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El señor de los radiotransmisores
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un museo muestra su colección

El señor de los radiotransmisores

El interés de Inocencio Bocanegra empezó de niño. Tras seis décadas, su colección de radiotransmisores es un paseo por los grandes eventos del siglo XX

Foto: (E.Villarino)
(E.Villarino)

Si no estás acostumbrado, a finales de enero en Burgos hace un frío que pela. No hace falta nieve ni viento. Es un frío quieto, que se te mete en el cuerpo incluso aunque estés a cubierto.

Pero a Inocencio Bocanegra no parece afectarle lo más mínimo, seguramente por dos motivos: porque está más que acostumbrado y porque tiene algo mucho más interesante en lo que pensar. Pasea sin prisa entre su colección de radiotransmisores, explicándonos los detalles de aquel o de este modelo: si se fabricó en la URSS, en Estados Unidos o en Alemania, si estaba colocadoen un avión o en un barco, cuántas válvulas tiene, si funciona con batería o a pilas.

Este ingeniero burgalés que roza la jubilación ha logrado reunir con el paso de los años más de 600 aparatos relacionados con las radiocomunicaciones, lo que convierte la suya en una de las muestras más completas del mundo. Repasar su colección es recorrerla historia del siglo XX a partir de los años 30 de radio en radio, de conflicto bélico en conflicto bélico. Él mismo las localiza, las compra allá donde estén y las restaura hasta que funcionan como el primer día.

Casi todas, porque reconoce resignado que algunas son tan antiguas que no ha podido encontrar las piezas para repararlas. Pero no son más que un puñado, el resto de su colección funciona perfectamente. Él sabe cómo dejar que se calienten y mover sus diales con delicadeza, moviéndose por las distintas frecuencias hasta que escuchamos voces en portugués, en japonés y en algo que parece un idioma balcánico pero que somos incapaces de identificar.

Centenares de emisores, receptores y antenas, además de cascos militares con sistemas de recepción acoplados, boyas de localización marina, pesadoswalkie-talkiesantiguosy hasta un par de trajes de cosmonauta con sus circuitos de comunicación, incluidoel mismo modeloque utilizó Yuri Gagarin, el primer ser humano que viajó al espacio exterior. Una colección que es fruto de toda una vida de fascinación por la radio.

"Pensaba que dentro de la radio había una persona hablando"

“Esto empezó un día que, teniendo yo cinco o seis años, me dejaron solo en casa. Debía estar enfermo o algo así. Teníamos en la cocina una radio, y yo pensaba que allí dentro tenía que haber una persona que hablaba, y eso era lo que oíamos desde fuera. Así que cogí un cuchillo y un tenedor y la desmonté, pieza a pieza, para ver qué había. Imagínate el disgusto de mi madre cuando me encontró”, comenta Inocencio divertido.

Inocencio nos explica que cuando dice radios no se refiere a las radios 'musiqueras', como él las llama, sino a aparatos de radiotransmisión, las que utilizan tanto los radioaficionados de todo el mundo como las cadenas de mando militares y las multinacionales comerciales para comunicarse

Años después, cuando comenzó a trabajar y a tener sus ahorros, nació su colección, que empezó a crecer poco a pocosegún lo que le permitían sus recursos, aunque no sin contratiempos: “Teníamos una carbonera en casa, una sala en el sótano donde guardábamos el carbón para la calefacción, y ahí guardaba yo mis radios. Cuando cambiamos a la calefacción de gas, mi suegro, con toda su buena intención, se metió a limpiar y a reformar la carbonera, y me las tiró todas. Ahí el que se llevó el disgusto fui yo”.

Inocencio nos explica, para que no haya confusiones, que cuando dice radios no se refiere a las radios musiqueras, como él las llama, sino a aparatos de radiotransmisión, las que utilizan tanto los radioaficionados de todo el mundo como las cadenas de mando militares y las multinacionales comerciales para comunicarse. En su colección hay ejemplos de todo tipo.

Desde el modelo que llevaban los camiones blindados canadienses para comunicarse entre sí durante el desembarco de Normandía en 1944 hastael que instaló el presidente Roosevelt en su despacho de la Casa Blanca.Tiene un radiotransmisor igual que el que utilizaron los astronautas del programa Apolo de la NASA, otros que emplearon las organizaciones de espionaje durante la Guerra Fría a ambos lados del Telón de Acero, y algunos que se usaron en las densas junglas de Vietnam y Corea en las guerras de los años 60 y 70.

placeholder El modelo de adaptación canadiense que participó en el desembarco de Normandía (E.Villarino)

Uno de los aparatos más grandes es el mismo modelo que el que utilizaba la OTAN hasta hace poco para comunicarse con sus cuarteles en todo el mundo. "Ahora todas esas comunicaciones se hacen por internet", explica.

Se pasea entre todos ellos, algo absorto, dando detalles técnicos imposibles de seguir como el que habla de cosas que conoce al dedillo. “Mira este aparato, este es para flipar. Tiene 12 válvulas, imagínate. Es que, claro, es alemán”. Admira todos los ejemplares de la colección, pero siente debilidad por las radios alemanas. Para él, son las mejores.

Su colección tiene un aparato, sólo uno, de fabricación española, que adolece ciertamente de falta de sofisticación frente a sus equivalentes germanos, rusos o estadounidenses. “Cuando lo abres y lo ves por dentro, te das cuenta de dónde estaban ellos y dónde estábamos nosotros”.

Museo Internacional de Radiotransmisión Inocencio Bocanegra

El paseo que estamos dando con Inocencioentre sus radiotransmisores tiene como escenario el museo que lleva su nombre, el Museo Internacional de Radio Transmisión Inocencio Bocanegra, un espacio abierto hace ahora casi un año en Belorado, un pueblo a 50 kilómetros de Burgos. En estas salas se exponen unos 300 de sus dispositivos, ordenados por orden cronológico y complementados por otros materiales históricos relacionados con la evolución de las transmisiones por radio.

Como joya de la corona, una máquina Enigma ocupa el centro de una de las salas.Este invento, crucial en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, ha sido cedido al museo por el Ministerio de Defensa por un periodo de tres meses para la exposición temporalComunicación y Espionaje en la Segunda Guerra Mundial, junto con los únicos tres dispositivos que no pertenecen a Inocencio y cuya datación no está muy clara, aunque se cree que pudieron ser utilizados durante la guerra civil española.

placeholder La máquina Enigma expuesta en el museo (E.Villarino)

Aunque se le ve encantado, a Inocencio parece darle algo de apuro que el museo lleve su nombre. Encaja con esa especie de reticencia que tiene a hablar de él para centrarse en sus radios. Pero la creación del museo no habría sido posible sin su iniciativa. “Un día me dio por pensar que, cuando me muriese, mis hijas iban a darle todo al chatarrero. A ellas no les interesa mucho todo esto. Así que empecé a buscar un sitio donde exponerlas para que la gente las pudiese ver”.

Tras contemplar varias opciones, conocidos mutuos le pusieron en contacto con Luis Jorge del Barco, alcalde de Belorado. La complicidad entre ambos fue inmediata y el proyecto del museo comenzó a cobrar forma.

Un museo 'low cost' para no endeudar al ayuntamiento

Belorado es un municipio de poco más de dos mil habitantes que puede presumir de tener sus cuentas saneadas: no tienen deudas.El ayuntamiento, que apoya proyectos culturales y mantiene, entre otros, un banco de alimentos perecederos (“de los no perecederos se encargan otros, como Cáritas; lo que nosotros intentamos es que todo el mundo pueda comer carne y pescado”, cuenta del Barco), buscó los fondos en ayudas a proyectos culturales de la Junta de Castilla y León o de la Unión Europea. El objetivo era que al pueblo le costase lo menos posible.

“Como no hemos gastado mucho y no hemos descuidado ninguna de nuestras funciones, a los vecinos les ha gustado la idea”, comenta satisfecho. Está muy orgulloso de la criatura. El equipo del ayuntamiento es quien ha dado una estructura y un contexto histórico a las piezas de Inocencio, estableciendo el recorrido del museo.

placeholder Modelo diseñado por la RCA utilizado en el ámbito marítimo y también para el espionaje (E.Villarino)

Del Barco escucha en silencio cuando Inocencio explica las especificaciones técnicas de cada uno de sus aparatos, pero entra ágilmente en la conversación para explicar en qué escenario se utilizó cada uno de ellos y las anécdotas que los rodearon. “Este modelo es como el que dio el aviso del bombardeo de Pearl Harbor, aquel iba en el avión que lanzó las bombas atómicas sobre Japón en 1945”.

Asegura que lo más difícil está siendo lograr la documentación que asegure la correcta datación de cada radio. Pasan horas en internet, consultando archivos y preguntando a expertos para que no se les escape ni un detalle y todo tenga su correspondiente documentación.

Una de las cosas en las que insiste especialmente el alcalde es que los ejemplares que tienen en el museo se corresponden con los modelos protagonistas de esas historias, pero que no son los mismos equipos. “Es un detalle importante. Yo no sé si esta radio estuvo en el desembarco de Normandía, pero sí que es igual, el mismo modelo y fabricado en el mismo momento, que aquellas”.

Una trinchera a tamaño real

Hay ciertos momentos que en este museo se quieren recrear para que el visitante entienda cómo evolucionó la historia ligada a las radiotransmisiones. Y para eso, del Barco piensa a lo grande. No sólo ha pedido al Ministerio de Defensa que le ceda un viejo (y gigantesco) tanque que piensa restaurar y equipar con sus correspondientes sistemas de comunicación, de forma que los visitantes se hagan una idea de cómo funcionaban. Además, ha construido una trinchera.

Una trinchera de la Primera Guerra Mundial a escala real, recreando una zona de combates auténticaen Bélgicaen la que se libraron algunas batallas de aquella contienda (anterior al boom de las radiotransmisiones, pero fundamental para entender el escenario en el que ocurrió). Se trata de una primera y unasegunda líneas de trincheras (que recorremos en el vídeo)con su arsenal, su centro de mando, sus letrinas, sus dormitorios para la tropa e incluso sus sistemas de alarma en caso de ataque con gases.

placeholder Modelo comercial alemán, llamado 'de arco iris' por los colores con los que identificaba las frecuencias (E.V.)

Están completamente abiertas a los visitantes, que pueden pasear por ellas y hacerse una idea de cómo era la vida de los soldados que llegaron a pasar meses en estos agujeros. De hecho, organizan lo que llaman history days, en los que aprovechando el escenario se reviven escenas de la época.

El pasado diciembre, un grupo de voluntarios pasó un fin de semana en esta trinchera, viviendo como combatientes, durmiendo en las literas y recreando un asalto a la trinchera enemiga. Recordamos que en Burgos, y en diciembre, el frío no es un inconveniente precisamente menor. “Les dijimos a los chicos que si tenían fríopodían dormir en el museo, que allí hay calefacción. Nos dijeron que de eso nada, que los soldados en Bélgica pasaron aún más frío”, comenta divertido Del Barco.

Están preparando otro evento de este tipo para el fin de semana del 8 y el 9 de febrero, en el que la Historia dará un salto hacia delante y se plantarán en plena Guerra Fría. El patio del museo se convertirá en el puesto de control Checkpoint Charlie en elmuro de Berlín y los visitantes tendrán que contar con un pasaporte autorizado para poder entrar. Esa será la excusa y el contexto para introducir en la escena la importancia de las radiotransmisiones en una época en la que las comunicaciones y el espionaje definían el rumbo de la política internacional.

Si no estás acostumbrado, a finales de enero en Burgos hace un frío que pela. No hace falta nieve ni viento. Es un frío quieto, que se te mete en el cuerpo incluso aunque estés a cubierto.

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