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"No veáis la muerte de mi primo": la decapitación de un periodista, según Twitter
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Suspende las cuentas que difunden su muerte

"No veáis la muerte de mi primo": la decapitación de un periodista, según Twitter

La red social lanzaba un comunicado en el que anunciaba que eliminará aquellas imágenes escabrosas que no tengan sentido informativo

Foto: El periodista James Foley (Fotografía: AP).
El periodista James Foley (Fotografía: AP).

Entre lo bueno de redes sociales como Twitter se encuentra la democratización de las capacidades expresivas. Entre lo malo, que esto mismo a veces se puede convertir en un escenario macabro cuyas consecuencias quizá no acaben siendo las más adecuadas.

Es lo que ha pasado con la muerte del fotoperiodista James Foley, cuyas circunstancias han causado un revuelo en Twitter y en todos los medios que han cubierto su muerte. Foley fue secuestrado en noviembre de 2012 por el Estado Islámico de Irak y elISIScuando cubría los conflictos en la zona para el diario americano GlobalPost.Pero lo que le ha puesto en lo alto del debate han sido las circunstancias de su muerte.

Este jueves, varios foros presumiblemente yihadistas difundían un vídeo en el que un miembro del ISIS decapitaba frente a la cámara al periodista, cuyas imágenes comenzaron a ser difundidas en redes sociales por un significativo número de gente, que se debatía entre la denuncia de la situación y la mera curiosidad ante un vídeo de un impacto más que violento. Entre los primeros se situaron algunos de los excompañeros de Foley, que enlazaron el vídeo con la firme creencia de que su difusión constituía un hecho del que había que informar.

La prima de Foley: “Por favor, no veáis el vídeo de su muerte”

Sin embargo, pronto comenzaron a alzarse algunas voces críticas con la difusión, sobre todo a raíz de una publicación de Kelly Foley, prima del fallecido, que pedía la no difusión del vídeo: “Por favor, honrad a James Foley y respetad la privacidad de mi familia. No veáis el vídeo. No lo compartáis. La vida no debería ser así”.

Fue en ese contexto en el que empezaron a surgir publicaciones que pedían la no difusión del vídeo explícito de la decapitación.

Twitter suspende las cuentas que lo enlazan

El compromiso con la no difusión ha llegado hasta el propio Twitter, cuyo director de comunicación, Nu Wexler, lanzó este miércoles un comunicado en el que anunciaba la disposición de la red social a ayudar a las familias con la eliminación de imágenes escabrosas que no tengan sentido informativo.

“Familiares directos u otros individuos autorizados pueden solicitar la eliminación de imágenes o vídeos de personas fallecidas desde que se sufren daños críticos hasta los momentos anteriores o posteriores al deceso”, sentenciaba Wexler.

La decisión de Twitter ha llegado hasta tal punto que ha decidido suspender las cuentas de todas aquellas personas que enlazasen al vídeo de la muerte de Foley, según reconocía su CEO, Dick Costolo.

De hecho, incluso el periodista Zaid Benjamin, colega de Foley, vio cómo la red social suspendía cautelarmente su cuenta por haber difundido las imágenes.

Con todo, la polémica está servida entre los que creen que evitar la difusión del vídeo es un ejercicio de censura y los que, por el contrario, defienden el silencio por dos motivos: en primer lugar, por respeto a la familia del fallecido; y en segundo, porque consideran que difundir las imágenes, lejos de perjudicar la labor del ISIS, ayuda a darle más visibilidad.

Y es aquí donde entran la #diplohack o la diplomacia digital, disciplinas desde las que se hacen varias preguntas.¿Es ético difundir el vídeo de la muerte de un personaje público? En caso de no serlo, ¿hay casos en que lo sería? ¿Influye en la decisión lo escabroso o no del vídeo? ¿No puede considerarse censura la no difusión de las imágenes teniendo en cuenta la relevancia pública del hecho?

Entre lo bueno de redes sociales como Twitter se encuentra la democratización de las capacidades expresivas. Entre lo malo, que esto mismo a veces se puede convertir en un escenario macabro cuyas consecuencias quizá no acaben siendo las más adecuadas.

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