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Conoce al enemigo: estos son los robots que están robando tu trabajo
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la clase media está obligada a reinventarse

Conoce al enemigo: estos son los robots que están robando tu trabajo

Mientras la productividad aumenta, el empleo se ha estancado. La tecnología amenaza de muerte profesiones clásicas, repitiendo patrones del pasado

Foto: Los robots de Kiva Systems, 'startup' comprada por Amazon, son el alma de las grandes firmas de comercio electrónico
Los robots de Kiva Systems, 'startup' comprada por Amazon, son el alma de las grandes firmas de comercio electrónico

Partiendo del patrón de la economía estadounidense, las líneas de la productividad y la creación de empleo han permanecido, desde el final de la segunda guerra mundial, en paralelo ascenso. Hasta el año 2000: desde entonces, la productividad sigue escalando hacia cotas récord. No ocurre así con los puestos de trabajo.

Aunque el fenómeno, exportable a otras naciones tecnológicamente avanzadas, está sujeto a muchas variables, expertos como Andrew McAfee, director del Center for Digital Business en el MIT Sloan School of Management, comienzan a preocuparse, identificando el estancamiento del empleo con la irrupción vertiginosa de nuevas tecnologías que están invadiendo tradicionales competencias humanas.

Siri está lejos de la perfección, y podríamos reírnos de sus defectos, pero si tecnologías como ésa mejoran, siguiendo la ley de Moore, y pasará, en seis años no serán dos veces mejores, ni cuatro, serán 16 veces mejores que ahora

Basta con echar un vistazo a nuestro alrededor para reconocer los síntomas: compras sin mediación humana, no sólo online, sino también in situ, en el supermercado; metros sin conductor, como el de Copenhague y otras muchas ciudades -pronto Barcelona, en varias líneas-, a prueba de huelgas. La destrucción de empleo a manos de la tecnología está ocurriendo en sectores como la industria -por una cuestión de costes- y, sobre todo, los servicios -con un recorrido mucho mayor para la desintegración de puestos de trabajo-, pero la lectura de estos autores no aboga por un nuevo ludismo.

Al contrario: confían en el progreso tecnológico como un trampolín hacia una utopía, no una distopía. Si las máquinas hacen el trabajo sucio, el ser humano podrá hacer otras cosas. En cambio, a corto plazo diagnostican un cambio radical en el paradigma del empleo.

El ser humano debe renovarse para adaptarse a los nuevos escenarios profesionales: la era de los white collars ha acabado y, en este punto, la fomación, como ocurrió al principios del siglo pasado en Estados Unidos con la universalización de la enseñanza secundaria, motor de la mutación del país desde la agricultura a la industria -después llegaron los trabajos de oficina-, es clave en el proceso. Quizás la recuperación del empleo pase por el ascenso de generaciones tecnológicamente mejor formadas.

¿Qué está ocurriendo?

¿Es el coche automático de Google el primer paso para la desaparición de transportistas, taxistas o conductores profesionales? ¿Son los algoritmos que escriben el principio del fin del periodismo de datos, o los traductores automáticos una amenaza para los profesionales? "Siri está lejos de la perfección, y podríamos reírnos de sus defectos, pero si tecnologías como esa mejoran, siguiendo la ley de Moore, y pasará, en seis años no serán dos veces mejores, ni cuatro, serán 16 veces mejores que ahora", explicaba el propio McAfee en una conferencia.

De momento son síntomas, pero existen empleos que desaparecerán para siempre, una circunstancia que sufrirá primero la clase media, generando notables desigualdades, una gran brecha. Los empleos de baja cualificación, difícilmente automatizables, seguirán siendo desempeñados por personas. En cambio, los nuevos puestos de trabajo standard exigirán cada vez mayores especializaciones, para las que el grueso de la población aún no está preparada.

No es la primera vez que ocurre. Desde la Revolución Industrial, la humanidad está acostumbrada a que el progeso tecnológico provoque mutaciones en el empleo. En el siglo XIX, los artesanos fueron desplazados por los operarios de las fábricas. A comienzos del siglo XX, el 41% de los estadounidenses trabajaban en la agricultura: hoy sólo un 2%.

El MIT ha identificado varias profesiones vulnerables: secretarias, taquígrafos, mecanógrafos, contables, gestores empresariales y archiveros. Además, en el sector servicios, peligran los cajeros de bancos o supermercados, los farmacéuticos o los empleados de correos

Desde los 80, coincidiendo con la implantación en las fábricas de nuevos sistemas de automatización, los trabajadores en plantas de fabricación, pongamos por caso de automóviles, se han reducido también radicalmente. En la fábrica de Mahou de Alovera (Guadalajara), la más automatizada de Europa, trabajan alrededor de 650 personas.

En ese sentido, el MIT ha identificado una serie de profesiones de oficina en situación de vulnerabilidad: secretarias, taquígrafos, mecanógrafos, contables, gestores empresariales y archiveros. Además, en el sector servicios, han observado que a medio plazo corren peligro de extinción profesiones como la de los cajeros de bancos o supermercados, los farmacéuticos, los empleados de correos o los carniceros.

¿Los enemigos?

Pero hay ejemplos más concretos sobre cómo las nuevas tecnologías están usurpando los puestos de trabajo de los seres humanos. Por ejemplo, los robots creados por Kiva Systems, una startup fundada en 2002 y adquirida por Amazon el año pasado por 775 millones de dólares.

Mientras en un almacén las personas pueden gastar el 70% de su tiempo corriendo de un sitio para otro, estos autómatas son capaces de gestionar con total eficiencia las órdenes electrónicas de los pedidos, conduciendo la mercancía al puesto de un trabajador para que lo empaquete.

Si el e-commerce es, en efecto, un negocio en alza, este tipo de robots son imprescindibles para su funcionamiento. Según el CEO de Kiva Systems, la automatización es la esencia de la sostenibilidad económica y el crecimiento de estos negocios.

El robot Baxter, creado por la compañía Rethink Robotics, es un caso parecido. Diseñado para suplir a los humanos en las tareas tediosas y repetitivas, como reproducir hasta el infinito la misión de introducir artículos en millones de cajas, legiones de unidades están siendo contratadas por la pequeña industria.

Además, los robots no se sindican, y mucho menos se suicidan. Quizás por eso Foxconn, compañía polémica en ese sentido, está preparando el desembarco en sus plantas de fabricación de un millón de autómatas de cara a 2014.

Asistencia a los humanos

En el ámbito de la inteligencia artificial, Watson, un autómata de IBM que se hizo famoso en EEUU tras su aparición en el concurso televisivo Jeopardy! en 2011, promete una revolución en el campo de interpretación del lenguaje humano y la resolución de problemas.

Tal vez Malthus tenía razón, somos demasiados y la sociedad no necesita el trabajo de muchos. O quizás estamos encerrados en el círculo vicioso que identificaba Skinner en un prólogo de 'Walden Dos': todos debemos consumir al máximo a fin de que todos tengan su puesto de trabajo

Capaz de procesar e interpretar ingentes cantidades de patrones de datos, a día de hoy su principal aplicación es la medicina, disciplina donde este robot se está preparando para diagnosticar enfermedades, emitir consejos a los médicos y prescribir tratamientos.

No obstante, los puestos de trabajo que Watson amenaza a medio plazo son aquellos que tienen que ver con la atención al cliente. Muchas empresas, sobre todo entidades bancarias, están contrtando sus servicios, y el automata pronto estará listo para responder a complejas preguntas, más allá del clásico: "Si usted quiere cancelar su tarjeta de crédito, pulse 1". ¿Desaparecerán los call centers? En España, la empresa Anboto, nombrada en 2011 la mejor startup del mundo, también se dedica a la computación semántica.

Las previsiones más optimistas hablan de la tecnología como una realidad que, sencillamente, hará la vida más fácil a las personas en sus puestos de trabajo, permitiéndoles ser más eficaces. Las máquinas sustituyeron en el pasado nuestros músculos, y están entrando en el territorio de nuestros cerebros, aunque el timón de la innovación es una competencia exclusivamente humana y quizás el camino de la recuperación del empleo pase por una paulatina adaptación al nuevo mundo, con el surgimiento de nuevas vocaciones dirigidas al sistema.

Tal vez el viejo Malthus tenía razón, somos demasiados en el mundo y la sociedad no necesita el trabajo de muchos. O quizás estamos encerrados en el círculo vicioso que identificaba el filósofo social Skinner en un prólogo de la novela Walden Dos: "todos debemos consumir al máximo a fin de que todos tengan su puesto de trabajo".

Partiendo del patrón de la economía estadounidense, las líneas de la productividad y la creación de empleo han permanecido, desde el final de la segunda guerra mundial, en paralelo ascenso. Hasta el año 2000: desde entonces, la productividad sigue escalando hacia cotas récord. No ocurre así con los puestos de trabajo.

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