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El networking y los emprendedores en España y Silicon Valley
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El networking y los emprendedores en España y Silicon Valley

El pasado martes, en una charla con los emprendedores españoles que estaban de visita por Silicon Valley con el Spain Tech Center, contaba que una de

El pasado martes, en una charla con los emprendedores españoles que estaban de visita por Silicon Valley con el Spain Tech Center, contaba que una de las grandes diferencias que he notado al hacer negocios aquí, comparando con España, es la facilidad con la podías hacer contactos

Los habitantes del Valle están bastante abiertos a conocer gente, sabedores del valor y el poder que hay detrás de una buena agenda. Es el famoso 'networking', que aquí se fomenta y mima mucho, y que facilita que todos podamos tener nuestro minuto de gloria accediendo a casi cualquiera para contarles nuestra historia o nuestro proyecto. El famoso, “y tú qué haces”.  

Los eventos, a los que asisten no solo emprendedores y wannabes como en España, si no también inversores, directivos de grandes empresas, periodistas, etc., se organizan con el networking como una parte fundamental de los mismos, y en ellos las tarjetas de visita cambian de manos a la velocidad del rayo. De hecho, es muy habitual ver cómo los asistentes se van moviendo todo el tiempo de un sitio a otro dentro del mismo evento, buscando nuevos contactos que hacer, tanto para contar como para que les cuenten.

También se pueden conseguir contactos importantes directamente en la Red si sabes con quién debes hablar, aunque hay que ser muy cuidadoso al respecto porque la línea que separa el éxito del fracaso es muy fina. No olvidemos que el principal problema de Silicon Valley es la sobrecarga de startups, emprendedores y buscavidas que saturan el inbox de cualquiera, y pueden hacer que alguien muy abierto y amable pueda en un momento dado darte con el email en las narices. 

Y es precisamente por eso, por ese gran volumen de contactos potenciales, que el networking aquí tiene un gran valor. En Silicon Valley, como en todas partes, si alguien te presenta te facilitará mucho las cosas. Por lo pronto, te atenderán siempre y lo harán rápido, y cuanto mejor sea el contacto que utilices mas fácil y rápido será todo. Yo he llegado a cerrar acuerdos con solo un email, sin siquiera una reunión o una llamada, gracias a una buena presentación previa de un contacto común.

Pero aún cuando seas un recién llegado con una agenda en blanco, tendrás muchas oportunidades de contactar con quien quieras. Aquí, a los dos minutos de conocer a alguien, y tras hacerle tu elevator pitch para explicarle lo que haces en la vida, es muy probable que ese alguien te ofrezca de inmediato alguno de sus contactos que te pueda interesar. Si tu proyecto les gusta, y creen que para ti o para tu empresa puede ser positivo conocer a alguien, te ayudarán encantados. ¡Sin conocerte de nada! 

En esto la gente del Valle es realmente generosa, en parte porque ven como algo bueno para la sociedad en general ayudar a los emprendedores porque crean valor y generan empleo, y en parte porque si de la presentación sale algo positivo, tanto tú como el contacto estaréis agradecidos y podréis devolver el favor en algún momento. 

En España esta actitud empieza a ser habitual entre algunos  emprendedores de tecnología. Pero por desgracia no es así, ni mucho menos, entre los directivos y empleados de grandes empresas. Cuanto más grande es la empresa y más rimbombante suene el cargo que ostenta, más difícil será que un conocido te de acceso a su agenda para hablar con la persona que necesitas ver. Una agenda que, por cierto, no es suya sino de su empresa, pero que protegerá con su vida del osado emprendedor que intente conseguir un nombre y un email. 

Para algunos directivos españoles es como si cada vez que te permiten conocer a alguien estuvieran gastando sus balas de plata, o como si tuvieran que proteger a la empresa de los ataques de los malvados emprendedores. Por que eso sí, si en vez de ser un "deprendedor" el que solicita ayuda, resulta que es directivo de otra gran empresa, entonces no hay problema alguno: se pone la alfombra roja de las grandes ocasiones, se desempolva la cubertería de plata, y se recibe al solicitante en la planta noble y en la sala de reuniones del Consejo con la mesa de caoba y un café con pastas. Faltaría más, hoy por ti y mañana por mi, y cuanto más grande sea la empresa y más alto sea el puesto, más puntos gano yo realizando la conexión. Así sí, claro.

La diferencia está en que, en España, muchos ven al emprendedor como una especie de pedigüeño, como un pobre pringado incapaz de conseguir un buen puesto en una multinacional o de sacarse una plaza de funcionario, alguien que se ve obligado a montarse un chiringo para intentar o bien mendigar migajas a las grandes corporaciones, o bien intentar engañarlas vendiéndoles alguna tontería. A la mayoría de directivos, sobre todo los más veteranos, les cuesta imaginar a un emprendedor español con un proyecto verdaderamente interesante y competitivo.

Con esta visión, es lógico que no solo no se respete al emprendedor, si no que además se le vea como un pesado al que quitarse de encima. Por eso, enviárselo a un contacto es como pasarle un marrón, y para evitar quedar mal, mejor no hacerlo. 

El emprendedor, por tanto, no es alguien que aporta valor. Al contrario, es alguien a evitar por las grandes estructuras corporativas, porque es un ladrón de tiempo y apenas reportará beneficio alguno. Siempre hay que desconfiar de ellos y, si acaso, es alguien al que poder pisotear, al que explotar con acuerdos y exigencias absurdas, y al que dejar tirado cuando te venga en gana.

Curiosamente, justo lo contrario de lo que ocurre en Silicon Valley, donde las grandes empresas están deseando conocer a los emprendedores y sus nuevos proyectos, porque es ahí realmente donde puede haber crecimientos sustanciales, es ahí donde se pueden encontrar perlas que, bien cultivadas, generen un enorme valor futuro. Porque los grandes acuerdos entre empresas están bien, pero ahí pocas sorpresas y pocos proyectos disruptivos vas a encontrar. Eso, en Silicon Valley lo tienen muy claro. En España, aunque las cosas van cambiando poco a poco, aún estamos muy lejos de esa visión, y por eso en gran medida existe ese enorme abismo entre la gran corporación y la pequeña empresa, y entre directivos y emprendedores. Algo que esperemos cambie con el tiempo porque será positivo para ambas partes.

El pasado martes, en una charla con los emprendedores españoles que estaban de visita por Silicon Valley con el Spain Tech Center, contaba que una de las grandes diferencias que he notado al hacer negocios aquí, comparando con España, es la facilidad con la podías hacer contactos

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