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El mito de la juventud en Silicon Valley
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El mito de la juventud en Silicon Valley

En las últimas semanas nos hemos centrado en estos #SiliconValleyFacts en tratar de desmitificar algunos de los tópicos más arraigados sobre Silicon Valley. Hemos desvelado la verdad

En las últimas semanas nos hemos centrado en estos #SiliconValleyFacts en tratar de desmitificar algunos de los tópicos más arraigados sobre Silicon Valley. Hemos desvelado la verdad sobre la forma de trabajar en relación a España, y también lo que hay detrás de los típicos servicios adicionales para empleados que ofrecen muchas startups, como futbolín, masajes, gimnasio, etc.. Y hoy toca hablar de otro de mis favoritos, el de la descarada juventud de los fundadores de las nuevas empresas digitales, llamadas a comerse el mundo precisamente gracias a esa juventud desbordante. Ja. 

El mito está muy extendido y bien asentado en la imaginería popular relacionada con Silicon Valley. Y, como ocurre con todos los tópicos sobre esta región, los medios de comunicación y algunos (malos) periodistas son en gran medida culpables de su existencia y su extensión constante. A los medios y a los periodistas nos gusta contar historias, cosas que llamen la atención de nuestro público y se salgan de la norma (hombre muerde a perro), y por eso los cuentos de hadas sobre emprendedores jovencísimos que triunfan sobre los veteranos empresarios tradicionales nos molan tanto. 

Las excelentes y carísimas agencias de relaciones públicas (o PR) lo saben de sobra, y aprovechan en muchas ocasiones para colarle al periodista de cabecera una noticia o reportaje sobre la penúltima startup que "lo va a petar" en el Valle, con la excusa de la juventud de su fundador. Ser joven está de moda en nuestra sociedad, y tenemos a Mark Zuckerberg como modelo ideal de emprendedor imberbe que ha sido capaz de crear y llevar al éxito a Facebook, así que no nos parece extraño que haya muchos más jóvenes por ahí capaces de hacer lo mismo. 

Para que nos compren la historia los inversores son clave. Necesitamos la colaboración de algunos adultos que hayan puesto dinero en el invento del muchacho, ya que aportan la vitola de seriedad al retoño para que medios y lectores se traguen el cuento hasta el "fueron felices y se comieron a Google". Es un modo como otro cualquiera de situar a tu nueva startup participada en el radar de los medios especializados, y darle el empujón que necesita para diferenciarse de otros muchos proyectos similares, especialmente en el caso de sectores o ideas incipientes. 

En esto de jugar con los medios y usarlos con maestría para sus propósitos es experto el VC de moda, Andreessen Horowitz. Un caso reciente que nos sirve de ejemplo es un artículo publicado por Reuters en febrero, y luego traducido y republicado en centenares de medios, titulado "Silicon Valley: The rise of the adolescent CEOs" (lo he visto traducido como "Silicon Valley o el esplendor de los CEO sadolescentes"). De libro, vaya. 

Nótese que ya no hablamos de emprendedores más o menos jóvenes: el periodista necesita ir más allá para llamar la atención de la concurrencia, y se lanza a tumba abierta a hablar de CEOs adolescentes, a pesar de que casi todos los que menciona tienen ya 20 años y dejaron atrás la adolescencia hace unos añitos. Supongo que el siguiente paso será hablar de fundadores púberes, y con el tiempo seguro que alguien encuentra el caso de algún emprendedor de primaria que monta un negocio de vender limonada por Internet en un pueblo de la zona. ;) Poco importa en realidad si esas empresas tienen éxito o no, si triunfan o no. Lo importante es vender una buena historia. 

Recuerdo que cuando vine hace un año a San Francisco, en una de las charlas que nos dieron, nos contaron lo fácil que era conseguir inversión aquí (¡manda huevos!), porque un chaval de 16 años había recibido dinero para desarrollar un aplicación para móviles, o un juego, o algo similar. Por supuesto, no dieron el nombre del inversor ni del chaval ni de la empresa, y yo nunca conseguí dar con la fuente de la información, pero eso importa poco: ya conté también la enorme importancia de la mitología en el concepto "Silicon Valley" con el objetivo de atraer talento a la zona (y de vender servicios a startups, un negocio de lo más rentable). 

Otro caso divertido es el de Nacho Soto, un joven desarrollador de aplicaciones móviles que vino a vivir a San Francisco a la vez que yo, y al que en alguna ocasión los medios han colocado la vitola de "emprendedor", a pesar de que no lo es, ya que trabaja para terceros. Es como si en la mente de muchos, los conceptos joven, Silicon Valley y emprendedor estuvieran unidos de forma irrevocable. ¡Como si no fuera suficiente en el caso de Nacho con que se lo rifen las empresas del Valle! No necesita ser emprendedor para triunfar. 

He llegado a escuchar que si tienes más de 30 años es mejor que no intentes emprender en Silicon Valley, porque nadie pondrá dinero en tu empresa. O que la gente con más de 35 años ya no innova y no tiene tanta fuerza como los de 20. O que solo los "nativos digitales" pueden crear proyectos que cambien el mundo. La ristra de tonterías de este estilo relacionadas con la juventud y el emprendizaje podría llenar ebooks enteros. 

Pero luego, fuera del humo y la parafernalia que nos venden, está la cruda realidad. Te das una vuelta por las decenas de centros de co-working de San Francisco o de cualquier otro pueblo de Silicon Valley, y la media de edad no baja de los 35. Te invitan a eventos, o a entregas de premios, y los ponentes, los premiados y la concurrencia tienden más a los 40 que a los 20. Se ven muchas más canas que acné, y se toma más vino que cerveza (ya no digamos calimocho). Analizas las empresas de moda, de esas que triunfan a lo grande, o aquellas en las que más dinero invierten los VCs, y ves que los emprendedores casi siempre están en la treintena, o incluso tienen más de cuarenta, y en muchos casos tienen una larga experiencia a sus espaldas como emprendedores o como trabajadores en empresas del sector. 

Si miro a los emprendedores españoles que nos buscamos la vida en Silicon Valley, pues otro tanto: más cerca de los40 que de los 30, en muchos casos superando los 40 con holgura, y desde luego muy, muy, muy lejos de los 20. Ya nos gustaría...

Al final, en esto de emprender, como en otras muchas cosas de la vida, la experiencia es un grado. Y aunque por supuesto que hay gente muy joven capaz de emprender y de crear proyectos de gran éxito, son la excepción y no la norma. Porque aunque la película "La Red Social" haya hecho mucho daño, al final Mark Zuckerberg solo hay uno. Y menos mal. ;)

En las últimas semanas nos hemos centrado en estos #SiliconValleyFacts en tratar de desmitificar algunos de los tópicos más arraigados sobre Silicon Valley. Hemos desvelado la verdad sobre la forma de trabajar en relación a España, y también lo que hay detrás de los típicos servicios adicionales para empleados que ofrecen muchas startups, como futbolín, masajes, gimnasio, etc.. Y hoy toca hablar de otro de mis favoritos, el de la descarada juventud de los fundadores de las nuevas empresas digitales, llamadas a comerse el mundo precisamente gracias a esa juventud desbordante. Ja. 

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