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La pesca del 'monstruo del río' en Aragón, en la cuerda floja
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EL FUTURO DE UNA ESPECIE INVASORA

La pesca del 'monstruo del río' en Aragón, en la cuerda floja

Los pescadores que capturen un siluro deberán matarlo en lugar de devolverlo al agua, tras una sentencia del Supremo. La industria de la pesca recreativa alerta sobre los efectos de este fallo

Foto: Un pescador francés capturó en julio un siluro de más de 100 kilos y 2,64 metros. (Ayuntamiento de Mequinenza)
Un pescador francés capturó en julio un siluro de más de 100 kilos y 2,64 metros. (Ayuntamiento de Mequinenza)

El siluro es tan amenazante como parece. Su ancha cabeza, los bigotes y su gran tamaño reflejan su capacidad para dominar el entorno en el que se desenvuelve pero también su atractivo como pieza codiciada entre los aficionados a la pesca recreativa. Precisamente su llegada a España en 1974 fue de la mano de unos pescadores alemanes que decidieron por su cuenta y riesgo introducir unos cuantos ejemplares de este pez que tiene su origen en los grandes ríos de Europa central. Desde ese momento, su expansión por nuestro país se ha producido de forma paralela al desarrollo de un sector especializado en el turismo de pesca que ahora alza la voz contra la nueva regulación sobre la captura de esta y otras especies invasoras.

Uno de los puntos en los que el siluro se ha convertido en una pieza clave en el desarrollo económico es el municipio aragonés de Mequinenza, donde recientemente un pescador francés capturó un ejemplar de más de 100 kilos de peso y 2,64 metros -uno de los de mayor longitud pescados en España-. Allí, esta afición ha hecho florecer empresas de organización de viajes, alquiler de barcas, de guías, tiendas para la venta de utensilios y ha fomentado la actividad en otros establecimientos como bares, restaurantes y supermercados. “Es un recurso laboral y una cadena que genera una economía muy importante para Mequinenza”, explica su alcaldesa, Magda Godia, quien precisa que solo en 2015 en el embalse de Ribarroja se expidieron del orden de 20.000 permisos de pesca y en el embalse de Mequinenza unos 5.000. Para viajar allí a pescar el siluro -aunque también se puede capturar carpa y 'black bass'- un pescador puede llegar a pagar por una semana unos 700 euros, incluyendo el alojamiento. Entre las nacionalidades más frecuentes están los viajeros alemanes -que fueron los pioneros-, ingleses, franceses y ahora también los rusos.

placeholder (Ayuntamiento de Mequinenza)
(Ayuntamiento de Mequinenza)

Por ello, para el sector resulta alarmante el cambio normativo derivado de una sentencia del Tribunal Supremo, que se pronunció en marzo tras el recurso presentado por asociaciones ecologistas contra el real decreto que regula el Catálogo español de especies exóticas invasoras. Este fallo amplía dicho catálogo y estipula que los pescadores no podrán dejar vivos los ejemplares de determinadas especies que hayan capturado.

En el caso de Aragón, su Plan General de Pesca recoge la posibilidad de captura y suelta voluntaria del siluro pero ahora, tras la sentencia, “si este verano alguien devuelve un pez con vida a su entorno estaría incumpliendo la norma”, indican fuentes del Gobierno aragonés. En estos momentos, el Ejecutivo está trabajando en adecuar la normativa aragonesa a la nacional, justo cuando el Ministerio de Medio Ambiente acaba de hacer público su proyecto para la modificación del real decreto. En cualquier caso, desde el Gobierno de Aragón ya adelantan que defenderán la pesca deportiva y recreativa en la medida que se lo permita la legislación vigente y "siempre cumpliendo al máximo el marco legal".

A esta defensa se une Mequinenza, cuya alcaldesa deja claro que no pueden “prescindir de otro referente económico” después de la desaparición del sector de la minería. Ya solo espera que se aplique “el sentido común”: “Los grupos ecologistas quieren preservar la naturaleza y nosotros también, pero tiene que haber equilibrio cuando hay una economía que da vida a los pueblos. ¿Es que no tenemos suficiente gente en el paro que queremos tener más?”, se pregunta y recuerda que ya se han manifestado en Madrid “para que se visualizara el malestar y la preocupación” que sienten al respecto.

Foto: pescadores-catalogo-especies-invasoras

También Caspe es un punto importante para la pesca. Bill Coxon, propietario de Caspe-fishing, dedicada a la organización de viajes para pescadores, resalta que España es uno de los mejores lugares del mundo para pescar siluro. Sus clientes, la mayoría de ellos procedentes de Polonia, República Checa y Reino Unido, no dudan en gastarse los aproximadamente 1.000 euros que cuesta una semana y teme que la sentencia “acabará con todos los negocios de pesca”.

Sin embargo, no parece que la nueva regulación funcione como un elemento disuasorio para todos los aficionados. Víctor, de 34 años, es uno de los pescadores que va a continuar disfrutando de una actividad que cultiva desde que tenía siete años. Por ahora, ha visitado Mequinenza en tres ocasiones y repetirá el próximo mes de septiembre por la cantidad de peces de gran tamaño que puede encontrar allí. “A mí y a muchos otros la sentencia nos da igual. Creo que la gente va a seguir haciendo lo que ha hecho hasta ahora. Esta va a ser como cualquier otra resolución que hagan sin dotación presupuestaria detrás para ejercer un control real", argumenta.

placeholder Dos marines retirados con uno de los dos siluros que pescaron en Mequinenza en 2014. (EFE)
Dos marines retirados con uno de los dos siluros que pescaron en Mequinenza en 2014. (EFE)

La huella del invasor

Motor económico frente a invasor destructivo. A las dos caras del siluro, Agustí Albiol, coordinador general de la Plataforma en defensa de la pesca, añade un ángulo más: tras su introducción, esta especie ha colonizado el Ebro, “uno de los ríos más contaminados de España”, y ha creado “un nuevo nicho ecológico”. Este colectivo defiende la preservación del entorno natural, pero Albiol considera que la recuperación basada en el regreso a siglos anteriores es “utópico”. “No podemos intentar volver a tener las especies y los ecosistemas que teníamos hace 200 años”.

Ante este conflicto de intereses, la Plataforma ve la solución en que los grupos políticos sean conscientes “de que cuando se hizo la ley no se tuvo en cuenta las recomendaciones de la Unión Europea sobre valorar los beneficios económicos y sociales que las especies aportan”. En este sentido, apunta que Francia, Holanda y Alemania, entre otros países, incluyeron dentro de sus respectivas leyes las especies que se implantaron hace muchos años, de forma que “la aplicación de la norma desaparece porque quedan incorporadas como si ya fueran del propio país”. Además, a su juicio, la nueva norma se caracteriza por su “ineficacia”, ya que “si pescas un siluro y por imperativo legal lo tenemos que sacrificar y no lo puedes transportar, ¿qué haces con ese pez? Si lo dejas allí podrías vulnerar la ley de recogida de residuos orgánicos”.

"Queremos preservar la naturaleza, pero tiene que haber equilibrio cuando hay una economía que da vida a los pueblos", afirma la alcaldesa de Mequinenza

Desde los colectivos ecologistas no ven tan integrado al siluro en las aguas españolas. Ecologistas en Acción -una de las asociaciones que interpuso el recurso ante el Supremo junto a la Sociedad Española de Ornitología y la Asociación para el estudio y mejora de los salmónidos- reitera que toda especie invasora deja una profunda huella sobre el territorio. "El siluro tiene un impacto importante sobre todas las especies de peces propias de las zonas embalsadas. Un ejemplo es el barbo, que era abundante en la zona del cauce medio del Ebro y el siluro ha sido el principal factor que ha provocado su practica desaparición en zonas del río", señala Theo Oberhuber, coordinador del área de conservación de la naturaleza de Ecologistas en Acción.

Ahora el siluro ya ha remontado el cauce del Cinca hacia arriba y el Ebro hacia el delta. De igual forma, se ha constatado su presencia en el Guadalquivir y en el Tajo a la altura del embalse de Torrejón-Tajo, según relata Rafael Seiz, técnico de WWF. "Solo come peces y modifica mucho el ecosistema. Nunca hubo un depredador tan grande en los ecosistemas españoles".

placeholder Un siluro capturando una paloma en el río Ebro a su paso por Zaragoza. (EFE)
Un siluro capturando una paloma en el río Ebro a su paso por Zaragoza. (EFE)

Para hacer frente a este tipo de especies es clave la capacidad de reacción. Oberhuber considera que si no se actúa rápidamente tras su llegada "las medidas son muy complejas". En su opinión, en el caso del siluro, la cuestión es que hasta este momento no se había pasado a la acción. "La competencia del Catálogo español de especies exóticas es del Ministerio, y son las comunidades autónomas las que tienen que regular qué medidas se adoptan para la erradicación o gestión de las poblaciones. Y ahí es donde hasta ahora no se están logrando avances, porque son varias las comunidades que han presionado para que no se tomen por la actividad económica que generan", dice Oberhuber, para quien esta circunstancia "no debe poner en riesgo o condicionar las medidas ambientales". Por ello, abogan por la reconversión del sector para, "de forma progresiva, adoptar las medidas necesarias" y ofrecer una alternativa para cubrir esos puestos de trabajo.

Por su parte, Seiz también ve la sentencia como un "punto de partida" para intentar prevenir la entrada de nuevas especies y apuesta por una "estrategia conjunta" de todos los sectores implicados. "Muchas veces se está vulnerando la ley, pero en la práctica es inabordable el control", lamenta. Y es que la introducción de especies invasoras es "la segunda principal causa de destrucción de especies", recuerda Oberhuber, que destaca que no se trata de un problema "puntual" sino generalizado. "La inacción solo encarece las medidas que hay que tomar. Si se hubiese empezado a actuar progresivamente no tendríamos este conflicto y se habría ahorrado mucho dinero".

El siluro es tan amenazante como parece. Su ancha cabeza, los bigotes y su gran tamaño reflejan su capacidad para dominar el entorno en el que se desenvuelve pero también su atractivo como pieza codiciada entre los aficionados a la pesca recreativa. Precisamente su llegada a España en 1974 fue de la mano de unos pescadores alemanes que decidieron por su cuenta y riesgo introducir unos cuantos ejemplares de este pez que tiene su origen en los grandes ríos de Europa central. Desde ese momento, su expansión por nuestro país se ha producido de forma paralela al desarrollo de un sector especializado en el turismo de pesca que ahora alza la voz contra la nueva regulación sobre la captura de esta y otras especies invasoras.

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