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Ongawa, la ONG española que emplea baja tecnología para cambiar el mundo
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cocinas mejoradas y bombas para sacar agua

Ongawa, la ONG española que emplea baja tecnología para cambiar el mundo

Para cambiar la vida de la gente, la tecnología no tiene que ser necesariamente la más avanzada. Esto es lo que lleva muchos años demostrando Ongawa

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Para cambiar la vida de la gente, la tecnología no tiene que ser necesariamente la más avanzada. Esto es lo que lleva muchos años demostrando Ongawa, una ONG creada para poner la ingeniería al servicio del desarrollo humano. Esta organización, nacida hace 25 años en la escuela de industriales de la Universidad Politécnica de Madrid, aplica la tecnología a ámbitos como el agua o las comunicaciones en países en desarrollo como Mozambique o Nicaragua.

Un ejemplo de lo que hacen se puede ver en Nicaragua. Allí, como en gran parte del mundo, las cocinas en las que preparan la comida o con las que se calientan se alimentan con leña que al arder llena la vivienda de humo. Esto provoca enfermedades respiratorias y cardiovasculares a los habitantes de esas casas, en particular a las mujeres y los niños, que pasan más tiempo en ellas.

Además, consumen una parte importante del día de estas mismas mujeres y niños que suelen ser los encargados de recoger la leña, y fomentan la deforestación. Un proyecto de Ongawa para mejorar cocinas en tres municipios nicaragüenses, que ha beneficiado a 300 familias, ha logrado reducir en un 30% el consumo de leña y disminuir significativamente las emisiones tóxicas a las que estaban expuestas.

Un modelo a seguir para proyectos más grandes

Según explica Eduardo Sánchez, responsable de relaciones institucionales de Ongawa, proyectos como este, que se realizó por unos 65.000 euros, no solo tiene el valor de la mejora aportada a las familias que mejoraron sus cocinas. Muchos proyectos de esta ONG sirven como pilotos para después aplicarlos en otras zonas de los países en los que intervienen.

En Perú, por ejemplo, las tecnologías de comunicación implantadas en algunas zonas rurales por Ongawa han servido de referencia para las licitaciones del Estado en sus propios proyectos para mejorar las comunicaciones en el país. El caso de las cocinas mejoradas, lo tratan desde Ongawa como un laboratorio desde el que se puede ayudar a resolver un problema que afecta a buena parte del mundo en desarrollo.

La experiencia de los responsables de Ongawa les ha enseñado que muchas veces “la tecnología no es lo más crítico”, afirma Sánchez. “En ámbitos rurales, como en Tanzania, donde llevamos trabajando desde hace 15 años, lo más importante es la sostenibilidad, que una vez hecha una inversión, se mantenga de forma definitiva”, añade. Para que esto suceda, es fundamental que las innovaciones no se impongan desde fuera sino que se cuente con la cooperación de las comunidades que van a disfrutar de ellas. “Siempre trabajamos con el paradigma de tecnologías básicas que se puedan producir y mantener de forma local”, apunta Sánchez.

“Imagina un sistema de abastecimiento de agua para el que necesitas una bomba. Hay una cuestión tecnológica, y podemos elegir entre formas más básicas, construidas con cuerdas en el lugar en el que se va a instalar o una más sofisticada que incluya, por ejemplo, alimentación solar. Pero lo que es clave es que una vez instalado siga funcionando en los cinco años siguientes. Y ahí es clave el contexto institucional y social, que haya personas cualificadas para mantener la bomba y que tenga los recursos necesarios para hacerlo”, explica Sánchez.

Tecnologías simples que transforman vidas

Otro de los proyectos que muestran la forma de trabajar de Ongawa es la introducción de bombas de cuerda en Mozambique en un proyecto en el que también han colaborado la Universidad Politécnica de Madrid, la Universidad de Castilla la Mancha e Ingenieros sin Fronteras.

Estas herramientas permiten sacar el agua de pozos y elevarla hasta 5 o 6 metros por encima del nivel del suelo. Desde esa altura, se puede almacenar y distribuir gracias a la gravedad a puntos de agua que pueden estar a cientos de metros de distancia el pozo. Con este sistema se ha podido abastecer de agua a un centro de salud que no cuenta con suministro eléctrico y en el que, por lo tanto, no se podría instalar un sistema de bombeo que requiera electricidad.

La financiación para proyectos como este llega de las ayudas del Gobierno español a la cooperación, de instituciones internacionales y de las aportaciones de los propios socios de Ongawa. La reducción de los fondos para cooperación dedicados por el Estado han dificultado la tarea de esta ONG de ingenieros, en particular durante los últimos tres años.

Tecnologías aparentemente simples, como la bomba de cuerda o las cocinas mejoradas, pulidas en tesis doctorales o proyectos de fin de carrera de ingenieros están mejorando la vida de gran cantidad de personas. Este tipo de trabajos muestran que en la mayor parte del mundo, innovaciones poco sofisticadas pero aplicadas con inteligencia tienen tanta capacidad de transformar la vida de la gente como la tecnología punta en los países más desarrollados.

Para cambiar la vida de la gente, la tecnología no tiene que ser necesariamente la más avanzada. Esto es lo que lleva muchos años demostrando Ongawa, una ONG creada para poner la ingeniería al servicio del desarrollo humano. Esta organización, nacida hace 25 años en la escuela de industriales de la Universidad Politécnica de Madrid, aplica la tecnología a ámbitos como el agua o las comunicaciones en países en desarrollo como Mozambique o Nicaragua.

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