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"Me levanto a las 3 de la mañana para responder los 500 'mails' que recibo"
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LA LUCHA DE UN CEO CONTRA EL CORREO

"Me levanto a las 3 de la mañana para responder los 500 'mails' que recibo"

El 'email' se ha convertido en un enemigo de la productividad empresarial. John Borghetti, CEO de Virgin Australia, ha hecho pública su desesperación

Foto: John Borghetti, CEO de Virgin Australia
John Borghetti, CEO de Virgin Australia

Es un tema recurrente en las pausas para el café en las oficinas y los bares: “estoy desbordado de correos electrónicos”, “no consigo poner la bandeja de entrada a cero”... las frases son tan habituales que uno, que es muy probable que viva la misma pesadilla, empatiza al instante. Es la plaga de nuestro tiempo: el email ha pasado de ser un instrumento al servicio de la productividad a esclavizarnos de una manera cada vez más patente y con reflejo en la cuenta de resultados

¿Cuánto cuesta a una empresa la gestión del correo electrónico? McKinsey le puso en su día el cascabel al gato y estimó que una tercera parte del coste de las nóminas se iba por este sumidero sin fin. Casi nada. Pero como todo en esta vida, hasta que no vemos un ejemplo tangible de esta pandemia, no ponemos los pies en el suelo: un directivo australiano nos ha enfrentado con la realidad al reconocer que recibe al día una media de entre 400 y 500 emails al día.

¿Cómo puede alguien gestionar semejante volumen de mensajes? A duras penas y robando tiempo al sueño y la familia. A este drama se enfrenta el CEO de Virgin Australia, John Borghetti, que ha admitido sin rubor su derrota en la lidia de los correos electrónicos. Ya no es la sobreinformación ni la sensación de no controlar los elementos que rodean a nuestro trabajo, realmente, el verdadero problema adquiere una nueva dimensión cuando este mal comienza a afectar nuestra vida personal.

Un volumen imposible de gestionar

Este drama lo está viviendo en primera persona el directivo, que reconoce recibir “entre 400 y 500 emails al día”, un volumen imposible de ser gestionado por un ser humano, al menos solo. Y a este efecto, nuestro triste protagonista cuenta con el apoyo inestimable de su secretaria, que despeja a duras penas el atasco de correos, pero aun y todo no puede evitar que unos 100 deban ser atendidos directamente por su jefe.

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Borghetti atiende como buenamente puede su temido inbox pero no consigue esquivar el desbordamiento: “atiendo los urgentes, pero al final suelo llegar al viernes y sábado con unos 400 mails que hay que gestionar”, reconoce resignado. ¿La solución? Cuando el resto de sus empleados duermen a pierna suelta o incluso algunos todavía no han entrado en casa, el CEO tiene ya el rostro iluminado por la pantalla del ordenador.

Son las 3 de la mañana del domingo y lo que un día fue una excepción fruto de la desesperación, se ha convertido en norma. Borghetti pone el despertador a esta hora intempestiva para poder hacer frente libre de cargas a la nueva semana que está encima. El asunto es tan notorio entre los empleados de la firma que se dice -medio en broma medio en serio- que “el domingo por la mañana es el momento de entrada de los principales correos”.

"Ladrón de tiempo"

Parece claro que algo no funciona en este planteamiento y las alarmas han saltado ya en muchas organizaciones que comienzan a ver ya al email como un serio cáncer que hay que atajar. USNews habla abiertamente de “rehabilitar” el correo electrónico mediante una serie de reglas de uso ante lo desmedido del asunto. Este problema afecta a empresas, autónomos y todo aquel que emplee el correo electrónico como forma de comunicación en el entorno laboral, incluyendo las administraciones públicas.

Así, el mismísimo gobierno británico, en uno de sus gabinetes, ha declarado que los jueves serán los días sin correo electrónico, medio de comunicación al que no dudan de calificar como “ladrón del tiempo”. Se insta a los funcionarios a emplear canales alternativos durante este día, como el cara a cara o una simple llamada de teléfono. La idea, al igual que en el caso anterior, es reeducar a los usuarios con la intención de hacer un uso racional del correo.

Este organismo británico ha optado por un día free pero una consultora llevó a cabo a comienzos de año un experimento mucho más radical: prohibir el uso del correo electrónico durante toda una semana. ¿Lo intrigante del asunto? El CEO de esta firma reconoció sentirse muy satisfecho con la medida y comprobó cómo algunos de sus empleados habían comenzado a fomentar otras actitudes en el trabajo y la creatividad.

Es un tema recurrente en las pausas para el café en las oficinas y los bares: “estoy desbordado de correos electrónicos”, “no consigo poner la bandeja de entrada a cero”... las frases son tan habituales que uno, que es muy probable que viva la misma pesadilla, empatiza al instante. Es la plaga de nuestro tiempo: el email ha pasado de ser un instrumento al servicio de la productividad a esclavizarnos de una manera cada vez más patente y con reflejo en la cuenta de resultados

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