El móvil más ridículo del mundo

Si creíais que los móviles de Vertuson los más extravagantes del mercado, estábais equivocados. Todavía existe algo más ridículo: el VEB v2. Se trata de un terminal chino que, a diferencia de lo que generalmente ofrecen las marcas de ese país, cuenta con la peor relación calidad-precio del planeta. Su versión más cara cuesta nada menos que 199.999 yuanes (25.640 euros), un precio que no se corresponde en absoluto con las prestaciones que ofrece.

El terminal viene equipado con un prehistórico procesador Qualcomm S4 a 1.4 Ghz., 512 megas de memoria RAM, 4 GB de almacenamiento interno, y una pantalla de 4 pulgadas con una resolución de 480x800 píxeles.

Su sistema operativo está basado en Android 2.3 y, por si todo esto fuese poco, no se han estrujado mucho las meninges con el diseño, que es calcado al del iPhone. Pero, ojo, no es una copia del 6 sino del 4.

Con estas prestaciones, es lógico preguntarse dónde está el truco. El más evidente salta a la vista: el chasis se ha fabricado con 35 gramos de oro blanco, y el borde está decorado con diamantes incrustados. Menos llamativa resulta la peculiar carcasa posterior,fabricada en Kevlar, el material habitual de los chalecos antibalas.

Todavía hay más.Esta empresa con base en el centro manufacturero de Shenzhen subrayaque el verdadero atractivo del v2 no está en el exterior sino en los sofisticados mecanismos de seguridad. “Utilizados por bancos y agencias de seguridad”,cifran datos y conversaciones y hacen de él un teléfono perfecto “para espías”.

No en vano, el pasado 3 de septiembre, en pleno escándalo por el robo de fotografías íntimas de famosas en iCloud, la empresa publicó un comunicado en el que urgía a los consumidores a comprar su terminal. “Es muy urgente que la gente utilice un teléfono como el nuestroque proteja su intimidad”, dijeron.

Esas palabras no dejan de ser una gran ironía, al venirde una marca chinasujetaa las leyesque otorgan al Partido Comunista poder absoluto sobre la información guardada en los servidores chinos. Más aún cuando la versión económica del v2,sin metales ni piedras preciosas, cuesta 7.999 yuanes (unos 1.000 euros).Esto supone dos veces el salario medio de los agricultores chinos y mata cualquier posibilidad de que se venda en masa.

A pesar de estos precios, la marca, fundadaen 2006 como desarrolladora de sistemas de seguridad informáticos, asegura que ha vendido ya 2.428 unidades de las cuatro versiones. Eso sí, todavía nadie ha comprado la de oro y brillantes.

Cachondeo en Twitter

En cualquier caso, la mera existencia del VEB v2 ya ha servido para desatar el humor de los internautas, que recelan de un producto con estas características. “Sólo puede haber dos tipos de usuarios que lo compren: idiotas y políticos corruptos”, aseguró en Weibo, el Twitter chino, un internauta que escribe bajo el pseudónimo de AlenWhy.

“El único propósito de este aparato tiene que ser el lavado de dinero negro”, aseguraba Can Jian en otro mensaje. “¿Cuántos riñones hay que vender para comprarlo?”, ironizaba DeletLove en referencia al famoso caso en el que un adolescente empeñó uno de esos órganos para hacerse con un iPhone.

Bromas aparte, lo cierto es que el VEB v2 se ha convertido en el paradigma de la excentricidad que caracteriza a gran parte de los nuevos ricos chinos, cuya demanda de productos que los diferencie del resto llega al absurdo con este aparato. Supera con creces a los diseños más exclusivos de las empresas del sector del lujo, e incluso a los automóviles chapados en oro que han hecho su aparición en muchas ciudades del gigante asiático.

Pero parece que hay mercado para este tipo de aparatos, porque VEB ya anuncia el inminente lanzamiento del v3. Y no, tampoco va a llamar la atención por su hardware: alcanzará los 2 GB de memoria RAM, incluirá una cámara posterior de 13 megapíxeles, y la pantalla crecerá hasta las 5 pulgadas con calidad FHD. Sobre el exterior, de momento sólo se ha desvelado que una de las versiones estará forrada en piel de cocodrilo. ¿El precio? También es un misterio, pero eso seguro que sí sorprende.