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Jack Dorsey, el CEO que abandonaba Twitter a las seis por sus clases de yoga
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UN LIBRO CUESTIONA SU REPUTACIÓN

Jack Dorsey, el CEO que abandonaba Twitter a las seis por sus clases de yoga

Es una de las figuras más relevantes de nuestros días y en su currículo cuelgan medallas como haber creado Twitter. Pero su imagen no es lo que parece

Foto: Jack Dorsey
Jack Dorsey

No ha salido el sol y Jack Dorsey se apresura a tomar el autobús que le lleva al trabajo. Su oficina se encuentra en la otra punta de San Francisco, pero no le importa demasiado dedicar un buen rato cada día a atravesar de un extremo a otro la ciudad californiana. Dorsey es una de las figuras más relevantes de nuestros días y en su currículo cuelgan pesadas medallas como haber creado Twitter y ahora Square.

Con una cuenta corriente rebosante de cifras, uno podría pensar que este nuevo rico del conocido valle podría atravesar la ciudad en un Tesla o más bien ubicar la oficina de su actual trabajo donde le viniera en gana. Pero no. Dorsey es un personaje atípico y disfruta observando a las clases más bajas compartiendo la línea con él.

No suele ser muy fácil verle al otro lado del micrófono, y cuando lo hace, suele ser para desmentir los rumores que siempre persiguen a su controvertida figura

De hecho, este exitoso emprendedor toma la temperatura del sector en el bus: “aquí vi la expansión de Instagram” confiesa en una larga entrevista concedida a The New Yorker. No suele ser muy fácil verle al otro lado del micrófono, y cuando lo hace, suele ser para desmentir los rumores que siempre persiguen a su controvertida figura.

Una historia de Twitter marcada por la traición

Y en esta ocasión, no es diferente. Este espigado gurú de nuestra era se ha visto envuelto una vez más en un torrente de críticas que dejan su reputación muy en entredicho, y no son precisamente sus exempleados los que han cargado las tintas, sino el conocido columnista del New York Times Nick Bilton, que parece que afiló en exceso el lápiz a la hora de escribir los orígenes y evolución de Twitter.

Para que nos hagamos una idea del contenido, su obra se titula “Twitter, una historia real de dinero, poder, amistad y traición”, y la última parte del título se la dedica en especial a nuestro Jack. Este peculiar viajero del autobús cuenta con un abono que le reporta un notable descuento en la cuantía mensual de los viajes, pero vive en una casa que le ha costado diez millones de dólares. Un dato que define bien su peculiar carácter, que es despedazado sin miramientos por el columnista del NYT.

No hace falta recordar que Twitter ha sido uno de los productos más relevantes de nuestro tiempo, una red social que ha cambiado la forma en la que muchos conciben la comunicación y que ha convertido, en buena lógica, en milmillonarios a todos los implicados en su génesis.

Uno podría pensar que tan brillante servicio fue fruto de una mente brillante, un ídolo de los que son adorados por los adolescentes del 2.0: un producto estrella relacionado con la tecnología y bum, millonarios en 24 horas. Esta es la versión sostenida hasta ahora por Dorsey, la de un brillante emprendedor con ideas de otro planeta, una figura muy cercana en talento a la de Steve Jobs.

Un descerebrado que escuchaba punk a todas horas

Pero Bilton ha abierto la caja de los truenos al indagar en el turbulento pasado de la red social, entrevistar a los que compartieron codo con codo con Jack los orígenes de Twitter, y destapar una realidad muy diferente.

El autor dibuja a Dorsey como un descerebrado que escuchaba punk a todas horas y llevaba un aro colgado de su nariz. Según su obra, el origen de Twitter fue casi accidental y el presunto líder fue más un obstáculo que un elemento necesario para su desarrollo. Según esta versión, el de Missouri estaba más preocupado por el mundo de la moda que por la red social que les estaba estallando ya en las manos.

Fue nombrado CEO de esta joven compañía en 2006 y relegado de sus funciones con urgencia en 2008. Un periodo de tiempo en el que sus empleados comentan que abandonaba la oficina a las 6 para ir a yoga, y eso cuando Twiiter se estaba enfrentando a su peor pesadilla con las constantes caídas de los servidores. Pero más embarazosa resulta, sin duda, la situación que se planteó en su relación con Mark Zuckerberg.

Según parece, su megalomanía le llevó a seguir manteniendo encuentros con Zuckerberg cuando ya había sido relegado de su puesto, y fingiendo estar tomando decisiones de peso en la firma

Sus socios en Twitter vieron pronto que Dorsey era un problema y lo apartaron con urgencia de la dirección de la firma, pero en el mismo periodo en el que nuestro protagonista mantenía frecuentes encuentros con el fundador de Facebook de cara a una posible adquisición de la firma. Según parece, su megalomanía le llevó a seguir manteniendo encuentros con Zuck aun cuando ya había sido relegado de su puesto, y fingiendo estar tomando decisiones de peso en la firma.

En este sentido, el contenido del libro ha sido tan demoledor que Dorsey ha recurrido con urgencia al New Yorker para intentar lavar su imagen y seguir con su historia narcisista, la del brillante emprendedor que dio origen a una de las redes sociales más importantes del momento. O la de un héroe por accidente, según se mire.

No ha salido el sol y Jack Dorsey se apresura a tomar el autobús que le lleva al trabajo. Su oficina se encuentra en la otra punta de San Francisco, pero no le importa demasiado dedicar un buen rato cada día a atravesar de un extremo a otro la ciudad californiana. Dorsey es una de las figuras más relevantes de nuestros días y en su currículo cuelgan pesadas medallas como haber creado Twitter y ahora Square.

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