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Solarigrafía, la técnica que tarda seis meses en sacar una foto
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capta el movimiento del sol en el cielo

Solarigrafía, la técnica que tarda seis meses en sacar una foto

El fotógrafo Diego López puso en el año 2000 un proyecto diferente: combinar la tecnología con las bases de la primera fotografía para captar el movimiento del Sol en el cielo

Foto: 'Silueta de toro al sol. Autovía a-3, Madrid Valencia. Exposición del 5 de diciembre de 2014 al 3 de marzo de 2015'. Diego López Calvin
'Silueta de toro al sol. Autovía a-3, Madrid Valencia. Exposición del 5 de diciembre de 2014 al 3 de marzo de 2015'. Diego López Calvin

Mientras usted lee este texto, el fotógrafo Diego López está tomando unas 200 fotos a la vez. Lo que podría parecer un imposible ejercicio de versatilidad es posible gracias a la técnica fotográfica con la que trabaja, una mezcla de tecnología, artesanía, paciencia y recolección.

La técnica se llama solarigrafía, y es posible trabajar en centenares de imágenes al mismo tiempo porque cada una tarda 6 meses en hacerse. O un año, o dos, o diez. Son fotografías de larguísima exposición en la que los protagonistas son el paso del tiempo y el movimiento del sol en el cielo. “Comenzó como un proyecto para hablar de cuál es nuestra posición en la Tierra, registrando para ello las variaciones del Sol sobre el horizonte que se ven durante el año”.

Para conseguirlo, López utiliza un método que mezcla las bases de la fotografía más primitiva con la última tecnología de imagen. Él mismo fabrica las rudimentarias cámaras de fotos que captan las imágenes, que consisten en un objeto cerrado (puede ser cualquier cosa, explica, desde un dedal hasta una lata de refresco) con un papel fotográfico en el interior y un pequeño agujero que deja entrar la luz.

Con la cámara construida, se echa al campo o a la ciudad y pasea, pasea y pasea hasta que encuentra dónde colocarla. De nuevo, vale cualquier sitio: una esquina de un edificio, una reja, un montón de piedras o el tronco de un árbol. Lo importante es que esté frente a un paisaje interesante en el que se aprecie un buen pedazo de cielo. López sitúa la cámara y la protege tanto como sea posible tanto de los elementos como de manos curiosas. Y después la abandona.

Trata de que pasen al menos seis meses en su puesto, de un solsticio a otro, para así captar todo el movimiento del sol en el cielo. Se trata por tanto de una combinación de tecnología, astronomía y arte. Las cámaras se quedan en su puesto, trabajando, hasta que meses después, López vuelve a recogerlas.

“Cuando las llevo a casa y las abro, es un momento muy emocionante”, reconoce, no solo por estar cerca de ver por fin el resultado, sino porque es posible apreciar la huella que el tiempo ha dejado en la cámara: el polvo, la tierra, el paso de los insectos en forma de nidos o telas de arañas... Una vez en su casa, extrae el papel fotográfico y lo procesa con un escáner de opacos para digitalizar el papel e invertir los colores del negativo.

Ahí es donde por fin da frutos la espera de tantos meses. Las fotos que toma forman parte del proyecto Solarigrafía se pueden ver en su blog y en su página de Flickr. Y realmente merece la pena echarles un vistazo porque su curiosa técnica da como resultado una imagen de las ciudades que no se parece a la que estamos acostumbrados a ver: fantasmagóricas, misteriosas, en blanco y negro y envueltas en un halo oscuro pero con el cielo surcado de líneas verdes, rosas, azules o anaranjadas.

Hace ya quince años, con los foros de fotografía, hoy multitudinarios, apenas arrancando, López contactó con algunos colegas y comenzó a probar esta idea. Utilizaban internet para compartir trucos y resultados: "dependiendo de la latitud a la que te encuentres, será más amplioel movimiento aparente del Sol que captarás con lacámara. Es otra forma de situarnos en el mundo", explica.

Desde entonces, ha utilizado la solarigrafía constantemente y en distintos lugares del mundo. Cuenta divertido el caso de una cámara que situó en una farola en México D.F y que meses después, ya en España daba totalmente porperdida. Gracias a Google Street View, pudo localizar el punto exacto y comprobar soprendido que allí seguía. Contó el caso en su web y pronto recibió un correo de un aficionado mexicano a la fotografía y la astronomía que, casualidades de la vida, vivía justo en frente de la farola donde estaba situada la cámara. "Imagínate la ilusión que me hizo. Vía Skype le di un breve tutorial de cómo manejar la cámara y el papel fotográfico para que no se estropeasen, y me la envió". Guarda la instantánea con mucho cariño.

A López le gustaría poder vivir de este proyecto, y ya expuesto en varias ocasiones en compañía de otros fotógrafos que trabajan con la misma idea. Sin embargo, reconoce que no es fácil, y de momento no ve posible dejar su trabajo como fotógrafo freelance. "No solo no me da dinero, sino que me cuesta la vida, en tiempo y en dinero", explica.

En cualquier caso, no pretende abandonar, y dedica parte de su tiempo libro a tomar estas curiosas fotografías y también a compartirlas por internet. "Al final, se trata de construir imágenes en común y en hacernos preguntas sobre lo que nos rodea".

Mientras usted lee este texto, el fotógrafo Diego López está tomando unas 200 fotos a la vez. Lo que podría parecer un imposible ejercicio de versatilidad es posible gracias a la técnica fotográfica con la que trabaja, una mezcla de tecnología, artesanía, paciencia y recolección.

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