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De mendigo a empresario: el 'homeless' que creó de la nada una 'startup' (y triunfó)
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gracias a un curso sobre 3d

De mendigo a empresario: el 'homeless' que creó de la nada una 'startup' (y triunfó)

La vida da muchas vueltas. Marc Roth lo supo cuando dejó su trabajo para emprender y terminó viviendo en la calle. Pero aún le tocaba girar un poco más

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La vida da muchas vueltas. Una mirada de desdén al mendigo que nos afea la calle cuando paseamos un soleado domingo por la mañana con los cruasanes bajo el brazo puede, por caprichos del destino, cambiar los roles de los protagonistas. No hay castillos que no caigan ni fortunas que se diluyan de la noche a la mañana.

Este frágil castillo de naipes se puede ir al garete ante un arbitrario cambio de viento que no controlamos, y esta realidad la vivió de primera mano Marc Roth, un operario de Las Vegas que se había acomodado en su nómina tras 16 largos años trabajando en la misma empresa. Un trabajo, sobre el papel, estable, y que daba de comer a su familia. Pero llegó el día en el que necesitaba un cambio. Montarse por su cuenta parecía la opción más deseada y contaba con el arrojo e ilusión suficientes para sacar adelante su proyecto.

En un todo o nada con redoble de tambor, el de Nevada invirtió todos sus ahorros, 125.000 dólares, en un negocio que nació truncado. El bofetón fue de escándalo y aquí no había red protectora. Con la angustia en el cuerpo de ver que la cuenta corriente menguaba y había que alimentar a esposa e hijos, Marc hizo el petate y se plantó en San Francisco, la cuna del emprendimiento.

Pero el viento seguía soplando en contra. "Fue una sucesiónde circunstancias que cambiaron mi vida para siempre", confiesa con una sinceridad admirable. Tocó fondo. Ya no quedaba dinero en la cuenta ni vergüenza para volver a Las Vegas con los suyos. La espiral decadente cobró la dramática velocidad de los que caen a esa sima de paro, aislamiento y el desdén del paseante de los cruasanes.

El folleto en el corcho

De tener casa, coche y trabajo pasó a ser un número incómodo en una sociedad que venera el éxito. Se tragó el poco orgullo que le quedaba y comenzó a recurrir a centros sociales de la ciudad para los que no tienen más que lo que llevan puesto. Y fue aquí, cuando lo había perdido todo, donde los caprichos del destino y la suerte de los luchadores, consiguieron cambiar el funesto destino de las cosas.

Marc vio un folleto en un corcho con una oferta por navidad para un techshop, una especie de formación profesional en curso intensivo y por importe de 49 dólares. "Mi ayuda social era de 59 dólares", recuerda, dedicando los 10 restantes a sobrevivir durante un mes no pregunten cómo. Pero ese folleto fue la luz al final del túnel que estaba buscando.

"Estar en un centro para sintechos es básicamente no saber qué hacer con tu vida", reconoce. Y él encontró la salida de emergencia en ese papel arrugado. Con el valor que otorga la carencia a las cosas, el de Las Vegas aprovechó hasta el último segundo el curso al que se apuntó sobre impresión en 3D. Y no tardó en dominar aquella máquina, y con ello a caerle los primeros trabajillos, chapucillas para sus compañeros de curso.

Pero con arreglo por aquí y otro por allá, Marc comenzó a disfrutar del verde de los dólares de nuevo. Treinta largos días más tarde, o deberíamos decir cortos, nuestro luchador había ahorrado lo suficiente como para pagarse otro curso más avanzado de una materia que iba poco a poco dominando.

En su dramática lucha por la supervivencia, Marc siguió firme el camino ascendente por sacar la cabeza y salir de aquel infierno. Las chapucillas eran cada vez más recurrentes y en el propio centro constataron que aquel homeless estaba hecho de otra pasta: le contrataron como instructor, y seis meses más tarde abandonó la masificación de los albergues municipales para pagarse su propio apartamento.

El flujo de trabajo, dinero y recompensa se había activado de nuevo. Pero el hambre, el instinto animal por no cejar hasta llegar más alto consiguió que este exmendigo se convirtiera en empresario, y año y medio más tarde montó su propio negocio sobre trabajos de impresión.

El dinero fluyó con velocidad, contrató empleados y ahora sí, llamó a su esposa con la cabeza bien alta y le dijo "veníos conmigo". La familia unida de nuevo bajo el mismo techo por el que Marc peleó al filo del abismo, un infierno que le ha marcado para siempre, hasta el punto que ahora, además de gestionar su floreciente negocio, quiere ayudar otros en situación similar que se quedaron por el camino montando The Learning Shelter, un centro de formación que pase la antorcha que salvó a nuestro hombre.

De mendigo a héroe, pero de esos que nunca salen en las noticias. Sin embargo, su fulgurante paso por infierno y cielo no pasó desapercibido para Ed Lee, el carismático alcalde de San Francisco, que en un discurso mencionó su heroica trayectoria. A este respecto, Marc Roth, el héroe de Nevada sólo apunta orgulloso: "llevé a mi hijo a que viera el discurso".

La vida da muchas vueltas. Una mirada de desdén al mendigo que nos afea la calle cuando paseamos un soleado domingo por la mañana con los cruasanes bajo el brazo puede, por caprichos del destino, cambiar los roles de los protagonistas. No hay castillos que no caigan ni fortunas que se diluyan de la noche a la mañana.

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