Es noticia
Michael Jones, el hombre que dejó un negocio millonario para moler café
  1. Tecnología
motiva a los agricultores a mejorar su grano

Michael Jones, el hombre que dejó un negocio millonario para moler café

Su empresa valía millones, pero Michael Jones no se sentía satisfecho. Buscó un nuevo objetivo: cambiar el comercio de café, para hacerlo mejor y más valioso

Foto:

Para muchos de nosotros, la primera taza de café del día es un asunto muy serio. Se trata de la primera toma de contacto con la realidad, algo que nos ayuda a salir poco a poco de las nubes del sueño y lo que nos da energía para coger la jornada ganas (o sin ellas, pero para cogerla al fin y al cabo).

Sin embargo, detrás de esa bebida cotidiana con la que damos los buenos días al mundo hay una industria global en la que, como en tantos otros casos, los productores han quedado muy lejos del consumidor por culpa de una larga cadena de intermediarios y rara vez reciben una recompensa justa por su producto. Por eso existen movimientos como el del comercio justo que quieren revertir la situación. Michael Jones, un emprendedor estadounidense, decidió hace dos añosponer en marcha su propio intento.

Y lo hizo movido por una mezcla de búsqueda de negocio, interés por mejorar las condiciones de los productores y puro sibaritismo: Jones quiere un café que sea cada vez mejor.

"Creía que el dinero, la fama y el éxito lo serían todo"

“Cuando era un adolescente, creía que el dinero, la fama y el éxito serían la solución para todo”, cuenta Jones en Forbes. Así que en 2004 fundó Implantable Provider Group (IPG), una compañía que se dedicaba a comprar implantes médicos y a dárselos a los hospitales. Estos los utilizaban en los pacientes que los necesitaban y luego las aseguradoras médicas pagaban a IPG.

Cumplidos los 40 y dueño de una compañía de éxito, Jones decidió dejar IPG en 2011 y tomarse un año sabático para decidir qué hacer con su vida

El negocio creció rápido y en 2010 recibió 35 millones de dólares de la firma de capital Sequoia (la misma que se ha hecho famosa por haber acompañado a los creadores de WhatsApp en el camino al éxito). En 2011, IPG estaba en la lista de las compañías más prometedoras de América, e iba camino de valer más de 40 millones.

Y aun así, las ambiciones adolescentes de Jones le habían dejado un regusto amargo. “No resultaba tan fascinante como creía que sería”, cuenta. La satisfacción que esperaba sentir se le escapaba entre los dedos.Cumplidos los 40 y dueño de una compañía de éxito, Jones decidió dejar IPG en 2011 y tomarse un año sabático para decidir qué hacer con su vida. La profesión de su suegro, dueño de una plantación de café en Jamaica, le hizo empezar a pensar en este mercado, en por qué es tan inestable y qué se podía hacer al respecto.

“No paraba de pensar cómo algo que cuesta 4 dólares la libra en Jamaica se vende a 80 dólares la libra en Japón”.

El 70% del café viene de pequeños agricultores

Indagando en el asunto, descubrió que el 70% del café que se consume en todo el mundo es producido por agricultores que poseen menos de 5 acres (2,23 hectáreas) de cultivos.En esta cadena de producción, los agricultores normalmente venden los granos de café frescos, sin tostar. El precio de las semillas da bandazos arriba y abajo constantemente, dependiendo de las condiciones climáticas y de las previsiones de futuro en el mercado, haciendo difícil para estos pequeños productores lograr unos ingresos estables y dándoles pocos incentivos para invertir en la mejora de su producto.

El modelo del llamado comercio justo mejora un poco su situación, ya que también paga el precio de mercado por las semillas, pero asegurando un precio mínimo. A cambio los agricultores deben adherirse a unas buenas prácticas medioambientales y laborales que certifican organizaciones como Fairtrade International.

Con este modelo, los agricultores no pierden dinero, pero tampoco reciben gran parte de las ganancias que se generan cuando su producto va aumentando de valor según avanza en el proceso de producción.Porque para otros miembros de la cadena sí que hay beneficios.

El precio del café va aumento, y en algunos lugares los consumidores pagan más por una taza de café ahora de lo que se ha pagado nunca. Piensen en lo que cuesta un café en un bar, pero sobre todo, piensen en lo que cuesta si se consume en un establecimiento tipo Starbucks.Y sin embargo eso no se ha traducido en mejores condiciones para los agricultores cafeteros.

Nuestro protagonista había dado con una nueva motivación: desarrollar un nuevo modelo que hiciese este mercado más innovador y más beneficioso para los productores.“El café es el primer o el segundo producto en exportación en muchos países en vías de desarrollo. Si conseguimos aumentar las ganancias de los productores por su café, podemos estimular su PIB”, dice Jones. Sería más eficaz, asegura, que aumentar las partidas de ayuda internacional.

Dar a los productores el control hasta el final

Así que se asoció con dos de esos agricultores de Costa Rica y fundó Thrive Farmers Coffee, un proyecto para meter de lleno a los productores en el mercado, dándoles mayor control sobre su mercancía, acercándoles a los consumidores finales, dejándoles oír lo que opinan de su café y, como resultado, generándoles mayores beneficios y más incentivos para seguir mejorando sus cultivos.

En este modelo los agricultores se hacen responsables del procesamiento y la exportación del café. La compañía de Jones les ayuda a asociarse con otros negocios locales donde llevar a cabo el molido del grano. Así controlan la calidad de su producto y pueden intervenir e innovar para mejorarlo

Según este modelo, los agricultores cobran una vez que su café ha sido exportado, empaquetado y vendidoa los pequeños comerciantes finales (el supermercado de la esquina, la cafetería de dos calles más abajo). Ese precio se divide a medias entre el productor y Thrive Farmers, y aun así el agricultor puede ganar hasta cuatro veces más que bajo el sistema de comercio justo.

A cambio, en este modelo los agricultores se hacen responsables del procesamiento y la exportación del café. La compañía de Jones les ayuda a asociarse con otros negocios locales donde llevar a cabo el molido del grano. Así controlan la calidad de su producto y pueden intervenir e innovar para mejorarlo. Una vez exportado (de momento solo aEstados Unidos), Thrive Farmers se hace responsable del tueste (aunque también lo venden en crudo), el empaquetado, la distribución y la venta.

“Nuestros agricultores reciben el 75% de los beneficios que obtenemos por el grano en crudo y el 50% que obtenemos por el café ya tostado, y cuanto mayor es la calidad que producen, mayor es su valor en el mercado”, explica Jordan.

Un producto para público 'gourmet'

Un valor que no es pequeño, igual que no lo es, ni mucho menos su precio. En la página web de Thrive Farmers se pueden comprar directamente paquetes de café de distintas variedades, por 10,95 dólares.Se trata por tanto de un producto destinado a un público selectivo, dispuesto a pagar más de lo normal por un café, sabiendo que su calidad es sobresaliente y que están colaborando a mejorar tanto el producto como la vida de sus productores.

Un público que, por cierto, no para de crecer. “Hemos tenido un buen crecimiento en solo dos años”, presume Jones. En su primer año, Thrive Farmers vendió 25.000 libras de café, y en 2013 fueron 300.000. Esperan cerrar este periodo con el ambicioso objetivo de 5 millones de libras de café vendidas.

Parece que este nuevo proyecto sí ha dado a Jordan la realización que buscaba. En su oficina siguen enmarcados algunos artículos de prensa de su época en IPG. Asegura que no es una cuestión de orgullo, sino de no olvidar que lo más importante no es el dinero o el éxito, sino la sensación de irse a dormir cada noche sintiéndote satisfecho con tu trabajo.

Para muchos de nosotros, la primera taza de café del día es un asunto muy serio. Se trata de la primera toma de contacto con la realidad, algo que nos ayuda a salir poco a poco de las nubes del sueño y lo que nos da energía para coger la jornada ganas (o sin ellas, pero para cogerla al fin y al cabo).

Industria
El redactor recomienda