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La máquina de escribir se resiste a desaparecer
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La máquina de escribir se resiste a desaparecer

Cuando toda una generación se mueve al ritmo de Tuenti y Facebook, mientras escucha música en su iPhone o conduce guiado por el TomTom, un viejo

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La máquina de escribir se resiste a desaparecer

Cuando toda una generación se mueve al ritmo de Tuenti y Facebook, mientras escucha música en su iPhone o conduce guiado por el TomTom, un viejo conocido resiste la embestida de las nuevas tecnologías como si el devenir de los años no le afectara. Nos estamos refiriendo a las máquinas de escribir de toda la vida ¿Las creía extintas? Nada más lejos de la realidad, y es que siguen siendo una herramienta indispensable al menos para la policía neoyorkina que acaba de cerrar la compra de la friolera de un millón de dólares en este vetusto artefacto para los próximos tres años. Uno podía pensar que el traqueteo, el teléfono sonando de forma incesante y la atmósfera cargada por el humo de los cigarrillos eran tópicos de Canción triste de Hill Street, pero van a resultar ciertos.

Al parecer, los agentes del departamento de policía de Nueva York (NYPD) siguen utilizando máquinas de escribir y papel carbón para determinadas tareas como la asignación de áreas de precinto y otro tipo de señalizaciones y de hecho las denuncias se tramitan por ordenador pero algunos trámites siguen resistiéndose a los nuevos tiempos y se aferran con fuerza al pasado. Un policía declaró al diario New York Post que el espectáculo en comisaría cuando se acababa la cinta de tinta en alguna de las máquinas era dantesco. Se veía al policía desesperado buscando el repuesto y cambiándolo a toda prisa, "era como viajar a 1970". Pero lejos del carácter anecdótico, tal y como refleja el ex-policía y actual profesor de la universidad de Berkeley, Edith Linn, el hecho de necesitar todavía máquinas de escribir en determinados procesos "ralentiza todo el sistema".

El asunto no es baladí ya que se llevó a cabo un estudio entre 500 agentes de la policía de la Gran Manzana y una gran parte de ellos reconoció que el papeleo necesario para realizar una detención motivaba que en los delitos menores en muchas ocasiones se hiciera la vista gorda. Los escasos fabricantes de máquinas de escribir mientras tanto se frotan las manos mientras se siguen repartiendo estas adjudicaciones millonarias mientras permanecen ajenos al debate. "Hay mucho papel que rellenar y nosotros les ayudamos", afirmó el director comercial de Swintec, empresa adjudicataria de la compra. Y ahí está, en medio de satélites de última generación, en la era de Al Qaeda y los cyber-terroristas la vieja y fiel máquina de escribir sobrevive (o más bien diremos pisa con pies de plomo) en las comisarías de Nueva York y a buen seguro también lo harán en muchos centros de trabajo de nuestro país.

Cuando toda una generación se mueve al ritmo de Tuenti y Facebook, mientras escucha música en su iPhone o conduce guiado por el TomTom, un viejo conocido resiste la embestida de las nuevas tecnologías como si el devenir de los años no le afectara. Nos estamos refiriendo a las máquinas de escribir de toda la vida ¿Las creía extintas? Nada más lejos de la realidad, y es que siguen siendo una herramienta indispensable al menos para la policía neoyorkina que acaba de cerrar la compra de la friolera de un millón de dólares en este vetusto artefacto para los próximos tres años. Uno podía pensar que el traqueteo, el teléfono sonando de forma incesante y la atmósfera cargada por el humo de los cigarrillos eran tópicos de Canción triste de Hill Street, pero van a resultar ciertos.

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