Un ingeniero neozelandés diseña el microondas del futuro en su tiempo libre

"Dame un punto de apoyo y moveré el mundo". Se cuenta que Arquímedes acuñó esta frase refiriéndose a la palanca. Y no vamos a hablar de física, sino que un pequeño artefacto que está revolucionando el mundo de la tecnología: el Raspberry Pi. No hay que viajar mucho en el tiempo para recordar el lanzamiento de este mini ordenador a precio de derribo. Hizo furor en el mercado. Ni pantalla, ni teclado, ni ratón, sólo la placa base y unos cuantos puertos es todo lo que ha necesitado esta miniatura británica para abrirse un hueco en el mercado y conseguir una legión de fans. 

Y es que hay mucho ingenio disperso entre una comunidad que no tiene miedo a la hora de utilizar el destornillador y dar rienda suelta a su creatividad. Las grandes marcas se gastan cantidades ingentes en cabezas pensantes intentando dar con el producto estrella, pero muchas veces la magia está a la vuelta de la esquina. Así las cosas, el joven neozelandés Nathan Broadben ha sorprendido al mundo con un microondas que podría definir el futuro de este producto a corto plazo.

¿Por qué no vitaminar este electrodoméstico de uso tan frecuente con las novedades de nuestro tiempo? Posiblemente la idea de poner en práctica los avances tecnológicos en el microondas se haya planteado en las múltiples reuniones de producto de los fabricantes, pero posiblemente haya acabado en saco roto por una cuestión de costes. Pero nadie tuvo en cuenta Raspberry Pi y las habilidades de un talentoso programador con tiempo libre.

¿Y qué ocurre cuando aplicamos la tecnología actual a un vulgar microondas? Broadbent saca los colores a los fabricantes: lo que ha conseguido con poco más de 25 dólares el Raspberry Pi y mucha paciencia es tan impactante como divertido. Empecemos por los detalles, que tanto encantan a los geeks: el reloj del viejo microondas ya no se ajusta a mano, sino que está sincronizado con la red consiguiendo una precisión perfecta. 

Un dato irrelevante en un electrodoméstico que tan sólo calienta la comida, pero que seduce a los amantes de la tecnología. Pero aquí no acaban los milagros que surgen de combinar un viejo trasto con el chip prodigioso de los británicos. El neozelandés ha tenido la divertida idea de incorporar comandos de voz al invento: "calienta diez minutos a baja potencia", y listo. En este punto el aspecto friki del asunto deja entrever una funcionalidad más práctica ¿Por qué no usar comandos de voz en la cocina? Aunque la parte práctica dura poco y lo realmente atractivo del Raspberry Picrowave (como se ha bautizado en un juego de palabras con Pi y microwave).

El neozelandés propone también un lector de código de barras mediante el cual el usuario del horno puede enviar la información del producto para lograr que tiempo y temperatura sean perfectos, o que el propio microondas tuitee tan pronto como un plato está cocinado. Un buen hack no lo sería si absolutamente todo no fuera personalizable, y en este electrodoméstico tuneado hasta el sonido de arranque o conclusión pueden ser escogidos por el usuario ¿Una tontería? Claro, pero por estas cosas algunos pierden la cabeza, sobre todo cuando el desembolso económico no es grande, y están todas las instrucciones sobre cómo confeccionarlo en el propio blog de este aguerrido programador.

Pero la grandeza de Raspberry Pi no está en los resultados finales a las horas de programación e ingenio de esta ávida comunidad, sino que reside en la simple posibilidad de permitir que cualquiera pueda materializar su fantasía. Y en este sentido, PC World ha recapitulado una decena de proyectos alocados que enamoran a los usuarios. A buen seguro que la criatura de Broadbent engrosará este listado.