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Informe de un secuestro: el extraño caso del cable de fibra óptica en Cuba
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ALBA-1 FUNCIONA, PERO NO PARA EL PUEBLO

Informe de un secuestro: el extraño caso del cable de fibra óptica en Cuba

De la esperanza también se vive. Quizás por eso el cable submarino de fibra óptica que surca el mar Caribe desde Cuba a Venezuela se

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Informe de un secuestro: el extraño caso del cable de fibra óptica en Cuba

De la esperanza también se vive. Quizás por eso el cable submarino de fibra óptica que surca el mar Caribe desde Cuba a Venezuela se llama ALBA-1, un tendido de 1.600 kilómetros que, desde que se empezara a construir en 2007, como alternativa al veto estadounidense que impide a la isla conectarse a otras redes, ha mantenido viva en los cubanos la ilusión por el amanecer de un internet decente.

Nada de eso. Desde el pasado 10 de enero el cable está oficialmente operativo, pero la vida sigue igual. Sólo las élites del régimen tienen acceso a la conexión de alta velocidad. Tampoco ha habido otros movimientos: los cubanos no puedan contratar internet en su casa. De todas formas, no podrían pagarlo, al menos no al precio que pagan los extranjeros residentes en la isla.

“No se ha notado absolutamente nada. Teóricamente, está operativa, pero no a efectos prácticos. Aquí no se suelen dar razones. Nosotros, en la oficina, seguimos conectándonos vía satélite, ahora mismo con una velocidad de subida de 128 kb/s y de bajada de 64 kb/s”, cuenta a Teknautas desde La Habana la corresponsal de RTVE en la isla, Sagrario García-Mascaraque.

Por su parte, Fernando García del Río, el corresponsal de La Vanguardia que el régimen expulsó de la isla en 2011, igual que hizo meses después con el corresponsal de EL País, Mauricio Vicent, explica que “teóricamente, según tengo entendido, está operativa y tal vez esté siendo utilizada por las instituciones del estado y por algunos grupos de especialistas, pero no llega al común de los cubanos".

El gobierno de Fidel Castro ha utilizado siempre el embargo de Estados Unidos como coartada para limitar el uso de internet. La imposición norteamericana es cierta, pero con ALBA-1 operativo no quedan excusas verosímiles. La isla se conectó a internet en 1996, como parte de un paquete de medidas recogidas en la Cuban Democracy Act, ratificada por George W. Bush cuatro años antes. 

Desde el principio, el gobierno norteamericano se reservó el derecho de administrar la cuota de acceso a la red en la isla bajo la amenaza de imponer sanciones a todas aquellas compañías, tanto nacionales como extranjeras, que actuasen en ese sentido sin la supervisión del Departamento del Tesoro.

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El discurso oficial del régimen cubano reza que esta limitación de acceso les ha obligado a priorizar la conexión en localizaciones esenciales de la isla. No les ha venido mal, teniendo en cuenta lo que ha hecho la oposición sólo con un internet de la edad de piedra. 

"Antes de instalarse el cable, el argumento fue siempre que el limitadísimo flujo de datos que les ofrecía internet por satélite les obligaba a dar prioridad a los grupos profesionales que ofrecían un servicio público, como los médicos y los científicos, que en gran parte se conectaban a través de una intranet. Había un pequeño grupo de instituciones que se conectaban al internet tradicional, como al que yo tenía derecho como técnico extranjero", explica el excorresponsal de La Vanguardia en La Habana.

El nuevo sistema de telecomunicaciones, auspiciado por el gobierno bolivariano, y al que también se conecta Jamaica, se terminó de construir en 2011. Desde entonces, había permanecido inoperativo, bajo el mar, aparentemente muerto. El cable se convirtió en un secreto de Estado del que apenas habían trascendido varios datos asépticos y una promesa.

La palabra del Gobierno cubano hablaba del abaratamiento y la universalización de la conexión a internet, con “la prioridad de construir telecentros y mejorar el acceso a la red de las escuelas, hospitales e instituciones científicas”. 

"Generó ilusión, y se habló mucho del cable porque se vendió como un plan que iba a mejorar las conexiones de la isla. De momento, no se sabe muy bien, suponemos que está funcionando en los ministerios", apunta la corresponsal de RTVE.

Los datos informaban de una inversión de 70 millones de euros suscritos en un contrato entre la compañía Telecomunicaciones Gran Caribe S.A., participada por los gobiernos de Cuba y Venezuela, y una filial de la empresa francesa Alcatel-Lucent con sede en China: Alcatel-Lucent Shanghai Bell.

El 25 de enero, la estatal cubana ETECSA, que monopoliza los servicios de telecomunicaciones de la isla, se vio obligada a confirmar que la fibra óptica estaba operativa después de que Renesys, una firma que analiza el tráfico de internet, diese cuenta de la aparición de una nueva fuente de conectividad en Cuba.

Renesys también señaló a Telefónica como la compañía que estaba prestando servicio a ALBA-1, algo que rápidamente se apresuró a desmentir el director de comunicación internacional y financiera de la multinacional, Miguel Ángel Garzón. “Telefónica no tiene relación alguna con el cable submarino ALBA-1”.

La respuesta de Doug Madory, fundador de Renesys, fue irónica. “El cable de fibra óptica fue conectado con la asistencia de la empresa francesa Alcatel-Lucent, en tanto que ETECSA utiliza el cable para conectarse con el servicio de Telefónica en Venezuela”.

Desde su cuenta de Twitter, la bloquera cubana Yoani Sánchez, obligada a tuitear vía SMS desde la isla, escribió aquellos días: ¿si Renesys no hubiera anunciado que el cabe había “despertado” nos habríamos enterado? Creo que NO!”.

ETECSA reconoció lo que ya era una obviedad a través de Gramma, en un comunicado que ha segado muchas esperanzas. “Cuando concluya el proceso de pruebas, la puesta en operación del cable submarino no significará que automáticamente se multipliquen las posibilidades de acceso”, informaron.

Hoy por hoy, los cubanos no pueden contratar internet en sus domicilios. El estribillo de la canción se repite, aunque con una nueva frase al comienzo de la estrofa: el cable no funciona todavía, luego no hay suficiente cuota para todos vía satélite, por lo que debe priorizarse el uso social de internet, como hasta ahora.

Los que sí pueden conectarse a la red son los residentes extranjeros, en su mayoría trabajadores de empresas foráneas. "Pagando bastante dinero. Mi empresa pagaba más de 450 € al mes por una conexión de 64 kb/s, y yo era un privilegiado. Como decía, algunos médicos, académicos, científicos y miembros del Partido Comunista y del Gobierno tenían acceso gratuitamente en similares condiciones técnicas y de velocidad", recuerda Fernando García.

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"Los cubanos se pueden conectar desde los centros de trabajo, pero es una intranet, no se puede navegar. Desde que les permiten acceder a los hoteles pueden hacerlo desde allí y contratar un servicio que ronda los 10 dólares la hora. Para un salario medio de 24 dólares, no es posible", añade Sagrario García-Mascaraque.

Según sus especificaciones técnicas, el cable de fibra óptica ALBA-1 tiene una vida útil de 25 años. Alrededor de dos los ha pasado inoperativo, pero nadie tiraría al mar Caribe 70 millones de euros. El cable ha sido secuestrado y, de momento, no hay nadie que pueda pagar ese rescate.