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Avelino Corma: "El que critica la química es porque no la entiende"
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Premio Príncipe de Asturias de Investigación

Avelino Corma: "El que critica la química es porque no la entiende"

El químico Avelino Corma es uno de los científicos más reconocidos en nuestro país. A la lista de galardones sumó la semana pasada el Príncipe de Asturias

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Avelino Corma (Moncófar, Castellón, 1951) es un científico que puede presumir de ser profeta en su tierra, algo admirable si tenemos en cuenta que se dedica a algo a veces tan denostado como la química. La calle principal de su pueblo natal, de hecho, se llama Avenida del Químico Avelino Corma. Reivindica el papel de esta ciencia siempre que tiene ocasión: “Los químicos trabajamos por hacer las cosas lo mejor posible”.

Corma fue noticia hace unos días porque ha recibido el premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, junto a los estadounidenses Mark E. Davis y Galen D. Stucky, por “sus contribuciones al desarrollo de los materiales microporosos y mesoporosos y sus aplicaciones”.

El Príncipe de Asturias no es el primer premio que recibe Corma: además del reconocimiento de las academias de ciencias de países como Francia o México, en 2005 recibió la medalla de oro de la Real Sociedad Española de Química. En 1990 fundó el Instituto de Tecnología Química dentro de la Universidad Politécnica de Valencia, y de sus investigaciones han salido más de un centenar de patentes, muchas con aplicación industrial hoy en día, que revierten en más fondos para sus proyectos.

Pregunta: ¿Cómo le explicaría alguien que no tuviese una formación científica avanzada por qué le han premiado?

Respuesta:Nosotros trabajamos para diseñar y sintetizar materiales microporosos, es decir, con unos poros muy, muy pequeños, de tamaño molecular. Si conseguimos modificar el diámetro y la forma de esos poros para que coincidan con los de una molécula concreta podemos utilizarlo como un tamiz, un filtro molecular que separe dos sustancias de un solo compuesto.

P:. ¿Podría poner algún ejemplo de la utilidad de estos procesos?

R.: Por ejemplo, si vas a un hospital y te ponen una mascarilla de aire rico en oxígeno para que respires mejor, ese oxígeno se ha separado del nitrógeno utilizando uno de estos tamices moleculares. O cuando encendemos una caldera de gas natural, se le ha extraído parte del CO2 para aumentar su poder calorífico, utilizando un material microporoso, igual que se hace con la gasolina para aumentar su octanaje.

P.: Existe una opinión, generalizada entre algunos sectores de la población, de que la química es perjudicial, que lo químico es malo, en contraposición a lo natural, que es bueno.

R.: Es verdad que existe esa opinión, pero el que critica la química es que no la entiende. La realidad es que todo es química. Hay sustancias químicas naturales que son muy perjudiciales, y otras sustancias químicas artificiales que son beneficiosas. Lo que ocurre es que a veces hay accidentes, que se magnifican y no se explican bien, y la gente se queda con esa idea equivocada de que la química es mala y es peligrosa, cuando es como todo, depende de cómo se use.

P.: ¿Qué quiere decir con que todo es química?

R.: Mira, la química fue protagonista en la última gran revolución que ha mejorado la vida de la humanidad, y que se basa en tres pilares: la agricultura, la higiene y la medicina. El amoniaco fue clave para desarrollar fertilizantes que hicieron aumentar la producción agrícola, mejorando la alimentación de la gente. El cloro es un elemento químico que se utiliza, entre otros, para potabilizar el agua, y muchos medicamentos son moléculas sintetizadas en un laboratorio. También muchos de los anticonceptivos modernos, que han dado a la mujer mayor control sobre su maternidad, son resultado de avances químicos.

P.: ¿Cuál es, entonces, el principal objetivo de su trabajo como químico?

R.: Lo que nosotros intentamos es que determinados procesos químicos se lleven a cabo con la mayor eficacia posible, sin que haya como resultado subproductos contaminantes o nocivos. Cuando los hay, trabajamos para buscarles una utilidad o, al menos, para que no sean perjudiciales. Esto no es solo bueno, es que además es rentable.

P.: Usted toca las ramas tanto de la ciencia fundamental como de la investigación aplicada, ¿cómo convencería a alguien, preocupado por la escasez de recursos, de que hay que dedicar fondos a una investigación aunque no sepamos aún para qué servirá en el futuro?

R.: La ciencia básica es absolutamente fundamental. Hay que ampliar el conocimiento, tenemos que saber más sobre las cosas. El proceso que puede culminar en una patente licenciada y económicamente rentable empieza irremediablemente queriendo comprender un proceso que no sabemos cómo funciona. Lo estudiamos y lo describimos, y luego vienen otros que piensan que esto puede tener alguna utilidad. Todo esto requiere de tiempo y de dinero, claro. Pero para crear algo valioso, primero hay que entenderlo.

P.: Se discute a menudo quién debería poner el dinero de la I+D en España, el estado o el sector privado. ¿Cuál es su opinión?

R.: Nosotros combinamos la financiación pública, que es escasa en nuestro país, con la privada, de la que hay poca tradición. Pero es que hay empresas grandes, que podrían invertir, y otras medianas o pequeñas que bastante tienen con ir tirando. Los fondos para la ciencia deberían salir principalmente de los presupuestos públicos.

P.: Sin embargo, parte de los fondos que ustedes reciben provienen del sector privado.

R.: Colaboramos en algunos proyectos con empresas que participan aportando fondos, y además tenemos ingresos por los royalties y patentes que licenciamos. La ley establece que hasta el 40% de los royalties podrían ir a los investigadores, pero nosotros lo reinvertimos en el Instituto. Así podemos mantener nuestro propio sistema de becas y contratar a gente que si no, estaría en el paro.

P.: Después de dos años de recortes en los fondos públicos para I+D, ¿lo están notando?

R.: Se nota, claro que se nota. Lo que pasa es que estás decisiones se toman para años posteriores, así que su efecto se retarda… Igual que se retardará el efecto cuando se retome la inversión. La peor parte es que estamos dejando atrás gente muy buena, muy preparada e inteligente que o se ha tenido que marchar o ha interrumpido líneas de investigación. Y el problema es que cuando nos recuperemos y quieran retomarlas, estarán en clara desventaja porque sus competidores en otros países les habrán cogido la delantera.

P.: Insiste usted una y otra vez en que la ciencia se recuperará…

R.: Claro que se recuperará. Mira, hace 40 años, la ciencia en España no existía. A nivel internacional no éramos nadie. Y cuando se comenzó a invertir, empezamos a despegar. En España hay científicos muy buenos, en muchas áreas y en todas las comunidades, de norte a sur y de este a oeste. Esto puede volver a ocurrir, pero hay que invertir de nuevo, ahí no hay ningún secreto: hace falta dinero.

Avelino Corma (Moncófar, Castellón, 1951) es un científico que puede presumir de ser profeta en su tierra, algo admirable si tenemos en cuenta que se dedica a algo a veces tan denostado como la química. La calle principal de su pueblo natal, de hecho, se llama Avenida del Químico Avelino Corma. Reivindica el papel de esta ciencia siempre que tiene ocasión: “Los químicos trabajamos por hacer las cosas lo mejor posible”.

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