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Las 'malas pulgas' de Steve Ballmer propiciaron su salida de Microsoft
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UN CARÁCTER FUERA DE CONTROL

Las 'malas pulgas' de Steve Ballmer propiciaron su salida de Microsoft

El ambiente dentro de la compañía era insostenible, y la principal causa era el mal humor del ex CEO, capaz de convertir cualquier reunión en un polvorín

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Un mal día lo tiene cualquiera. Las cosas no salen como uno espera, se cruzan los cables y salen demonios por la boca. Pero con las aguas más calmadas, se retrocede, se baja la cabeza y se pide disculpas a quien corresponda. El problema surge cuando el mal café es un estado natural de la persona, y máxime cuando ésta ostenta un rango de mando en la organización. Ya se sabe, el típico jefe gritón que amarga la vida a los subordinados y que no acepta un no por respuesta.

Figuras relevantes del mundo de la tecnología como Steve Jobs o Jeff Bezos han sido conocidas por sus arrebatos, de abierto genio en el primero y exigencia de respuesta resolutiva del segundo. Así las cosas, esquivar el encuentro en determinadas situaciones puede ser la mejor opción. Pero otro jefazo también ha pasado a la historia por su abrupto carácter y formas discutibles ante los suyos: el mismísimo Steve Ballmer.

Se cuenta que en una reunión del equipo de Windows, uno de los subordinados del entonces CEO, en un nivel muy inferior en la jerarquía, tuvo la feliz idea de inmortalizar al liderísimo en una instantánea con el móvil mientras intervenía. Ya se sabe, para fanfarronear en Twitter. Hasta ahí, había que reconocer cierto valor al empleado de Microsoft, pero si le decimos que la foto la quería hacer con un iPhone, el calificativo que más le encaja es de suicida.

El ojo de águila del de Detroit avistó el arma enemiga a distancia e interrumpiendo su discurso enfiló a gran velocidad hacia el empleado. Tierra trágame. 1,96 metros de CEO en actitud agresiva hacia un empleado del que posiblemente desconociera su nombre. Silencio sepulcral entre los asistentes y una tensión que se podía palpar con los dedos.

Se dice que Ballmer arrebató aquella diabólica máquina de manos del número de la firma y tras criticarlo con más ira que acierto, lo colocó en el suelo haciendo el gesto de pisarlo. Una escena que los presentes no olvidaron y que se suma a las que el ex directivo de Microsoft ha ido repartiendo por la red dando buena cuenta de su carácter de rompe y rasga.

A grito pelado

Hay que recordar que fue él mismo el que ironizó en el lanzamiento del iPhone riéndose de aquel juguete de Apple "¿un smartphone sin teclado?". Las vueltas que da la vida... Pues bien, no controlar la mala leche no parece que ayudó precisamente a nuestro protagonista que tras catorce largos años a los mandos de Microsoft, se fue granjeando un buen número de enemigos por este motivo entre el equipo directivo de la firma. Hay que decir que los resultados en áreas clave de la compañía tampoco acompañaron, porque si la cosa va bien, no queda otra que aguantar el chaparrón y los gritos.

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Pero no, a Ballmer no le salieron las cosas y su situación en la firma fue cada vez más incómoda. Llegamos a junio de 2013 y sobre la mesa del equipo directivo, un asunto tan espinoso como complicado: la compra de Nokia por parte del gigante de Redmond. No era ya el dinero, sino el paso estratégico de calado en el que la firma se iba a embarcar. Conviene recordar que el grueso del negocio de Microsoft ha estado siempre en el desarrollo de software y ahora lo que se proponía era saltar al hardware.

Precisamente, un amansado Ballmer ha reconocido en un discurso ante un grupo de estudiantes de la universidad de Oxford que uno de sus grandes errores de los que se lamenta ha sido no haber dado el salto al hardware a tiempo. "Mirando hacia atrás, lo que lamento es no haber unido a tiempo software y hardware", confiesa. La afirmación no es baladí: esta ha sido la estrategia de Apple desde su inicio, uno de sus grandes enemigos, y que siempre han criticado los de Redmond.

La última reunión

Pero volviendo a la patata caliente sobre la mesa del pasado mes de junio, ahora hemos sabido que el último zarpazo del león tuvo lugar en una tensa reunión que se celebró a cuenta de una propuesta del CEO: había que comprar algunas unidades de negocio de Nokia. Aquí se da una doble paradoja, puesto que ahora buena parte del mercado ha entendido esta maniobra como necesaria (aunque tardía) pero que por contra no fue aceptada inicialmente por el consejo.

Según podemos leer en Computerworld, los asesores de Ballmer le avanzaron que la reunión iba a ser difícil porque el grueso de los miembros del consejo iba a rechazar la propuesta. Noes a él. Entró como un elefante en una cacharrería y se cuenta que los gritos del jefe se oían a notable distancia de la sala de reuniones.

Y no es que tenga una voz almibarada precisamente. En aquella fatídica reunión el que fuera mano derecha de Bill Gates soltó aquello de "o se hace lo que yo digo, o me voy". Un mal momento para soltar ese farol, como hemos comprobado después. Sin embargo, un atemperado Satya Nadella cambió de opinión a tiempo y logró salvar los muebles del argumentario de Ballmer. Pero no su cabeza. El consejo estaba harto de los gritos y el ordeno y mando de Ballmer, y como apunta Bloomberg, su equipo se quejaba de su poca capacidad de escuchar a los demás. Fue el último puñetazo en la mesa de un amansado Ballmer, que ahora forma parte del consejo hasta salida definitiva de la firma en agosto de este mismo año.

Un mal día lo tiene cualquiera. Las cosas no salen como uno espera, se cruzan los cables y salen demonios por la boca. Pero con las aguas más calmadas, se retrocede, se baja la cabeza y se pide disculpas a quien corresponda. El problema surge cuando el mal café es un estado natural de la persona, y máxime cuando ésta ostenta un rango de mando en la organización. Ya se sabe, el típico jefe gritón que amarga la vida a los subordinados y que no acepta un no por respuesta.

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