Es noticia
1.200 pobres se quedan sin comida solidaria en Salamanca: "Necesitamos ayuda"
  1. Sociedad
ALERTA ALIMENTARIA

1.200 pobres se quedan sin comida solidaria en Salamanca: "Necesitamos ayuda"

Un presunto fraude en el reparto de alimentos de la asociación Ayusal provoca el cierre de su almacén y deja a centenares de familias en la estacada para los próximos meses

La gente se abalanza sobre las empanadas y los pasteles con entusiasmo. Los acaban de descargar entre aplausos de una furgoneta y todos saben que apenas habrá para unos pocos. “¡Que entre el siguiente!”, grita la voluntaria mientras las porciones desaparecen en las fiambreras. Casi nadie viene desayunado y muchos tampoco cenaron la noche anterior. “Yo llevo cuatro días sin comida en casa, suerte que mi suegra me está dando fruta y leche para la niña”, confiesa Ana, de 25 años, bolsa en mano mientras espera su turno. En la cola hay hambre porque el reparto de víveres llega con varios días de retraso. Pero nadie se queja: ya empezaban a asumir que este mes iban a quedarse con las manos vacías. “Lo que nos han hecho no tiene nombre. Que los pobres roben a los pobres es lamentable. A los ricos tampoco se les debe robar, pero a los pobres…”, interviene Antonio, que no da crédito a lo que está pasando.

El Banco de Alimentos y Cruz Roja han excluido a Ayusal, una de las entidades solidarias más grandes de Salamanca, de su lista de beneficiarios

El desmoronamiento de Ayuda en Salamanca (Ayusal), una de las entidades de reparto de alimentos solidarios más grandes de la provincia, ha desatado un terremoto en los barrios humildes de la ciudad. Acusaciones de robo y fraude en el reparto han llevado al anterior presidente, Rafael Linares, a dimitir y dejar el barco a la deriva. El resultado: 1.200 personas pobres que no saben si podrán llenar la despensa en los próximos meses, ya que tanto el Banco de Alimentos de Salamanca como Cruz Roja, los dos proveedores de Ayusal, han excluido a la entidad de la primera fase de entrega de alimentos del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), prevista para junio. Eso significa que, al menos hasta septiembre cuando se entregue la segunda fase, solo les queda lo que hay en los almacenes. Latas de conserva, galletas, fórmula para bebés y otros restos de 'stock' que dan para dos meses. Después, la incertidumbre más absoluta.

“Lo que está ocurriendo es muy preocupante porque afecta a mucha gente necesitada, es intolerable que pasen estas cosas en entidades solidarias”, afirma Cristina Klimowitz, concejal de Familia e Igualdad de Oportunidades en el Ayuntamiento de Salamanca. Y adelanta: “Hemos decidido clausurar temporalmente el local de Ayusal, que es de propiedad pública, hasta que nombren una nueva junta directiva confiable. Nosotros vamos a estar muy pendientes en los próximos días y derivaremos a los afectados a otras entidades. Salamanca tiene una red de apoyo a las personas sin recursos muy sólida, nadie se va a quedar sin comer”.

El Ayuntamiento ha clausurado el local de la entidad y algunos afectados se están organizando para acampar frente al consistorio si no consiguen alimentos

Ajenas a este llamamiento a la calma, algunas víctimas del cierre de Ayusal se están organizando para acampar frente al consistorio si no se les ofrecen alternativas urgentes para comer. El lunes, sin ir más lejos, no podrán recoger su ración semanal de fruta, de la que dependen centenares de niños. “Me siento avergonzado de lo que ha pasado aquí dentro. Por culpa de la mala gestión nos hemos quedado sin la próxima entrega de la Unión Europea, que es nuestra mayor fuente de alimentos, y ahora nos quitan el local. La gente está muy nerviosa, hay muchas familias que dependen de Ayusal y no pueden ir ahora a otras asociaciones porque ya tienen el cupo lleno”, reconoce Jesús González Piris, exvoluntario e improvisado portavoz de las familias afectadas.

González ha sido también el principal acicate contra el anterior presidente y quien ha recabado pruebas para acusarlo de fraude. “Ha intentado sobornarme para que me calle, se ha dedicado a negarle aceite, leche y otros productos a la gente, y ya el colmo fue cuando un sábado sorprendimos a uno de sus socios llevándose una bolsa de comida del almacén. Ahora que hemos podido entrar, nos hemos encontrado un desastre. Echo de menos dos palés de galletas, uno de atún, cajas de leche y más cosas”, denuncia. El expresidente de la entidad, que apenas duró dos meses en el cargo, se ha negado a hacer comentarios a este periódico, pero desmiente todas las acusaciones y asegura estar “muy afectado”.

“Estamos en las últimas, llevamos semanas recibiendo menos comida de la que nos corresponde y ahora me entero de que la tenían escondida en el almacén. Si lo cojo le corto hasta el cuello”, brama Rocío, una de las afectadas, frente a la puerta de Ayusal. “Soy diabética y me tienen que repetir las analíticas porque sobrevivo a base de puré, no como ni pollo. A esta de aquí al lado le dieron arroz con bichos, a otra con un niño le dieron la leche caducada. Esto es un escándalo”, se suma Ana mientras blande con furia su bastón. Todos los que acuden a la inesperada apertura del almacén están en el paro o tienen empleos basura. Ángela, por ejemplo, tiene una niña de dos años, un embarazo de 36 semanas y el salario de 290 euros que cobra su marido. Vidas que transitan al borde de la mendicidad para quienes los alimentos solidarios son como el aire que respiran.

placeholder Una pareja joven muestra sus bolsas recién llenadas. (D.B.)
Una pareja joven muestra sus bolsas recién llenadas. (D.B.)

Godofredo García, presidente del Banco de Alimentos de Salamanca, prefiere no opinar sobre la guerra interna en la entidad benéfica. No obstante, reconoce que fueron las puñaladas entre la anterior junta y sus detractores lo que le “puso en guardia” y le llevó a suspender temporalmente la entrega de víveres. “Cuando se forme una junta transparente que cumpla todos los requisitos vamos a reanudar el suministro con gusto”, adelanta. “Lo que está ocurriendo es muy triste, pero nosotros no podemos entregar comida sin tener la seguridad de que se va a repartir correctamente”, argumenta García, que en 2015 distribuyó a través del banco más de 3.200 toneladas de alimentos.

Socios y beneficiarios: una invitación al fraude

Este escándalo en Salamanca podría ser solo la punta del iceberg de un problema mucho mayor a escala nacional: la no siempre cristalina gestión de aquellas entidades solidarias cuyos socios son también beneficiarios. “En los últimos años se han creado muchas asociaciones con el objetivo de entregar los víveres directamente a las familias. Y muchas de ellas han sido promovidas, y están gestionadas, por los propios beneficiarios. Ese, claramente, no es el mejor modelo”, analiza Javier Vicente, coordinador de Cruz Roja en Salamanca. "Es un lastre para la transparencia, porque tienes que hacer un doble esfuerzo para demostrar que tu gestión es honesta. Creo que se deberían revisar los criterios de estas entidades”, prosigue. La concejal Klimowitz comparte el argumento: “Seguramente el modelo de gestión en Ayusal no ha sido el más adecuado y habrá que analizarlo para el futuro”.

"Muchas asociaciones de reparto de comida a las familias están gestionadas por los mismos beneficiarios, y ese no es el mejor modelo”

El expresidente de la entidad era, en efecto, beneficiario y tiene abierto un expediente de desahucio. También González Piris y los voluntarios que le respaldan reciben provisiones del mismo almacén que ahora gestionan. “Yo estoy aquí para impedir que 1.200 personas se queden sin alimentos, pero una vez se forme una nueva junta directiva me marcharé. No quiero que nadie vuelva a dudar del presidente”, se defiende González, que lanza un llamamiento: “Necesitamos alimentos para toda la gente que depende de Ayusal para comer cada día; pedimos a los ciudadanos, a las organizaciones de todo el país, que nos echen una mano. Esto es muy triste”, se descompone el voluntario. Su compañera Rocío Sánchez le secunda: “Buscaremos ayuda donde sea, pero esta gente no se va a quedar sin comida. Si tenemos que ir a alguna tienda a pedir, iremos, si hay que ir a la televisión, pues vamos".

Además del ayuntamiento, el Banco de Alimentos y Cruz Roja insisten en que los afectados deben estar tranquilos: si se diera el caso, actuarán para evitar la que sería una grave crisis alimentaria en Salamanca. “Nadie puede dudar de que la gente recibirá sus alimentos, hay muchos mecanismos y entidades para hacerles llegar la comida”, destaca Vicente, que lanza al aire: "Otra cosa es plantearnos si este modelo de solidaridad, en el que se entregan raciones iguales a todo el mundo en un almacén, es el que queremos para el futuro".

La gente se abalanza sobre las empanadas y los pasteles con entusiasmo. Los acaban de descargar entre aplausos de una furgoneta y todos saben que apenas habrá para unos pocos. “¡Que entre el siguiente!”, grita la voluntaria mientras las porciones desaparecen en las fiambreras. Casi nadie viene desayunado y muchos tampoco cenaron la noche anterior. “Yo llevo cuatro días sin comida en casa, suerte que mi suegra me está dando fruta y leche para la niña”, confiesa Ana, de 25 años, bolsa en mano mientras espera su turno. En la cola hay hambre porque el reparto de víveres llega con varios días de retraso. Pero nadie se queja: ya empezaban a asumir que este mes iban a quedarse con las manos vacías. “Lo que nos han hecho no tiene nombre. Que los pobres roben a los pobres es lamentable. A los ricos tampoco se les debe robar, pero a los pobres…”, interviene Antonio, que no da crédito a lo que está pasando.

Salamanca Pobreza
El redactor recomienda