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Un invento español para terminar con las redes fantasma que contaminan el océano
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ganador nacional del James Dyson Award

Un invento español para terminar con las redes fantasma que contaminan el océano

Comenzó como un proyecto para la universidad, pero Rémora ya ha cogido carrerilla y sus autores, estudiantes, buscan darle un recorrido empresarial

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Es habitual toparse con el término rémora con una connotación negativa, como metáfora de algo que es una carga, que limita nuestro avance. Pero la verdad es que el origen de la expresión, el pez así llamado, cumple una importante función en la naturaleza. Las rémoras son especies que viven adheridas a otros peces, cetáceos o tortugas, y se alimentan de sus desperdicios y desechos, en una relación que beneficia a ambos.

Las rémoras sirvieron de inspiración a Alejandro Plasencia y sus compañeros a la hora de bautizar un proyecto desarrollado para una asignatura de sus estudios en ingeniería del diseño. Este estudiante canario de 24 años vio en estos peces la semejanza perfecta con su idea.

Lo que Plasencia y sus compañeros han creado es un sistema orientado a reducir la contaminación marina. En concreto las redes fantasma, aquellas provenientes de la pesca a gran escala que terminan flotando perdidas en el océano, causando un perjuicio medioambiental pero también económico.

"Quisimos afrontar el problema de la contaminación del mar, porque todos provenimos de lugares costeros, pero en vez de enfocarlo desde el punto del consumidor y sus residuos, en el que al final entran en juego cuestiones distintas al diseño de los productos, como son las costumbres de la gente o la percepción que cada uno tiene del problema de la contaminación,quisimos hacerlo desde el punto de la industria pesquera, que es origen directo de mucha de esa contaminación. Pero para que las empresas adopten un nuevo sistema tienes que hacerlo bien, tiene que ser sencillo y barato para ellos".

De forma que se sentaron a investigar cómo hacerlo y descubrieron un punto de partida: las redes que pierden los atuneros. "La pesca de atún se hace con unas redes enormes, de 200x1800 metros. Es habitual que estas redes se rompan y algunos cachos queden en el océano, donde siguen atrapando peces, cetáceos, tortugas... No solo perjudica al medio ambiente, sino también a las propias compañías de pesca, ya que si matan indiscriminadamente luego tienen menos capturas".

Etiqueta, sensor y 'app' móvil

De forma que se plantearon diseñar un sistema de control y recuento de las redes. El resultado es Rémora, y está compuesto por tres piezas. La primera es una etiqueta con tres pestañas con las que se fija a la red. Es de plástico biodegradable, con tres puntos de apoyo, igual que las patas de un ave, y lleva incorporada la tecnología RFID (identificación por radiofrecuencia). Estas etiquetas se distribuyen por los metros de red, de forma que todas sus partes estén cubiertas, aunque no de forma uniforme. "Ponemos más en las zonas de la red más propensas a romperse o soltarse".

La segunda parte es un sensor RFID. "Cuando terminan de pescar, los barcos recogen las redes con una gran polea. Es el lugar perfecto para instalar un sensor, que hace recuento automático de las etiquetas, de forma que si la red se ha roto y falta alguna, avisa enseguida y señala cuál es", explica Plasencia.

La tercera es una aplicación para el móvil que el responsable de la operación utiliza para hacer un seguimiento del estado de la red. En caso de que se rompa y algún trozo quede en el mar, avisará de ello y además señalará el punto donde está, de forma que será más sencillo localizarla y recuperarla. Hay incluso ONGs que se dedican a recoger y reciclar estas redes fantasma, ante la falta de incentivos que tienen las compañías pesqueras para hacerlo. Este sistema, de nuevo, facilitaría mucho su función.

"Hay tres claves tecnológicas en este proyecto: el sistema NFC, la aplicación móvil y la cortadora láser que optimiza el aprovechamiento del plástico para la etiqueta", explica Plasencia. Rémora se convertía así en un proyecto académico sobresaliente.

Pero la cosa no quedó ahí. El equipo decidió presentar su diseño al concurso James Dyson, que cada año busca el mejor proyecto a nivel internacional. Plasencia y sus compañeros resultaron ganadores de la fase nacional, y aunque no quedaron entre los cuatro finalistas que optaban al premio gordo, sí consiguieron algo prácticamente igual de valioso: visibilidad internacional, lo que ha llevado su idea de los prototipos y las pruebas al camino del emprendimiento.

"Esto ha salido ya de la clase y se ha convertido en una idea con potencial comercial", cuenta Plasencia. De momento están buscando socios con los que lanzar un producto terminado, y ya cuentan con algunos contactos importantes, así como con aportaciones de otras empresas que les están ayudando a mejorar el diseño y los materiales. Aún no tienen nada cerrado, pero estos días compaginan los trabajos de fin de carrera con las reuniones en busca de financiación.

Es habitual toparse con el término rémora con una connotación negativa, como metáfora de algo que es una carga, que limita nuestro avance. Pero la verdad es que el origen de la expresión, el pez así llamado, cumple una importante función en la naturaleza. Las rémoras son especies que viven adheridas a otros peces, cetáceos o tortugas, y se alimentan de sus desperdicios y desechos, en una relación que beneficia a ambos.

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