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Los cuadros en Paint de un nonagenario cotizan al alza
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ha creado una pinacoteca DE ARCHIVOS

Los cuadros en Paint de un nonagenario cotizan al alza

Uno podría pensar que la filatelia o la lectura serían las aficiones de este abuelo ejemplar, pero su gran pasión es la pintura, confeccionada, eso sí, en Paint

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Sopla el viento y los rayos de sol comienzan a despuntar en una pequeña localidad del estado de Ohio. Perdidos en el mapa, el tiempo pasa exasperantemente despacio en esta zona rural, pero eso no supone un problema para Hal Lasko.Grandpa, como cariñosamente le llaman hijos y nietos, apura los últimos sorbos de café en el desayuno y sin mayor dilacióndesciende al sótano de la casa de donde sólo subirá para comer y cenar.

Uno podría pensar que la filatelia o la lectura serían las aficiones que tendrían abstraído durante toda la jornada a este hijo de emigrantes austriacos, pero no, su gran devoción ha sido la pintura, aunque confeccionada de una manera muy especial.

En realidad, todo comenzó a mediados del año 2005, cuando sus hijos decidieron regalar al abuelo un ordenador y con él, unas leves nociones de Paint, aquel programa nativo que venía con Windows y que ha acompañado a toda una generación.

En realidad, todo comenzó a mediados del año 2005, cuando sus hijos decidieron regalar al abuelo un ordenador y con él, unas leves nociones de Paint, aquel programa nativo que venía con Windows y que ha acompañado a toda una generación

Ahora, en plena batalla por eliminar los píxels de la retina humana, la mítica aplicación ha evolucionado dejando atrás esos trazos gruesos con los que los que se iniciaban en los ordenadores hacían sus primeros pinitos dibujando con el ratón. Una degeneración macular estaba dejando ciego a Lasko y sus allegados creyeron acertadamente que esta aplicación serviría para que nuestro protagonista, que en su juventud fue diseñador gráfico, pudiera estar entretenido.

"No nos atrevíamos a bajar al sótano"

Y los años pasaron. Mientras el mundo geek se empeñaba en aumentar los procesadores de los ordenadores, atiborrarlos de gigas y conseguir unas pantallas que el ojo humano no fuera capaz de apreciar un solo punto, Grandpa seguía segundo a segundo, con el tiempo como gran aliado, creando su creciente pinacoteca, aunque en este caso tejida a golpe de ratón. “No nos atrevíamos a bajar al sótano”, explican ahora con cierto remordimiento sus familiares. “Nos enseñaba todos y cada uno de sus cuadros y nunca tenía prisa”.

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Pero el implacable tic tac del reloj, ese mismo que contribuyó a revivir la vena creativa de este artista viviendo ya sus últimos amaneceres, iba poco a poco erosionando su salud. Grandpa cada vez veía menos, pero no se arredró y continuaba sus dibujos por parcelas, ampliando las zonas y con la paleta y el ratón, dando forma a su imaginación a golpe de clic.

Fue uno de sus nietos quien se detuvo más tiempo del previsto en el santuario de este veterano de la Segunda Guerra Mundial y descubrió que eran más de 150 las obras acumuladas en su viejo ordenador. “He tardado hasta dos años en terminar algunos cuadros”, confiesa divertido Lasko. ¿Por qué no imprimirlos? ¿Por qué no venderlos? Sus familiares prepararon un vídeo-reportaje que en apenas dos meses superaba ya el millón largo de visitas.

Todo se movía a sus espaldas y el anciano seguía a lo suyo en su recorrido a su peculiar tallera. Pero la mecha estaba ya encendida. El vídeo de este entrañable personaje recorrió todos los confines del mundo y llegó un día glorioso para él: sus obras fueron expuestas en su localidad de residencia. Grandpa explicaba orgulloso cada uno de los cuadros y la poesía escondida tras el grueso de sus píxels.

La pintura fue también el refugio para los momentos más amargos de la vida de Lasko, que perdió hace unos años a su esposa y compañera de vida. “Nunca se quejó de nada”, explica su hijo Ron, “ni de su edad ni de…”, la voz se quiebra y cae una lágrima. La palabra que nadie quiere oír suena con dolor, “...su muerte”, concluye. La vida sigue y todos saben que cada minuto es robado a un fin inevitable de esta inesperada estrella 2.0 de la casa.

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Mientras se le explica por enésima vez que su vídeo tiene nosecuántos likes en Facebook (nunca ha entendido qué es eso), Grandpa sonríe abiertamente, de esas sonrisas que en su expresión cierran los ojos en su avejentado rostro. Ojos que ya, casi ciegos, atestiguan el legado de un hombre entrañable a quien ya en vida, se está echando de menos.

Sopla el viento y los rayos de sol comienzan a despuntar en una pequeña localidad del estado de Ohio. Perdidos en el mapa, el tiempo pasa exasperantemente despacio en esta zona rural, pero eso no supone un problema para Hal Lasko.Grandpa, como cariñosamente le llaman hijos y nietos, apura los últimos sorbos de café en el desayuno y sin mayor dilacióndesciende al sótano de la casa de donde sólo subirá para comer y cenar.

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