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En Francia plantean vetar el 'mail' después del trabajo: ¿es factible aquí?
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ACUERDO ENTRE PATRONAL Y SINDICATOS

En Francia plantean vetar el 'mail' después del trabajo: ¿es factible aquí?

Lo habrá leído en los medios estos últimos días: Francia prohíbe el envío de correos a sus empleados a partir de las 6 de la tarde. ¿Es posible en España?

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Lo habrá leído en los medios estos últimos días: Francia prohíbe el envío de correos a sus empleados a partir de las 6 de la tarde. Un titular demasiado jugoso para esquivarlo y con un alcance de calado que merece sin duda un buen repaso. Sin embargo, conviene matizarlo: no se trata de una prohibición materializada en una ley laboral que uno puede exigir en los tribunales, sino de un acuerdo entre patronal y sindicatos que persigue una desconexión de sus cuadros directivos una vez abandonan la oficina.

Una medida que llega de un país embriagado a partes iguales por un pertinaz chauvinismo y que adoptó en su día la controvertida semana laboral de 35 horas. El objetivo que se persigue, sobre el papel, es loable: que los mandos directivos de la empresa consigan desconectar del todo una vez lleguen a sus domicilios. Pero... ¿tiene realmente sentido?

A la hora mágica de salida se les cae el lápiz y hasta mañana no quiero saber nada del trabajo

Desde este lado de la frontera y habituados a jornadas laborales interminables, nos parece increíble alcanzar una desconexión total diaria de lo que acontece en el trabajo, una panacea inalcanzable para buena parte de los asalariados con algún tipo de responsabilidad directiva a sus espaldas. Y por otro lado ¿es realmente efectiva? La idea de este acuerdo es conseguir que las partes implicadas, patronal y sindicatos, jueguen con unas normas mediante las cuales el empleado tenga todos los recursos de su lado para apagar la BlackBerry cuando termine su jornada laboral.

A la hora mágica de salida se les cae el lápiz y hasta mañana no quiero saber nada del trabajo. De hecho, parece que el trasfondo real de este acuerdo parece escudar a los empleados de cara a posibles consecuencias laborales derivadas de no estar disponible en un determinado momento. Puede estar ardiendo la oficina pero el directivo tiene todo a su favor para excusarse que, por la hora, se encontraba en el parque con sus hijos.

Francia contra el mundo

¿Una locura? No tanto, al menos en el objetivo. Hace unos días nos hicimos eco de la creciente moda en Estados Unidos entre los directivos de llevar dos móviles encima, uno personal y otro profesional, con el objetivo de apagar el segundo fuera de las horas de trabajo y conseguir desconectar. Lo cierto es que la eclosión de los smartphones, tablets y la omnipresencia de internet han borrado las fronteras laborales para lo bueno y para lo malo.

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Para lo primero, lo tenemos claro: las empresas que faciliten la conciliación laboral permitirán abrir la mano para los que quieran trabajar en pijama desde sus casas, ese demonio perseguido por Marissa Mayer. Pero por desgracia es bastante más frecuente lo segundo: llegar a casa y observar impotentes cómo el móvil cobra vida sobre la mesa con los vaivenes de la vibración puede llegar a ser exasperante, sobre todo si sabemos que detrás de cada pitido se esconde un potencial 'marrón'.

Es frecuente llegar a casa y observar impotentes cómo el móvil cobra vida sobre la mesa con los vaivenes de la vibración puede llegar a ser exasperante

Sin embargo, lo realmente entretenido de esta historia no es el hecho de considerar factible que una ley pueda impedir a los jefes enviar un mail o SMS a partir de determinada hora, sino las históricas rencillas entre el Reino Unido y Francia que han aflorado de forma súbita a raíz de este espectacular acuerdo. Repasando el timing vamos descubriendo poco a poco el percal: The Guardian levantó la liebre con un artículo que daba a entender la mayor y sugiriendo que los galos se despreocuparían por ley de los asuntos de trabajo cuando tocara la sirena. El incendio se propagó rápido y el grueso de los medios angloparlantes afiló los cuchillos precisamente en el terreno donde más a gusto pinchaban, en el laboral. Francia ha estado siempre en el punto de mira por su defensa a ultranza de los derechos de los trabajadores y sus controvertidas 35 horas.

Los titulares pasaron por alto que se trataba en realidad de un acuerdo entre una parte de la patronal con los sindicatos que afectaba a una parte limitada de los trabajadores. Con ello, el fondo no perdía su importancia, pero sí su alcance. Y los medios franceses no han tardado en responder con una mezcla entre la ironía y la indignación, que concluyó, tal y como destaca The Economist, con la edición del artículo que despertó la polémica por parte del rotativo británico. De acuerdo, se había magnificado el asunto, pero con ello no se ha cerrado el debate: ¿se pueden poner horas al uso del correo electrónico?

Lo habrá leído en los medios estos últimos días: Francia prohíbe el envío de correos a sus empleados a partir de las 6 de la tarde. Un titular demasiado jugoso para esquivarlo y con un alcance de calado que merece sin duda un buen repaso. Sin embargo, conviene matizarlo: no se trata de una prohibición materializada en una ley laboral que uno puede exigir en los tribunales, sino de un acuerdo entre patronal y sindicatos que persigue una desconexión de sus cuadros directivos una vez abandonan la oficina.

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