y buscar la distribución”. Algo que, según Torres, no es sencillo.

Más vale prevenir que curar

Las grandes editoriales también se han percatado del fenómeno de las plataformas de crowdfunding. Según nos cuenta Joaquím Dorca, socio director de Devir, la editorial del famoso Carcassonne, el micromecenazgo ha traído consigo juegos más innovadores que, de otra forma, no habrían podido salir al mercado.

Muchas veces no está correctamente probado o no se ha hecho un trabajo de ver cómo puede encajar ese producto en el mercado

Dorca confiesa haber visto en dichas plataformas juegos editables, “pero no nos cabían en el catálogo en ese momento, quizás porque teníamos algún juego parecido, quizás porque estábamos desarrollando un juego similar”. Aunque también asegura que no todos los pasatiempos resultan idóneos para el mercado.

Algo en lo que también coincide Haritz Solana, director de producto de Asmodee, la editorial del conocido Jungle Speed. Detrás de las campañas de financiación hay creadores que creen que el juego tiene posibilidades, “lo cual está muy bien, pero es un producto que, muchas veces, por inexperiencia o por el motivo que sea, no está correctamente probado o no se ha hecho un trabajo de ver cómo puede encajar ese producto en el mercado”, explica.

Un fenómeno español

Para la mayoría de los consultados, el crowdfunding se ha convertido en un camino alternativo para cumplir el sueño de ver un juego propio editado. En España, se han dado los requisitos para ello. “Esto está relacionado con el nivel de desarrollo de ese mercado en un país”, asegura Torres. “En España se publican pocos juegos españoles, pero en Alemania, por ejemplo, con un mercado mucho más establecido, no hace falta dar ese paso”. De acuerdo con Torres, las editoriales alemanas publican más juegos de creadores locales que las españolas.

Al ser nuestro mercado tan pequeño, las editoriales se fijan en los éxitos extranjeros. Solana admite que es bastante difícil que una editorial llegue a publicar la creación de un aficionado, “pero también es más seguro para nosotros saber que, por lo menos, el producto está acabado, es uno que está bien y que creemos que va a funcionar”.

Para el portavoz de Devir, el crowdfunding no ha hecho renacer el interés por el juego de mesa, que ya estaba ahí. Solana, por su parte, no ve a las editoriales que se financian de esa forma como un competidor más. En lo que sí están de acuerdo es en lo obvio: el micromecenazgo ha traído consigo un abanico mayor de novedades. Buenas noticias, al menos para los aficionados.

En Ludi Gladiatorii, varios lanistas - en la Roma clásica, los encargados de adiestrar y alquilar o vender gladiadores - se enfrentan entre sí para reunir el mejor equipo de guerreros. Comienzan haciéndose con los mejores en una subasta, continúan levantando un campo de batalla en el que entrenar y terminan dirigiendo a sus combatientes en las arenas del Coliseo.

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