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El 'couchsurfing' evoluciona: del alojamiento barato al romance exprés
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"terminamos en el 'couch', pero no surfeando"

El 'couchsurfing' evoluciona: del alojamiento barato al romance exprés

Couchsurfing es una 'app' para alojarse gratis en el extranjero que, debido a su proceso de selección de casas, se he convertido en la mejor página de citas

Foto: 'The Romantic Side of Coachsurfing' (Hejorama.com)
'The Romantic Side of Coachsurfing' (Hejorama.com)

Nunca se sabe cómo empieza, pero la llama puede prender en cualquier momentoy no necesariamentedesde un plano puramente físico. Los extraños giros del destino pueden provocar el encuentro de dospersonas y que surja una sintonía con consecuencias insospechadas. Sin darse uno cuenta, puede acabarcontando su vida a la camarera o bien confesando intimidades con este inesperado compañero de viajepor WhatsApp.

En una sociedad muy sujeta a las normas sociales, la magia encuentra sus recovecos paraabrirse un hueco y estos dos espíritus solitarios conectan. El contacto puede terminar en un “muchasgracias. Adiós”, o bien bajo las sábanas en un romance pasajero o definitivo. Algo así ha quedado patenteen Couchsurfing, un fenómeno que nació con el objetivo de ofrecer alojamiento gratis a los viajerosy que seha visto transformado en un extraño punto de encuentro de almas en busca de algo más.

Business Insider recoge el testimonio de varios usuarios de este servicio que dan buena cuenta de estacuriosa transformación del exitoso sitio. En realidad, todo comenzó hace ya mucho tiempo: Couchsurfing nació en 2004, una eternidad si consideramos que no deja de ser una suerte de red social, yfue de forma casual.

"¿Alguien me deja una cama para visitar Islandia?"

Casey Fenton deseaba conocer Islandia y no tenía un solo duro, así que publicó unanuncio en internet: “¿Alguien me puede dejar una cama para pasar unos días en Islandia?”. La preguntaparecía suicida, pero resulta que se encontró con cerca de cincuenta ofertas para pasar la noche bajo techoy gratis. Aquello le solucionó la papeleta, pero también le hizo descubrir que había oportunidad, noexactamente de negocio (nunca lo planteó de esa manera), sino de montar algo útil para los viajeros.

Y eléxito no tardó en llegar.Aunque ha sido realmente este último año cuando el crecimiento de la red se hadisparado: de 3 millones a 6 en poco más de doce meses, ¿qué estaba sucediendo?

Para explicarlo hay que ir al origen de este sitio. Couchsurfing es una red social a la que sólo los usuariosregistrados pueden acceder, pero es que además para registrarse hay que poner la casa de uno adisposición de la comunidad. Primer portazo a los mironesy cierta garantía de privacidad: sóloaccede el que juega con las mismas cartas.

Es comprensible, por otro lado, porque el sistema nos va apedir todo tipo de información personal, fotos de la casay de uno mismo. Y hablando precisamente deesto último, es aquí donde los caprichos del destino han jugado en favor de la red social, y de una maneracontundente.

Un sistema de búsqueda parecido a una web de citas

Pongamos que uno quiere irse de vacaciones a Oklahoma: selecciona el destino enCouchsurfingy ahí mismo puede escoger que el propietario de la casa que va a ocupar por la patilla seavarón o hembra. Y ver su foto. Ya vamos entendiendo por dónde van los tiros.

El caso es que la red social seguía ofreciendo el servicio de una manera excelente y garantizando lasolvencia de los usuarios en toda la extensión del término, de forma que, una vez visitado un hogar, tanto elhuésped como el anfitrión se sometían a una votación pública respectiva de forma que el prestigio de cadauno (el karmaque le llaman ahora), sea más elevado a medida que su comportamiento sea mássatisfactorio.

Digamos que es una especie de Tripadvisor en el que no hay desembolso económico. Yoocupo tu casa y tú te beneficias de mi compañía,conversación y… algo más, por lo visto.

Estaambigüedad no es compartida por el CEO de la firma, Jen Billock, que niega en redondo que su criatura sehaya convertido en un inesperado punto de encuentro al servicio del amor y el sexo, o al revés. Y no lefalta razón, aunque en parte: si lo queremos entender de esta manera, es como decir que Google es unbuscador de porno. No lo es, pero tampoco pueden evitar que buena parte de su contenido vaya en esadirección.

De ello puede dar fe Carlos, un joven madrileño que cuenta su experiencia a Teknautas: “Me creé un perfil cuando estudiaba en Boston, pero ya lo tenía un poco olvidado. Un día, un amigo que sí usa la web me pidió que acogiera a alguien en Madrid porque él no podía y no quería que su negativale penalizase el karma. Le dije que sí y apareció una chica muy guapa de Portland. Se instaló en casa, cuando volví del trabajo ella había comprado un vino… total, que acabamos en el couchy no precisamente surfeando…”.

“En principio se quedaba una noche y al final fueron cuatro”, recuerda Carlos, que cree que es posible que los estadounidenses sí piensen en dar este uso a la plataforma. “Yo no pensaría en eso al ir a casa de un extraño, pero a ella la vi muy desenvuelta desde el principio”.

Relaciones condenadas al adiós

De una forma u otra, locierto es que los responsables del proyecto no pueden ignorar que su plataforma se hayaconvertido en un lugar idóneo para el encuentro ocasional y no estrictamente sexual. Las historias querodean las experiencias de los viajeros son muchas de alto contenido carnal, y hay usuarios quereconocen mantener relaciones puramente sexuales con mucha mayor frecuencia a través de este medio.

De alguna manera, tanto huésped como anfitrión se seleccionanmediante la foto y a partir de ahí, queempiece la fiesta. Pero otro grupo de asiduos a Couchsurfing ven en la plataforma un punto de encuentroperfecto para conocer gente afín. Hay muchas ocasiones en las que se ocupa la casa, se cena y sale decopas con el anfitrión, y tras una cálida despedida no sucede absolutamente nada. Siempre de buen rollo,la máxima del sitio.

Pero en otras, el azar, el destino y la magia quieren que estas dos almas solitariascoincidan unos pocos días y vivan intensamente un amor imposible que está condenado al adiós. Sinamargura, la experiencia lo compensa. Relaciones impensables en la vida real, como la de un matrimoniobrasileño que abrió sus puertas a una pareja israelíy tras una noche regada en caipiriñas, la chica acabóen la cama de la anfitriona, que se ha identificado como Ana.

“Nunca pensé que ocurriría”, afirmó, perorecuerda la frase que dejó la israelí en su perfil de Couchsurfing: “Simplemente, disfruté de cada momentoen su compañía”.

Nunca se sabe cómo empieza, pero la llama puede prender en cualquier momentoy no necesariamentedesde un plano puramente físico. Los extraños giros del destino pueden provocar el encuentro de dospersonas y que surja una sintonía con consecuencias insospechadas. Sin darse uno cuenta, puede acabarcontando su vida a la camarera o bien confesando intimidades con este inesperado compañero de viajepor WhatsApp.

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