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La vacuna que podría ayudar a toda la humanidad busca filántropo español
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ES UN PROYECTO NACIONAL APOYADO POR BILL GATES

La vacuna que podría ayudar a toda la humanidad busca filántropo español

Una vacuna contra la tuberculosis desarrollada por el microbiólogo Carlos Martín se enfrenta al reto de ser concluida en España. Necesitan apoyo económico

Foto: El microbiólogo Carlos Martín, de la Universidad de Zaragoza (Lino Escurís)
El microbiólogo Carlos Martín, de la Universidad de Zaragoza (Lino Escurís)

Era febrero de 2012 y Bill Gates estaba de visita en Madrid. El segundo hombre más rico del mundo tenía un breve hueco antes de una reunión con Shakira. Decidió emplearlos en recibir a un reducido grupo de investigadores españoles que habían desarrollado una vacuna que podría evitar las 5.000 muertes por tuberculosis que hay en todo el mundo cada día. El fundador de Microsoft no tardó en darse cuenta de que merecía la pena hacer esperar a la cantante.

“En lugar de los cinco o diez minutos previstos estuvimos hablando dos horas”, recuerda Carlos Martín, microbiólogo de la Universidad de Zaragoza, sobre su encuentro con Gates. A través de la Fundación que comparte con su mujer, Gates “ha ayudado a los ensayos en fase I de la vacuna”, dice Martín. Se trata de un estudio con personas sanas que está a punto de concluir en un hospital de Lausana (Suiza) y que, por el momento, ha demostrado que MTBVAC, la nueva vacuna, es totalmente segura. A falta de recibir las últimas dos muestras de los 36 participantes, ninguno de ellos ha desarrollado rechazo o síntomas de tuberculosis, explica Martín. Se trata de un paso decisivo antes de pasar a las fases II y III en las que se probará en miles de personas si la inmunización es efectiva. “Esta vacuna podría ayudar a toda la humanidad”, resalta Martín. “Un tercio de toda la población estamos infectados aunque no lleguemos a desarrollar la enfermedad”.

En lugar de diez minutos estuve más de dos horas hablando con Bill Gates sobre el proyecto

Mucho del futuro de la vacuna depende de lo que pase este año. A finales de 2014 el equipo tendrá los datos de transcripción de los 40.000 genes que controlan el sistema inmune de cada participante en el ensayo clínico. Una parte de ellos ha recibido la vacuna convencional BCG y otros la MTBVAC. “A final de año pretendemos tener unos resultados que digan, primero, que el individuo vacunado no se infecta con tuberculosis, y en segundo lugar, veremos si MTBVAC es mejor que BCG a nivel de diferencia inmunológica”, explica Martín.

Pensar que la tuberculosis es una enfermedad del pasado, que solo afecta a minorías o países en desarrollo es un error. En Europa mueren siete personas cada hora por ella y los pronósticos pueden empeorar. Con los tratamientos actuales la mortalidad es reducida, pero esto está cambiando con la aparición de variantes resistentes a casi todos los fármacos disponibles. Hace dos semanas la Organización Mundial de la Salud alertó contra el peligro global que suponen esta y otras resistencias a antibióticos. Los datos muestran que la mayoría de países del mundo ya han registrado al menos un caso de tuberculosis resistente a todos los fármacos.

Sin tradición de desarrollo

Una vacuna como MTBVAC no tiene precedentes en España. “Aquí no tenemos tradición de crear un producto y desarrollarlo hasta el final, lo normal es que la universidad lo venda a una empresa de fuera”, dice Martín. Hasta ahora, la MTBVAC se ha financiado con subvenciones públicas del Gobierno de Aragón, el central y la Unión Europea y también con el interés de una empresa biotecnológica española, Biofabri. Esta compañía basada en Porriño (Pontevedra) fabrica en exclusiva la MTBVAC para los ensayos. Si la vacuna funciona, la empresa también sería el único fabricante, lo que supondría un considerable negocio mundial. En la actualidad, se ponen al año unos 100 millones de vacunas. Pero para llegar hasta ese punto manteniendo el control desde España serán necesarios más apoyos económicos y Martín quiere encontrarlos en España.

“Buscamos un filántropo español o incluso una unión de filántropos que nos aporten financiación y permitan que el desarrollo se quede en España”, resalta Martín. El proyecto cuenta con el interés de Gates, pero si el magnate aumenta su apuesta económica podría llevarse su desarrollo. “Es mejor tener filántropos españoles, si es de EEUU va a querer que la producción pase a su país o que los desarrollos clínicos se diseñen como él quiera”, opina Martín.

Esta semana, Martín ha estado en Madrid junto a otros expertos mundiales llegados de 12 países durante un congreso de la Iniciativa Europea Vacuna Tuberculosis (TBVI). En el encuentro, celebrado en la Fundación Ramón Areces y presidido por la Reina Sofía, se han discutido los últimos datos sobre las diferentes vacunas experimentales que se están desarrollando contra la dolencia y entre las que está la MTBVAC. En total hay 10 vacunas contra la tuberculosis en la primera fase de prueba en pacientes (fase I) y la de Martín es la única atenuada.

Si todo sale bien desde el punto de vista médico y científico, el resto de ensayos con la MTBVAC se realizarían en Suráfrica. Según los responsables de TBVI, la vacuna podría estar lista en 10 años y se necesitaría una financiación adicional de 200 millones de euros.

La única vacuna disponible contra la tuberculosis data de 1925. La inmunización, creada por los franceses Albert Calmette y Camille Guérin y conocida como BCG se sigue usando en todo el mundo, pero no consigue frenar la transmisión de la enfermedad a través del aire

La única vacuna disponible contra la tuberculosis data de 1925. La inmunización, creada por los franceses Albert Calmette y Camille Guérin y conocida como BCG se sigue usando en todo el mundo, pero no consigue frenar la transmisión de la enfermedad a través del aire. Esto contribuye a que la dolencia aún cause 1,3 millones de muertes cada año, la segunda enfermedad infecciosa más mortífera después el VIH.

A pesar del avance de la tecnología, la tuberculosis también es una de las enfermedades más complejas de combatir con nuevas vacunas. “La construcción del prototipo se publicó en 2001, hace 13 o 14 años”, recuerda Martín. “Es el mismo tiempo que tardaron Calmette y Guérin. Ellos necesitaron 13 años y nosotros hemos tardado lo mismo en llegar a los ensayos en humanos en fase I a pesar de la tecnología”, resalta.

La vacuna actual y la de Martín son atenuadas, es decir, se basan en patógenos reales a los que se les ha reducido la virulencia. Al ser inyectadas, permiten que nuestro sistema inmune reconozca el patógeno y desarrolle una defensa natural contra él. La BCG deja una característica marca en la piel que muestra el lugar desde el que la bacteria atenuada sigue aportando información al sistema inmune para matar al bacilo de la tuberculosis. La nueva MTBVAC también dejaría marca. Sería una inmunización de por vida que se administraría con un pinchazo tras el nacimiento y un posible recuerdo por vía nasal en la adolescencia, explica Martín.

La historia de este médico que se pasó a la investigación guarda similitudes con la de sus predecesores en Francia. Ellos usaron una cepa de tuberculosis de vaca para desarrollar su vacuna atenuada en el Instituto Pasteur de París. A finales de los ochenta, Martín pasó varios años investigando en el Pasteur aplicando la genética en el estudio del bacilo que produce la enfermedad.

A su vuelta a España, una nueva cepa de tuberculosis de muy alta virulencia estaba matando a enfermos de sida en hospitales de casi todas las comunidades autónomas. Martín aisló esa cepa y consiguió desactivar un gen del que parecía depender su extremada virulencia. Aquel patógeno atenuado fue el germen de la MTBVAC actual.

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Era febrero de 2012 y Bill Gates estaba de visita en Madrid. El segundo hombre más rico del mundo tenía un breve hueco antes de una reunión con Shakira. Decidió emplearlos en recibir a un reducido grupo de investigadores españoles que habían desarrollado una vacuna que podría evitar las 5.000 muertes por tuberculosis que hay en todo el mundo cada día. El fundador de Microsoft no tardó en darse cuenta de que merecía la pena hacer esperar a la cantante.

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